En distintos barrios se registran hurtos en frentes y jardines. La gente no denuncia pero se queja. Otros, guardan sus canillas de metal y las reemplazan por plásticas.
Moda delictiva, en Mendoza nos roban hasta las canillas
Nadie se toma la molestia de hacer una denuncia penal por el hurto de una o dos canillas, o de un farol. Pero la indignación es la misma. Y el peligro, también. Desde fines del año pasado, en redes y grupos de WhatsApp se vienen registrando quejas y posteos sobre el robo de canillas de metal, especialmente de bronce, que están ubicadas en frentes y patios delanteros. Las canillas no son el único objetivo. También los apliques y luminarias de metal, y los cestos de basura. Los barrios Bombal de Ciudad, Cívico, la Quinta y Sexta Sección, el barrio Bancario de Godoy Cruz, el Trapiche, el Arizu y otros son aquellos en los que se han registrado estos robos menores, pero que generan igual indignación. Esta "moda" arrancó en zonas turísticas como Córdoba y la costa bonaerense, y ahora se instaló en Mendoza.
"A nosotros nos robaron la farola del frente. Es increíble, porque estuvieron al lado de la pieza de estudio de la nena..." cuenta una vecina del Bombal, en una zona donde hay profusión de cámaras, alarmas, y hasta una alarma comunitaria.
El robo de metales está en boga por los buenos precios que se consiguen. Un kilo de bronce (chatarra) puede pagarse alrededor de 4.000 pesos en grupos de compras y empresas de reciclado de materiales, y si está en buen estado, hasta seis mil pesos. Por eso, las canillas de bronce son muy buscadas por estos nuevos "rateros" de frentes y jardines.
Estos hurtos duran menos de un minuto. Basta con arrancar los aparatos, o desenroscarse en el caso de las canillas. Una canilla de bronce de buena calidad para un jardín, de media pulgada a tres cuartos, cuesta entre 5.000 y 7.000 pesos en ferreterías y comercios. "Lo que está pasando ahora, es que la gente viene a comprar canillas plásticas, que duran menos y cuestan desde 250 pesos, y guardan sus canillas de bronce" cuenta un ferretero del centro de la Ciudad.
Una de las últimas víctimas fue el conocido fotógrafo y creativo Martín Orozco, quien lo posteó en Twitter, con un dato adicional. El ladrón que le tocó en suerte tiene conciencia ecológica. Le robó la canilla, pero le cortó el agua. Este es el posteo de Orozco:
En el hilo de Orozco hay varios testimonios sobre robos similares. Luego, posteó "...el chorro me cortó el agua, para no dejar todo inundado. Al menos es consciente de que el agua no se derrocha... (?)"
Es imposible dimensionar el problema porque los vecinos pasan el enojo, refuerzan su seguridad, cambian canillas, y no se toman la molestia -muchas veces inútil por un hurto menor- de denunciar el robo. Pero las quejas, por lo que se ve, van en aumento. Y aunque son casos menores, la situación es de peligro: muchas veces, para acceder a canillas y farolas los delincuentes deben ingresar a las propiedades.
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