A 10 años: las "locuras" para llegar a aquella final en Brasil

Se cumple una década de la final entre Argentina y Alemania. Nostálgicos, algunos mendocinos recordaron cómo hicieron para viajar a Brasil y ser parte de un momento histórico, aunque doloroso.

A 10 años: las "locuras" para llegar a aquella final en Brasil

Por:Juan Manuel Lucero
Periodista

Alguno de esos cuentos de fútbol, que abundan por estas tierras, asegura que este deporte de la pelotita que tanto nos gusta tiene la capacidad de ser eterno y efímero a la vez. Es efímero porque después de una decepción, con tu equipo o tu selección, en poco tiempo volvés a ilusionarte y generar una nueva esperanza.

Porque si es con tu equipo, en 7 días hay revancha y si hoy perdiste un clásico, tal vez el próximo lo ganás. Y si esta semana te tocó perder, hay que levantarse porque en la próxima querés ganar.

Y es con tu selección... si sabremos los argentinos de chocarnos contra la pared, de no poder "cruzar el Rubicón". Pero ahí vamos, cuatro años después a otro mundial, llenos de ilusión después de una derrota, luego de transitar una eliminatoria que siempre tiene sus complejidades. Y siempre, o casi siempre, a pesar de la economía o los problemas habituales de estas latitudes, Argentina termina sintiéndose local.

Y, por otro lado, el fútbol, la cosa más importante de las cosas que no importan, es eterno porque 10 años después te volvés a emocionar con un triunfo y te acordás hasta qué comieron esa noche con tus amigos, o te quedás mirando un rincón y pensando... "¿y si entraba la de Messi?", "¿y si cobraban el penal a Higuaín?", "¿y si el Pipa definía esa tan clara que le quedó y salió lejísimos?".

Messi luego de perder la final ante Alemania y una foto que dio la vuelta al mundo.

Tantos "y sí...", que seguirían doliendo si no hubiera llegado Qatar 2022 para sanar las heridas. Porque después de perder una final y pasar por el olvidable mundial de Rusia 2018, en 2022 nos volvimos a ilusionar, pero eso es harina de otro costal.

Este sábado se cumplen 10 años de esa final entre Argentina y Alemania del 2014. Cerca de 300 mil argentinos dijeron presentes en Río de Janeiro, colapsaron todo e hicieron que la Selección Argentina se sintiera local como en casa.

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Una movilización tan masiva que incluyó desde quienes se fueron con entradas, estadía en hoteles y paquetes turísticos a quienes lo hicieron "con lo puesto", a dedo y durmieron en la playa o en estaciones de servicio. Miles de mendocinos quisieron ser parte y no perderse "la copa de las copas", como la llamaban los brasileños.

Hoy vamos a recordar algunas de esas historias, los mendocinos que "pusieron el auto" para cruzar el país e ir hasta Brasil, la historia de dos amigos que se fueron a dedo y de un grupo que se puso manos a la obra y llenó un colectivo con amigos -y amigos de amigos- para compartir una experiencia inolvidable.

Ariel, Enzo y Fernando, antes de la final con Alemania.

Franco y Pichi: la misión de llegar a dedo

Franco y Andrés, "Pichi" para los amigos, se hicieron amigos en el pre del profesorado de Educación Física. Cuando llegó el mundial de 2014, cursaban juntos la carrera y ya habían afianzado su amistad. "Nos dimos cuenta que no había otra oportunidad. Queríamos un viaje de mochila y hacerlo a Brasil era posible", apuntó Franco.

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"Teníamos 21 años, estábamos con las ganas y bueno sabíamos que no iba a haber otra oportunidad hasta mucho más adelante. Así que bueno ahí decidimos ir", relató. 

El viaje fue una odisea, un largo camino de ida y otro importante viaje de vuelta. Salieron con un frío asperísimo desde Mendoza y llegaron a estar en San Pablo con calor, caipirinhas y el clima que aporta el Mundial.

Pichi, que actualmente vive en España, no estaba tan convencido de hacer el viaje, "por un tema de plata". Pero pensaron en hacerlo "lo más low cost posible" y no perderse el mundial. "Yo estaba muy convencido, al punto de irme solo si era necesario, pero bueno, él se terminó sumando", detalló Franco.

Franco y Andrés con sus mochilas, camino a Brasil.

Los viajeros estuvieron casi un mes dedicados plenamente a llegar mundial. Habían pedido un permiso de una semana en su trabajo de aquel entonces en la Municipalidad de Godoy Cruz. Se demoraron "un poco más". Nada que una Caipirinha para la jefa no pudiera solucionar.

"Anduvimos por de Foz de Iguazú, por Porto Alegre, donde pasamos noches en la terminal", el viaje se hacía largo y, si bien estaban en Brasil, no llegaban "al mundial". "Agarramos y dijimos, vamos a un partido o a una FanFest", pero la selección ya no estaba jugando cerca de donde ellos estaban.

"Llegamos a la FanFest de Sao Paulo contra Holanda, en la semi. Y bueno, fue una locura", contó emocionado al recordar el viaje que según cuenta "me cambió la vida". "Ese viaje cambió mi vida, por mucho, cambió lo que me resta de vida. Si yo no hubiese hecho ese viaje, no sería la persona que soy hoy", sentenció Franco.

Franco y Pichi con caipirinhas disfrutando del calor de Brasil.

Pablo y los pibes: 40 días en una Traffic

Un grupo de amigos, en su mayoría periodistas, organizaron un viaje en camioneta, acondicionaron una traffic, cargaron todo y se fueron a Brasil. Aproximadamente un año antes, este grupo de amigos se puso como misión ir a la Copa del Mundo.

"Es lo básico que tenés que tener para planificar un mundial, porque tenés que comprar las entradas y todo", explicó Pablo. "En principio éramos 5, después se nos bajó uno y terminamos siendo 4, nos juntábamos a tomar algo y planificábamos qué ruta hacer, cuándo irse, cuánto tiempo", detalló el entrevistado.

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De los cuatro viajeros, Pablo era amigo de Leandro, dueño de la camioneta, otro amigo más y luego se sumó otro chico más, que conocía a otro de los viajeros. "Nos fuimos en una traffic, que acondicionamos especialmente para eso, le pusimos una estructura para que tuviera dos camas y tuvieran unos compartimientos para guardar cosas", detalló.

Salieron unos días antes de que comenzara el mundial y en cuanto terminó la final, emprendieron la vuelta. Fueron cerca de 40 días en Brasil, conviviendo en una trafic. "Cuando perdimos la final, el momento en que terminó la final, caminamos hacia donde habíamos dejado estacionada la Trafic y nos volvimos en ese instante", recordó.

Entrada en mano, los mendocinos pudieron asistir a algunos de los partidos.

"Era mucha la tristeza y encima hubo algunos incidentes, nos pintó volvernos rápido", explicó Pablo. Además, detalló que, durante la estadía, dejaban la camioneta en las calles de Brasil o en los lugares que la FIFA había preparado para los motorhomes, colectivos y trafics, que generalmente eran los sambódromos de cada ciudad.

"Fuimos a Salvador de Bahía porque teníamos una entrada para ver Alemania vs Portugal. Ganó Alemania 4 a 1. Después fuimos siguiendo a Argentina, obviamente Río de Janeiro, Belo Horizonte, Sao Paulo, Brasilia y volvimos a Río para quedarnos hasta la final", detalló.

Los 4 amigos dentro del estadio.

El primer partido llegó después de varios días para salir de Argentina y llegar hasta el norte de Brasil, Pablo recuerda que "los primeros días fueron los más difíciles, porque no nos acostumbrábamos a vivir en una trafic, teníamos que ver dónde estacionábamos, dónde pasábamos la noche, dónde nos bañábamos".

Al principio fue difícil, pero después se fueron encariñando con la idea y hasta subraya que "las estaciones de servicio en Brasil son muy lindas". En tanto que, después en Río de Janeiro y en algunos otros lugares, hay paradores con duchas donde uno paga y se baña.

Una vez en Río, quisieron estacionar cerca de la playa, pero no se podía. "Tuvimos la suerte que nos cruzamos a un trapito que nos dijo que había una sola cuadra en Copacabana que no tenía estacionamiento medido y que no nos iban a poder sacar. Entonces nos fuimos a esa cuadra, efectivamente era así y esperamos toda una noche hasta que se hizo un lugar", recordó Pablo.

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"Cerca de las 4 de la mañana apareció un hombre que tenía su auto estacionado, lo sacó, y cuando se fue, dos nos quedamos a custodiar ese lugar como si fuera nuestro dinero, y otros dos se fueron corriendo a buscar la trafic", detalló.

En tanto que, entre risas, recordó como si fuera una picardía de unos niños: "La estacionamos ahí y nos quedamos dos semanas como si tuviéramos una ubicación de privilegio porque nos despertábamos y teníamos el mar enfrente todos los días".

Se perdieron, anduvieron por decenas de rutas estaduales y federales de todo Brasil. "Era el año 2014, no estaba tan evolucionado el tema del GPS como ahora. Ahora quizás es más fácil, pero en ese momento teníamos un viejo GPS que a veces nos llevaba a lugares errados", contó Pablo.

Con viajes interminables por las rutas brasileñas, los 4 amigos recorrieron varios estados.

En Río de Janeiro llegaron a "alentar por Brasil". Pablo y sus amigos llegaron a un bar que tenía una promoción donde regalaban una cerveza por gol de Brasil. El local le ganaba cómodo a Camerún y los argentinos recibían con beneplácito el triunfo del clásico rival.

"Estábamos recibiendo tantas cervezas gratis, que en un momento cayó Neymar en el área y los cuatro argentinos, únicos argentinos en el VAR, nos paramos y gritamos al mismo tiempo los cuatro: ¡PENAL!", reveló.

"Gritamos pidiendo penal como si fuera Argentina, todo porque tomábamos gratis cervezas si había otro gol. Eso provocó que los brasileros se rieran con nosotros porque por una cerveza queríamos que ganara Brasil", recordó entre risas.

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Enzo: lo importante es compartir

Durante el 2013, Enzo se separó de su pareja y, en medio del dolor que significa terminar con una relación de años, planeó la posibilidad de irse al Mundial de Brasil 2014. "La idea estuvo siempre, yo quiero ir a todos los mundiales desde que nací", contó.

El tema es que éste estaba particularmente cerca y, dentro de todo, era posible. "Activamos recién tres días antes de la semifinal, hasta entonces había estado la idea, pero nada. Estábamos charlando con una amiga y decía que podíamos organizar un bondi. Cuando quisimos acordar estábamos averiguando precios de empresas y lo publicamos para convocar gente", contó.

La prensa mendocina reflejó la iniciativa de Enzo y sus amigos.

"Tenía plata ir, pasarla bien y divertirme. Podría haber ido solo, pero la verdad es que siempre me sedujo más ir con mis amigos. No vivir la experiencia solo", detalló Enzo. "Vivir un mundial es algo que hay que compartirlo. Y qué mejor que con amigos", agregó.

Así que, junto a un grupo de amigos llenaron un colectivo entre ellos y sus amigos, 60 personas que salieron apenas a horas de la semifinal para vivir el tramo final de la copa. Pagaron el colectivo y pusieron los pasajes a bajo costo para llenarlo y que pudieran ir con el colectivo completo.

Enzo y sus amigos, camino a Brasil.

"Mi objetivo nunca fue ganar plata, no gané dinero. Puse plata, para que eso estuviera un poco ‘subsidiado', de alguna manera. Incluso algunos amigos que no tenían plata, pusieron entre los demás para que no se lo perdieran. Salió 2.500 pesos cada uno y con eso cubríamos el costo", relató Enzo.

Mientras que puntualizó, "era bastante para la época, pero muy barato en realidad para lo que salía en otros lugares". Y contó que "lo que más recuerdo fueron las miles y miles de horas de charla y de manija en el micro, charlando, cambiándonos de asiento, conociendo, pensando qué íbamos a hacer allá, qué podíamos conocer".

El fan fest de Río de Janeiro.

Volver tras una derrota

"Volver con la frente marchita...", dice el recordado tango. El dolor de la derrota trajo horas de silencio a la ruta de retorno a casa. Les tomó aproximadamente tres días de viaje por tierra a quienes volvieron en auto o colectivo desde Río de Janeiro a Mendoza. Para los amigos que fueron a dedo, tomó "un poquito más", pero el retorno les trajo una anécdota más.

"De vuelta nos encontramos con una delegación del Club Godoy Cruz que estaba jugando un torneo en Misiones", explicó Franco. Cuando supieron que eran mendocinos y andaban a dedo, los dirigentes tombinos les ofrecieron traerlos hasta Mendoza. Así que el viaje de vuelta fue mucho más corto que la ida.

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"Lo recontrarremil haría de nuevo. No me cabe ninguna duda, fue el mejor viaje que pude hacer en mi vida", aseguró Franco. Incluso, tras la derrota, agrega que "no me arrepiento de nada, hasta sabiendo el resultado de perder una final. Lo que se vive es único, a todo el que pueda agarrar y hacerla, se la recomiendo".

A Pablo y sus amigos "les picó el bichito" mundialista y volvieron a viajar, cambiando algún integrante del grupo, a Rusia y Qatar. "No había ido a ningún mundial hasta ese entonces. De hecho, cuando confirmaron que el mundial era en Brasil, dije, esta es mi posibilidad", recordó.

Pablo, Juan Manuel y Leandro en Rusia 2018.

"Conocimos bien cómo funciona el mundial, cómo se paraliza todo un país por el mundial y cómo te beneficia como turista. Eso permitió que conociéramos bastante las cosas y que pudiéramos ir a los próximos dos mundiales, en Rusia y en Qatar. Así que después terminé yendo a los últimos tres", explicó.

"Valió la pena, sin lugar a dudas, no me canso de decirlo, lo digo siempre. Fue uno de los mejores viajes que hice en mi vida, posiblemente el mejor", subrayó el periodista. "Hasta diciembre del 2022 siempre tenía que marcar, tenía que dejar una nota al final cuando decía que lamentablemente no se nos había dado, la final la perdimos y bueno como que la frutilla del postre no nos llegó", aseguró.

"Ahora que somos campeones del mundo quizás ese dolor de la final ya no es tan grande como como antes", señaló Pablo, que además tuvo la suerte de presenciar la final de Qatar 2022 y pudo ver a Argentina levantar la Copa.

Pablo ante el imponente Lusail.

Enzo, por su parte, pone en relieve todo lo que le dejó el viaje. "Me quedaron muchos amigos, amigos que conocí en ese viaje. Hoy nos juntamos con el Fer, Seba, Juanma y otros amigos a ver los partidos, somos el grupo de Brasil 2014", recordó.

"Diez años después son mi opción número para ver los partidos. Los chicos que conocí y los que venían ya de antes, el Flaco, Ariel, Enrique, son la opción número uno para ver a la Selección. Ese viaje nos hermanó y nos dejó con una conexión eterna en nuestra Selección", sentenció.

La final de Brasil 2014 dejó un halo de dolor en muchos de los que estuvieron presentes durante el histórico partido en el que a Argentina se le negó la tercera copa del mundo. Sin embargo, hay algo en lo que todos coinciden: valió la pena. A pesar de la derrota, a pesar del final no feliz de ese mundial. Por los amigos, el viaje, la experiencia y porque también en la adversidad siempre quedan cosas positivas: VALIÓ LA PENA.

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