No te pellizques, lo que te está pasando es real.
Los argentinos podemos ser felices y te voy a decir por qué
Dicen que cada miles de años pasa un acontecimiento único que puede cambiarte la vida para siempre, algo así como un "momento de felicidad". Pero como es difícil para un argentino sentir semejante sentimiento, tuve que recurrir a un diccionario para saber qué significa.
"Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno". Pregunta, cuándo dice "algo bueno", ¿eso le puede pasar a alguien que nació en estas tierras?
Por suerte la respuesta llegó un domingo, día del señor: sí, un argentino puede ser feliz y te lo explicaré con el título de la selección argentina en Qatar.
Este Mundial fue un terremoto de emociones. No sé si te acordás, pero perdimos con Arabia Saudita en el debut y todo parecía un caos. Nadie entendía nada pero ahí estaba otra vez el "nacimos para sufrir".
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Después ganamos esa primera final con México (sorry Canelo) y luego llegó Polonia para sortear la fase de grupos. Argentina terminó primera, enfrentó a Australia en octavos y...sufrimos, otra vez. Nuestros muchachos dominaron el partido y en el minuto 97, el Dibu Martínez nos salvó con un mano amano increíble.
Sin embargo, algo comenzó a deslumbrase: el plantel de Scaloni reaccionaba ante la adversidad y cada vez jugaba mejor. Hola ilusión.
Cuartos de final con Países Bajos, Holanda o cómo se llame. Si hoy estás leyendo esto es porque sobreviviste. Pasamos de todo a nada y de nada a todo. Penales, sufrir y a seguir.
La goleada ante Croacia fue solo un respiro para que nuestros pulmones y corazones se preparen para un infartante final de película con Francia ¿Alguien pensó que sería fácil?
Pero ellos lo lograron. Los pibes de la Scaloneta lo consiguieron y levantaron una Copa más que pesada. Después de 36 años, un "técnico joven y sin experiencia", un Messi "pecho frío", un "Di María no debe jugar más en la Selección", un "quién sos Dibu Martínez", un "De Paul no tiene nivel" y "un plantel lleno de desclasados y vulgares" alcanzaron el milagro en Qatar llamado felicidad.
Y nosotros lloramos, pero nunca dejamos de alentar. Miramos al cielo buscando una explicación, pero nunca dejamos de creer. El camino estuvo lleno de espinas, pero no nos alejamos y seguimos con el recorrido.
Lo logramos, todos juntos. Siempre empujando, siempre creyendo. Nunca bajamos los brazos, porque así somos los argentinos: nuestra historia está plagada de héroes que se la jugaron por el país.
La gloria es aquella meta que la consiguen los que saben sufrir, porque en ellos está la esperanza.
Tarda en llegar, pero al final hay recompensa para aquellos que entendieron que el rival es uno mismo y que las críticas dejan de hacer ruido en la cabeza cuando dominás tus propios miedos.
Por eso, puedo confirmar y asegurar que un argentino puede ser feliz...porque se lo merece.
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