Crónica de una mañana distópica en el departamento del Norte.
Buscaba un doctor en Las Heras y terminó delirando en la muni
El relato que Gilles Deveque, un suizo paseando por Mendoza, posteó en su cuenta de Instagram.
Nunca pensé que el sol de aquí era tan duro. Amanecí con fiebre, mucho calor y dolor de cabeza. Me dijeron que el sheriff de Las Heras también es doctor así que decidí ir a verlo para que me recete alguna pastilla.
El viernes desperté temprano en un hostel de calle Belgrano y me tomé un tren rojo que aquí se llama Metrotranvía. Debería haberme puesto bermudas, el calor es seco y el sol, muy picante. La ciudad es muy bonita, la gente pide permiso, pienso que mi visita a la alcaldía de Las Heras será tranquila y sencilla.
Bajo en el parador Roca y me dirijo hasta la plaza Marcos Burgos. El mapa en el teléfono me dice que debo caminar media cuadra y allí encontraré el ayuntamiento. Tengo la esperanza de que el sheriff me reciba, me revise y me de una medicina para sentirme mejor.
Es muy peligroso caminar mirando el teléfono en Mendoza. En mi distracción tropiezo contra un borde de cemento y estoy a punto de caer en una zanja que recorre el costado de la calle. Realmente no sé a quién se le ocurrió esto, por fortuna tengo buen entrenamiento y alcanzo a estirarme y saltar. Podría haberme quebrado un tobillo. La mala noticia es que mi pie dio de lleno en una montaña de bolsas de basura. Enterré la pierna en un montón de cáscaras de frutas podridas, pañales sucios y latas de cerveza. No puedo creer mi mala suerte.
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Mientras me quito las medias y lavo mi pie en un bebedero de la plaza leo en el celular que los empleados de limpieza "están de paro". ¿Qué significa? Debo googlear. Ok, están de huelga, eso quiere decir. Según lo que dice un diario de aquí, el Sindicato de Choferes de Camiones, Obreros y Empleados de Transporte de Cargas Generales, Logística, Servicios y Afines de Mendoza comunicó que los empleados harán huelga hasta que la comuna les pague el salario de octubre. Pienso que tienen razón. Levanto la vista y el perímetro de la plaza está rodeado de bolsas de basura, de moscas pululando por acá y allá. Me doy cuenta que algo huele mal en este lugar.
A medida que voy llegando al edificio de San Miguel y Rivadavia el murmullo empieza a subir.
Me quedo un instante parado, tratando de entender lo que veo. A metros de la entrada principal, un grupo de ancianos bailan al ritmo de una música latina, tipo bachata. Lo hacen con remeras rojas con letras blancas que dicen el nombre del sheriff. Una mujer llama a gritos a otra que está al otro lado de la plaza. Dice "la Patricia" y un montón de palabras más que no comprendo. Le pregunto a quién se refiere, tal vez me ayude a encontrar al doctor sheriff.
Hablan de Patricia Riveros, una mujer a la que acusan de amenazar con un arma de fuego a una empleada de la municipalidad que fue violada por otro empleado, para que no contara nada. Ahora, la Patricia, juntó a un par ancianos que viven cerca de la plaza y los puso a bailar bajo el sol a las 11 de la mañana para apoyar al doctor.
¿Y por qué necesitan apoyarlo? Bueno, es que el sheriff y su esposa están acusados de armar una cooperativa fantasma de supuesta limpieza del departamento, cuyo objetivo sería el de quedarse con el dinero del municipio. Un empleado del área de "Legales" (toda una ironía), que era el candidato a suceder al sheriff, presentó su renuncia esta semana pero antes habló con todos los periodistas que encontró en su camino: palabras más palabras menos, dijo que se iba porque su jefe político es un rufián. De todos modos el sheriff no se la va a hacer fácil: no solo no le aceptó la renuncia sino que amenazó con denunciarlo "por incumplimiento de los deberes de funcionario público".
Avanzo hacia la entrada, paso por el costado de los ancianos que siguen empecinados en ir tras el ritmo con las caderas un poco desvencijadas y escucho que alguien llama por teléfono a la Janina. El desconcierto es total, pregunto por la tal Janina, me dicen que es la esposa del sheriff y siento que es la persona que me va a conducir a él. Un joven con una pechera roja habla muy enojado porque no ha cobrado, me dice que la Janina es la secretaria de Gobierno de Las Heras y que está acusada de fraude, corrupción y encubrimiento en el caso de la violación de la empleada municipal. Me cuentan también que un grupo de diputados del PRO piden que renuncie porque dicen que se casó con el sheriff para no tener que declarar en contra de él. Como si fuera poco, con los fueros que tiene como diputada, anda esquivando a la Justicia como el heladero de la plaza al perro que le muerde los talones.
Los recolectores de basura no son los únicos enojados en este lío. Un grupo de muchachos de la brigada municipal esquivan a dos señoras que siguen absortas bailando bachata y le gritan a un concejal porque tampoco han cobrado el sueldo. Mi desazón es total, me siento en el cordón de la calle resignado mientras la fiebre y el dolor de cabeza van en aumento. Entonces, lo veo aparecer.
Una flaca hilera de empleados comunales van detrás del sheriff y la Janina. Me apuro a hablarle, pero pasa a mi lado, entran al edificio y se dirigen al patio. Los sigo. Allí el sheriff le habla a su magro séquito de no más de 50 personas: "Bajo ningún punto de vista vamos a bajar los brazos" y ya en modo mesías remata: "La fortaleza que tengo yo es la que me dan ustedes".
Me voy resignado. Ahora los que bailaban bachata se pelean con los de la guardia imperial de Las Heras que siguen sin cobrar el sueldo. Cruzo caminando la plaza Marcos Burgos y tiemblo de frío a pesar del sol. La cabeza me estalla y dudo si todo lo que acabo de ver es un delirio por culpa de la fiebre.