El trabajo sostiene que la pobreza infantil es del 61,6% y llega a 8,2 millones de niños del país. Casi el 60% se alimenta gracias a las ayudas del Estado. Además, la precariedad de la vivienda afecta a dos de cada diez niños y adolescentes.
Lapidario informe de la UCA sobre chicos argentinos que no tienen para comer
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) publicó un documento estadístico en el que sostiene que la pobreza monetaria en chicos de entre 0 y 17 años alcanza al 61,6% en el país, lo que se traduce en 8,2 millones de niños y adolescentes en esta condición.
El informe "Retorno a la senda de privaciones que signan a la infancia", recorre diferentes dimensiones de los derechos del niño/a procurando ofrecer un diagnóstico preciso de la evolución de las principales deudas sociales y desigualdades sociodemográficas, socioeconómicas y regionales urbanas asociadas a cada dimensión de derechos en el período 2010-2022: alimentación, salud, hábitat, subsistencia, crianza y socialización, información, educación y protecciones especiales en torno al trabajo infantil.
Alimentación
La situación de inseguridad alimentaria, afecta a más del 30% de los Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA), por lo que son más de 4,2 millones de menores que tienen problemas para comer en la Argentina.
Entre 2010 y 2022, la situación de inseguridad alimentaria se incrementó un 44%, sin embargo, el mayor deterioro se registró en los últimos cinco años. El peor momento de la serie se dio en plena pandemia del 2020 llegando al 37,2%. Y, si bien en los últimos dos años postpandemia se registra una mejora, los niveles de privación alimentaria afectan a un tercio de la población de NNyA en el segundo semestre del 2022.
La situación más severa, cuando los progenitores reconocen que sus hijos/as han pasado hambre por no tener que comer, siguió una tendencia más estable e incluso se ubicó por debajo de los dos dígitos entre 2014 y 2017, pero en los últimos cincos años se incrementó de modo significativo y alcanzó el 15% en el 2020, logrando una progresiva recuperación y llegando al 12,4% en el 2022.
Ayudas de Estado
En este marco, las ayudas alimentarias directas e indirectas no han dejado de aumentar en su cobertura. Justamente, las ayudas alimentarias directas en comedores escolares, y comunitarios, así como la copa de leche, entre otros, han incrementado su cobertura de modo progresiva y a partir del 2020 sumaron una ayuda indirecta como es la Tarjeta Alimentar. Estas ayudas alcanzaron en plena pandemia al 46,5% de la población de NNyA, pero en el 2022, llegan de una u otra forma al 59%.
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Para la UCA, erradicar el hambre es una meta compleja porque supone diferentes estrategias de intervención y cambios en las economías domésticas. Existe consenso entre los especialistas en torno a que estas ayudas directas e indirectas han sido claves en contextos como la crisis sanitaria y social del COVID-19, pero también es claro que se revelan insuficientes en un mercado laboral inestable, con elevado nivel de informalidad y crecientes niveles de inflación.
En el segundo semestre de 2022, un niño/a en el 25% más pobre registraba 17 veces más chances de estar en una situación de privación alimentaria por problemas económicos que un par en el 25% superior. Y, que dicha situación se elevaba por encima del promedio en la población de NNyA del Conurbano Bonaerense y ciudades de las principales áreas metropolitanas del país.
Acceso a la salud
El informe sostiene que los servicios estatales de salud tienen el desafío de ofrecer oportunidades de atención de la salud preventiva al 58,4% de la población de NNyA en el país urbano. Cada vez el desafío de cobertura es mayor y ello sin dudas guarda correlato con la situación de precariedad e informalidad laboral de los progenitores.
Este desafío de atención es mayor entre los más vulnerables donde llega a el 80 y 90% según el estrato social que se considere. Asimismo, se ubica por encima del promedio nacional en el Conurbano Bonaerense y áreas metropolitanas del interior.
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Más allá de este dato estructural que marca la responsabilidad de los Estados en términos de ofrecer estructuras de oportunidades en la atención preventiva de la salud del niño/a sano, una proporción que se estima en un 18,4%, en 2022, no realizó una consulta médica a un pediatra o clínico en el último año. Este nivel de incidencia representa una fuerte recuperación en relación a los elevados niveles de déficit de la pandemia y postpandemia 2020 y 2021, y un retorno al momento previo. El déficit de atención se eleva por encima del promedio en la adolescencia, a medida que desciende el estrato socioeconómico.
Hábitat digno
La precariedad de la vivienda afecta a dos de cada diez NNyA en el país urbano, y el hacinamiento también. Pero el déficit de condiciones sanitarias adecuadas duplica su incidencia, y en lo mismo ocurre con la contaminación del medio ambiente.
Actividad física y cultural
Entre los niños de entre 5 y 17 años se registra una merma del déficit en la inactividad física (chicos/as que no realizan deportes ni actividad física no escolar), alcanzando en 2022 al 53,3%.
El dato es positivo porque eran el 66% en 2010 y llegaron a ser el 71% en la pandemia del 2020. Aun así es un espacio para el desarrollo y el bienestar que le es negado a la mayoría de esta población. Y, esto ocurre mayormente a medida que desciende el estrato social de la población.
Los obstáculos para el desarrollo de actividades culturales extraescolares parecen ser aún mayores porque el 82,9% de los NNyA entre 5 y 17 años no las realizan habitualmente. En este caso la tendencia también es positiva si se considera que en 2010 estaba en la misma situación el 86%. Siendo una amplia mayoría la que no realiza estas actividades las desigualdades son menores, pero existen y son regresivas para los más vulnerables.
Educación
Se estima que el 83,5% de los NNyA entre 6 y 17 años asisten a una escuela de gestión estatal. Este desafío es algo mayor en la educación primaria que en la secundaria. Y, claro está a medida que desciende el estrato social y en el interior del país. Aunque cabe señalar que en lo coyuntural la demanda de educación estatal parece haber aumentado especialmente en la Ciudad de Buenos Aires.
Si bien, se han registrado retrocesos en indicadores de escolarización, es más notable en la educación inicial e incluso en sectores sociales medios. Se advierte mayor capacidad de recuperación en indicadores de escolarización de las escuelas de gestión privada que en las estatales, pero en la educación primaria y secundaria.
Lo que se ha deteriorado y no ha logrado retornar a los niveles prepandemia son las ofertas educativas en el campo de la extensión de la jornada, la enseñanza de computación e idioma extranjero en la educación primaria.
Específicamente, el 92,5% de la población escolarizada en la educación primaria asiste a una escuela de jornada simple. Si bien presenta diferenciales sociales, de tipo de gestión y región, es clara su generalización y el retroceso que significó la pandemia, aunque siempre se estuvo muy lejos de la meta del 30% de educación extendida priorizando a los sectores sociales más vulnerables.
En 2022, el 66% de los NNyA no contaba con libros en su casa, y 55% no leía textos impresos de modo habitual.
El déficit de acceso a una computadora también es persistentemente elevado. Se estima que, en 2022, el 53% de la población de NNyA no tenía una PC en su casa, y un 55% no tenía un celular propio. Si bien se observan diferencias por grupo de edad, y estratos socioeconómicos, es relevante reflexionar sobre los recursos de acceso a la información de las nuevas generaciones.
Erradicación de la pobreza en todas sus formas
El informe del Observatorio sostiene que si bien en la Argentina la medida oficial de la pobreza es monetaria, en el marco de los estudios del Barómetro de la Deuda Social Argentina ya es tradición la construcción de medidas multidimensionales. En el caso de la infancia, se ha desarrollado un índice multidimensional que procura dar cuenta de privaciones en el ejercicio de derechos. El mismo establece un doble umbral de carencias, uno total y otro severo, guardando analogía con la medida de pobreza e indigencia. El índice considera seis dimensiones de derechos y si bien se considera una satisfactoria aproximación también se reconocen retos en su mejor desarrollo (Tuñón y García Balus, 2022).
Resumidamente, se estima que, en el segundo semestre de 2022, seis de cada diez NNyA en el país experimentan al menos una carencia en el espacio de los derechos que los Estados deberían garantizar en la sociedad argentina. Y casi dos de cada diez en niveles severos que comprometen el desarrollo del máximo potencial del niño/a. Las privaciones según su prevalencia son encabezadas por educación, vivienda, saneamiento, salud, información y alimentación. La media de la población de NNyA experimenta dos carencias de modo simultáneo.
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