Fiesta y religión en medio del desierto. Con Gabriela Testa, hablamos de Capilla del Rosario.
La festividad mendocina a la que hay que ir al menos una vez en la vida
A 122 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, un pequeño cartel clavado en la entrada de una centenaria capilla del secano de Lavalle dice: "Por aquí se llega a las puertas del cielo".
Es la Capilla del Rosario, que todos los años para octubre, convoca a decenas de miles de personas al medio del desierto para las fiestas patronales de la Virgen del Rosario, que se celebrarán este fin de semana.
Fiestas en donde lo tradicional y lo folklórico no son una representación teatral o comercial sino que están allí, en carne viva, en sus visitantes habituales que llegan de la Mendoza profunda y perdida o de las provincias vecinas, a un lugar que antaño fuera el epicentro de las Lagunas de Guanacache, una de los principales poblaciones huarpes de Mendoza.
Con Gabriela Testa, presidenta del Emetur (Ente Mendoza Turismo) hablamos de la importancia de esta festividad, de lo que significa para Mendoza y de por qué es un evento poco común aquí y en el resto del país. También se refirió a cómo le fue a Mendoza con el turismo este año.
Se vienen las fiestas patronales de la Virgen en Laguna del Rosario, una festividad de gran convocatoria. ¿Cuánta gente asiste normalmente?
Esta fiesta puede mover un rango entre 30 mil y 40 mil personas normalmente, es bastante importante.
Claramente está en el calendario de las fiestas importantes de la provincia.
Sí y además es de las pocas fiestas antropológicas que hay, diría que, junto con la fiesta de Asunción, también en Lavalle, son de las dos fiestas que tienen mayor raíz histórica, las dos únicas fiestas de su tipo en la provincia y en en buena parte del país.
Claro, porque tiene ese atractivo de que uno viaja a otro mundo cuando va a la fiesta de Laguna del Rosario.
Es otro mundo.
Planteo esto porque el lugar, el entorno, lo cultural, lo que sucede es absolutamente diferente a como se vive en las zonas urbanas.
Totalmente. Tengamos en cuenta además, que la Virgen del Rosario es la protectora de Mendoza y que la Capilla del Rosario, que el municipio de Lavalle hace muy poco inauguró su puesta en valor después de una serie de obras de restauración, es el centro de la actividad cívica y religiosa de los lugareños, como ocurre y ha ocurrido con todas las fiestas religiosas que se hacen en el campo.
Una fiesta a la que se acercan todos los puesteros que viven en las inmediaciones, en un radio de 10 a 20 kilómetros y que, con la presencia del cura en el pueblo, se suceden las fiestas con bautismos, comuniones y casamientos.
¿La puesta en valor de la capilla la hizo el municipio?
Sí, se empezó en la gestión de (Roberto) Righi y se terminó en la del actual intendente (Edgardo) González, y estuvo bajo las órdenes de Ana María Castillo, que muchos años trabajó en turismo, una arquitecta encantadora que se acaba de jubilar, y bueno, bajo sus órdenes y con gente del lugar, hicieron una puesta en valor respetando el estilo constructivo y lograron un trabajo maravilloso.
Porque esa capilla es antiquísima.
Sí, muy antigua, una parte aproximadamente del año 1750, que son los antiguos muros que quedaron tras el terremoto de 1861 y sobre los que se reconstruyó después de esa fecha la capilla como la conocemos hoy.
Me decías que la festividad es la oportunidad para celebrar nacimientos, casamientos, o sea, que además cumple una función de ordenamiento social.
Claro, porque así ha sido tradicionalmente, y aunque los curas dominicos que están a cargo de la capilla van con frecuencia a la zona, también se aprovecha la fecha, porque los antiguos residentes de Capilla del Rosario que se han ido a vivir a zonas urbanas, vuelven para su terruño en estos días y es la oportunidad para que se celebren entonces todos estos sacramentos.
Hay un gran movimiento de gente
Sí, la fiesta tiene una parte claramente religiosa en la que hay actividades de procesión, sobre todo el día domingo pero además genera toda una repercusión previa. Hoy, por ejemplo, parten las asociaciones gauchas desde la Villa Tulumaya, Lavalle, a la Virgen del Rosario, y también hay peregrinaciones no tan significativas como esas, pero sí de mucha gente que viene de San Juan y San Luis, porque geográficamente, Capilla del Rosario está ubicada muy cerca del límite con ambas provincias. Por lo que hay un gran movimiento de gente que tiene familiares en el desierto y por otro lado, los que gustan de visitar estas fiestas o vienen por primera vez.
En cuanto a la fiesta en sí, tiene su parte religiosa, y después en otro punto un poco más alejado sucede la parte más pagana.
La parte más festiva, como una previa a la fiesta religiosa.
Si, tal cual, que es más nocturno, donde están los ranchos para comer, donde hay guitarreadas, la gente baila y comparte en lo que se llaman enramadas, porque los habitantes del desierto que no son lugareños y llegan ahí, arman toldos o carpas para estar dos o tres días.
Y, además, para la gente que vive en el desierto es una oportunidad para comprar cosas útiles para la vida cotidiana, como ropa, pequeños electrodomésticos, juguetes, hay de todo,, como una feria y eso no tiene que ver tanto con los visitantes que llegan de la ciudad sino con abastecer las necesidades de la gente de la zona.
Pero el fenómeno de esta fiesta es la gran atracción que consigue con visitantes de zonas urbanas, turistas mendocinos o de otras provincias que van allí a vivir la experiencia.
Seguramente que es superior la cantidad de visitantes que llegan que los lugareños, familiares y puesteros que vienen de otras provincias a participar, pero de todos modos hay como una costumbre, de mucha gente que ya se fue del desierto hace tiempo a vivir a otras zonas más urbanas, pero vuelven con sus hijos, con amigos a los que invitan porque es una experiencia realmente especial.
Personalmente creo que como experiencia todo mendocino debería ir al menos una vez en la vida a la fiesta de la Virgen en Capilla del Rosario.
A mi particularmente me parece digna de disfrutarla, de ver respetuosamente todo lo que hacen los lugareños, y el domingo tiene un plus, porque está la tradicional peregrinación en la que salen de la capilla, poniendo arcos de flores, en un recorrido breve.
El gobierno provincial le da algún tipo de apoyo a la fiesta.
Bueno, desde Turismo cada dos meses le coparticipamos a todos los municipios, entre ellos a Lavalle, el Fondo de Coparticipación Turística, pero yo no puedo saber ni afirmar que esos fondos estén o no afectados a la fiesta en Capilla del Rosario.
Pero en general, es una fiesta que no demanda tanta estructura técnica ni contratación de artistas, ni nada de eso, es decir, es una fiesta espontánea. El Gobierno colabora a través de Vialidad Provincial que se encarga de mejorar el camino para esta fecha, del Ministerio de Seguridad, aportando más policías para la seguridad en el lugar y para ordenar el tránsito y de la provisión de servicios a la zona.
Pasando al turismo en Mendoza. ¿Fue un año difícil en donde la nieve salvó la ropa?
En realidad, fue un año impredecible. Cuando empecé la gestión estábamos muy preocupados con el aumento del dólar y el combustible, hicimos una promoción con el Sale Mendoza con el 30% de descuento para las vacaciones de verano, pero después, cuando se estabilizaron las novedades políticas, la gente, la que puede, siguió viajando.
Yo te lo resumiría en una frase que no es técnica para nada pero si certera: "la gente viaja a pesar de...", me refiero a la gente que tiene sus necesidades satisfechas y tiene un ahorro y crédito para endeudarse, esa gente, viaja.
Por supuesto que el turismo de la nieve colaboró mucho este año, pero hubo algunos sectores clave que pesaron y mucho en los periodos de temporada baja, de abril a junio y de agosto a noviembre, que fueron, el turismo de congresos, el de incentivos y las ferias.
¿Ah sí?
Claro, en octubre, por ejemplo, no hay disponibilidad en los hoteles cinco estrellas de Mendoza, porque hay un congreso importante de diabetes, entre otras actividades.
Es más, la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) quería traer a Mendoza a jugar a Boca por la Copa Argentina, necesitaban la noche del 22 y 23 de octubre y no tenían hoteles cinco estrellas disponibles.
Hay un turismo que se resume en la sigla inglesa MICE (Meettings, Incentives, Conventions and Exhibitions) y que es el turismo de reuniones, incentivos, congresos y exposiciones, que elige a Mendoza porque somos la única plaza del interior del país que tiene hoteles cinco estrellas de cadena, que además tienen salones que complementan nuestro centro de congresos, buena conectividad y la posibilidad que le da el turismo del vino.
¿Qué es el turismo de incentivo?
Es el que generan las empresas que le pagan un viaje a sus empleados como un premio por su rendimiento laboral. El 1 de mayo, por ejemplo, llegó un viaje del Banco Bradesco, de Brasil, 600 personas en cuatro vuelos chárter, que eran los 300 mejores vendedores de tarjetas de créditos del banco con sus respectivos acompañantes, vinieron con una banda musical brasileña y les entregaron unos premios aquí.
Después una empresa de teletrabajo de Mendoza, que se junta dos veces al año aquí y bueno, quiero decir, Mendoza es la que mejor capta el turismo de incentivo.
¿Al final, turísticamente este año fue mejor que el anterior?
No, no, el verano fue como 7 puntos abajo al final; las vacaciones de invierno fueron más o menos parecidas con el plus de la nieve, y esto del turismo MICE impacta mucho pero en el área metropolitana que tiene la mayor cantidad de camas. Fuera de eso, el turismo del vino se mueve todo el año y después está la gastronomía con las estrellas Michelin.
¿Se notó el impacto de las estrellas Michelin en el turismo?
Si, porque cuando querés reservar mesa en los restaurantes con estrellas Michelin o en los 15 recomendados hay una lista de espera de dos a tres meses, porque hay un turista que se mueve por gastronomía, donde comer es un ítem muy importante del viaje, o porque gracias a su poder adquisitivo le puede regalar a un ser querido un viaje y una cena en un restaurante con estrella Michelin.
Algunas mediciones internacionales dicen que las estrellas Michelin, una vez que llegan a un lugar, pueden incidir hasta en un 20% en el turismo, pero nosotros este año no lo vamos a percibir porque es absolutamente particular, nos encarecimos en dólares y todos los argentinos tienen dificultades económicas.
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