La empanada es una de las comidas más tradicionales de nuestro país, pero ¿conocías su historia?
Historia de la empanada, un clásico argentino que trajimos de afuera
Si tuviéramos que nombrar tres de las comidas que más nos identifican a los argentinos, es muy probable que las empanadas sean de las primeras que se nos vengan a la cabeza. Y aun así, pese a lo mucho que las amamos y que las consumimos, la mayoría de las personas no conoce en profundidad la historia detrás de ellas.
Empezaron siendo una solución para los antiguos pueblos del Mediterráneo, que ya empanaban, aunque cada cual tenía sus recetas e ingredientes. Básicamente, la operación consistía en disponer de un alimento semihorneado, envolverlo en una masa cruda y realizar una nueva cocción.
Las dificultades para conseguir alimento llevaron a adoptar esta solución práctica de contar con comida resguardada en comida. Porque un viajero previsor -en muchos casos, la previsión salvaba vidas- sabía que podía sorprenderlo la noche, o el apetito, antes de alcanzar un poblado, según contó Daniel Balmaceda en una nota para iProfesional.
Ya antes de 1810 existían las vendedoras callejeras de empanadas en nuestro país. Solían ser mujeres que cargaban sobre su cabeza una gran bandeja protegida por un pañuelo y andaban por las calles rumbo a su punto de venta que, por lo general, solían ser las plazas o algún que otro espacio con buena circulación de posibles clientes. Allí se plantaban y ofrecían su comida al paso.
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Durante décadas, las empanadas fueron una solución práctica para quienes andaban por la calle, sin posibilidad de llegar a sus casas para almorzar. La venta de aquel tiempo apuntaba a las clases menos acomodadas de la ciudad.
Hacia la segunda mitad del siglo XIX, el auge del transporte público y la expansión barrial alejó a los trabajadores de sus casas y favoreció el consumo de la comida al paso. Para ese tiempo, otro clásico punto de venta era la salida de los teatros, señaló el escritor en la misma nota.
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