Cristian García, coordinador de la Pastoral de Calle y Priscila Segura, Directora de Contingencia Social y Políticas Alimentarias de la Provincia, explican cuál es el trabajo que realizan con las personas en situación de calle. Uno, desde la solidaridad y la otra, desde el Estado mendocino.
Mendocinos viviendo en la calle: qué hace el Estado y el rol de los voluntarios
Pasar frío y hambre deben ser dos de las peores experiencias que puede atravesar una persona. No satisfacer las necesidades humanas básicas puede llevar a la muerte y en épocas de crisis, las personas pobres e indigentes son las más afectadas.
Hay días en los que familias argentinas no tienen ni para comprar un plato de comida y tampoco un hogar en el cual refugiarse del frío.
Desde elPost, quisimos reflejar un panorama respecto a cómo viven esas personas, cuántos son (si es que vale, de alguna manera, la contabilización cuando no debería nadie pasar por esa situación), qué asistencia les brinda el Estado y qué función cumplen los grupos sociales que los ayudan voluntariamente.
Para ello, charlamos por un lado con Cristian "Kiki" García, que actualmente es el coordinador de la denominada Pastoral de Calle (que pertenece a la iglesia católica) y, por otro, con Priscila Segura, que dirige hace cinco años Contingencia Social y Políticas Alimentarias de la Provincia.
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Cada uno desde su mirada y experiencia, brindó un análisis y un detalle de su trabajo diario. García, desde el pulso más humano, de compartir el plato de comida con ellos y escuchar sus historias de vida. Segura, desde el lugar más técnico: qué hace hoy el Estado mendocino ante estas situaciones.
El "Patio Callejero" y la red organizada para que a nadie le falte la comida
La Pastoral de Calle, que se formó en 2016 por iniciativa del -en ese entonces- obispo auxiliar monseñor Dante Braida, reúne a los grupos católicos que, desde distintas parroquias, brindan el servicio alimentario para las personas en situación de calle.
Están organizados por días en distintos espacios para darle un plato de comida diario a quien lo necesite. Además, también brindan asistencia en salud, adicciones y a los colectivos más vulnerables, como lo son las mujeres trans o los adultos mayores.
"Después de la pandemia, que nos costó mucho y laburamos un montón, surge la posibilidad de que nos dieran un espacio en La Merced, que hoy es el Patio Callejero", cuenta Cristian García, sobre el comedor que funciona en esa iglesia, ubicada en calle San Luis, entre Montecaseros e Ituzaingó de la Ciudad de Mendoza.
Antes de eso, cabe aclarar, los grupos citaban a las personas en distintas plazas de la ciudad y organizados siempre en red, cada día uno de ellos se encargaba de llevar las viandas que cocinaban previamente.
"El Patio Callejero abre de lunes a domingo con cena y almuerzo. Hay tres dispositivos más que están en San Miguel Arcángel en Las Heras, que recibe 70 personas los martes y jueves; San Vicente Ferrer en Godoy Cruz los miércoles, unas 50 personas, y la gente de El Líbano, en San Martín, 15 personas. Son unas 400 personas en total las que reciben un plato de comida", detalla el coordinador de todo.
También, aclara que para quienes a diario "laburan" (de manera totalmente voluntaria, cabe aclarar) en estos espacios, el concepto de "calle" es mucho más amplio que sólo no tener un techo.
"No se reduce solamente a lo habitacional, también tiene que ver con un montón de estrategias que la persona hace para buscar el plato de comida. Incluso, por ahí te encontrás con gente que tiene un trabajo estable, una casa donde vivir pero no les alcanza para comer y van ahí. También hay chicas y trans que trabajan por la zona y están en la Pastoral Guadalupe. Circula una población muy diversa pero todos con la misma característica de la vulnerabilidad de la calle, que es estar solo. El que está en la calle es porque por alguna razón rompió los vínculos con sus seres más cercanos. Hay situaciones de consumo problemático, violencia, abandono, personas con discapacidad pero el trasfondo siempre es la soledad", se explaya describiendo Kiki.
De esta manera, continúa describiendo el joven que trabaja en una Penitenciaría de la provincia, si bien ellos no tratan de ocupar el lugar de los familiares o amigos de las personas de las que se alejaron, sí intentan buscar ir más allá del plato de comida.
Tras años de experiencia y muchos en los que compartió el frío al llevarles la comida a la gente a las plazas, García reflexiona sobre la importancia de tener este Patio para hacer un abordaje mucho más personalizado de las distintas problemáticas de cada uno de ellos.
-¿Qué asistencia se brinda en el Patio Callejero?
-Lo primero es la comida pero el espacio del vínculo y del encuentro es fundamental. Hay un grupo de médicos de la UNCuyo que los asiste en temas de salud, la Pastoral Guadalupe (mujeres cis y trans), hay una casa de acompañamiento, vínculo con el Sedronar por temas de adicciones, una escuela, catequesis, talleres, charlas. Está todo ahí para la promoción de la persona. Ha sido un golazo tener ese espacio.
-Con la crisis actual, ¿hay más gente?
-Sí, vemos más gente. A mí me llama la atención por ejemplo muchachos que ya son amigos míos y que van a comer al patio porque no les alcanza la plata. Pero tienen sueldo, a lo mejor una pensión incluso, viven en lo de la madre. También va gente a buscar compañía y señores mayores que tienen una jubilación pero no les alcanza para comer.
-¿Reciben familias?
-Es todo un tema que puede sonar polémico pero cuando abrimos el patio decidimos no recibir niños. No vemos muy conveniente que los niños estén de noche ahí en vez de estar en su casa durmiendo para ir a la escuela al otro día. Gracias a Dios en Mendoza no hay niños durmiendo en la calle, como sí se ve en Buenos Aires (N.d.R: En la misma proporción que en Buenos Aires, por ejemplo). Lo que sí hacemos cuando van familias es gestionarle los espacios donde les pueden dar un bolsón para que se preparen la comida en su casa.
Todavía no tenemos la especialidad de abordar a los niños y por protección tomamos esta decisión. Por cuidarlos a ellos. Si quiere ir, por ejemplo, el padre y buscar la vianda, no hay problema, pero los niños en el patio, no. Me pasó de una señora que fue la otra vez con los dos hijos, que llevaban guitarras, y se veían bien pero me dijo que hacía tres días que no comían. Me shoqueó un montón porque era una persona normal que no tenía para comer. Sí se ve un aumento en la población de calle.
-¿Se valen de donaciones?
-Sí, cada parroquia tiene sus donaciones de la comunidad y de lo que se consigue por las redes. Son 150 platos de comida en el Patio Callejero.
- ¿Y el Estado (Gobierno de Mendoza), trabaja con ustedes?
-De esta gestión no me puedo quejar. De la de 2015, que estaba Villegas, sí. Pero Alejandro Verón y la gente de Contingencias siempre responden y asisten, con lo que pueden. Contingencias está dedicado a todo tipo de emergencias y quizá sí estaría bueno tener una especificidad para la calle. Pero incluso nos responden en los albergues y ayudan a buscar soluciones. No es para felicitarlos tampoco pero hacen lo que pueden con los recursos que tienen. También es cierto que a veces la gente de calle no se deja ayudar.
La voz estatal y los operativos de asistencia
Yendo ahora a la otra parte de la nota, porque toda realidad se ve desde distintas aristas, la Directora de Contingencia Social y Políticas Alimentarias de la Provincia, Priscila Segura, detalla de qué manera el Estado mendocino (hoy administrado por el Gobernador Rodolfo Suarez) asiste a las personas en situación de calle y las emergencias en general.
"A nosotros el invierno nos ponen en alerta. De hecho en este momento me estoy yendo a un operativo que hemos coordinado con la muni de Capital. Es bastante interesante, no lo habíamos hecho nunca, así que espero que sea exitoso y que lo podamos hacer más seguido", cuenta al comenzar la charla con Post.
Para detallar la tarea cotidiana del área que ella dirige, agrega que la atención es siempre la misma; coordinan con el área de Desarrollo Social de los municipios y atienden a todas las personas en situación de calle en la oficina, que está ubicada en calle Delgado 218, de la Ciudad de Mendoza.
-¿Tienen contabilizada cantidad de personas en situación de calle o es muy relativo?
-No, pero generalmente es siempre la misma. Algún que otro nuevo, unos que entran a los albergues y después se vuelven a ir a las plazas, pero es más o menos la misma gente.
-¿Cómo es el operativo que realizan con la Ciudad de Mendoza?
-Salimos a las 8 de la tarde, nos encontramos en Arístides y Belgrano para recorrer el polo gastronómico. Hay gente del municipio, trabajadoras y psicólogas de la Dirección de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (DGP). Y otra parte hace todo lo que son las plazas y los espacios abiertos. También está la Dirección de Adultos Mayores y la Dirección de Discapacidad.
Cada grupo tiene una función. Por ejemplo, la DGP va en busca de menores que están haciendo trabajo infantil para brindarle a los papás de esos niños otra asistencia así sus sus hijos no salen en las noches a trabajar. Nosotros ofrecemos a las personas que están en situación de calle, albergue o los citamos a las oficinas nuestras. Si excede la edad, se deriva a Adultos Mayores, si tienen alguna discapacidad, a la dirección correspondiente y así los vamos atendiendo al día siguiente.
Respecto a la cantidad de albergues que funcionan hoy en el Gran Mendoza, la mujer que fue concejal en Maipú pero siempre se dedicó a temas sociales, detalla que son cuatro. Está la Fundación El Camino (con 70 varones); Remar que tiene uno de mujeres y niños (50 mujeres con sus hijos/as) y otro de varones (también 70) y uno en Guaymallén del grupo de La Dignidad (con 24 lugares).
"Los recibimos y de ahí en más seguimos el caso con una trabajadora social. La idea es que sea un lugar de paso para asistir la emergencia y ayudarlos. También contamos con subsidios económicos. Los ayudamos a hacerse el trámite del DNI, que suelen perderlo mucho y eso los limita en todo", detalla Segura.
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Por último, resulta interesante a modo de análisis conocer cada mirada respecto al funcionamiento de todo este sistema. Es decir, si bien el Estado hace su trabajo, también (evidentemente) se necesita de estos grupos solidarios que complementan la tarea del Gobierno. Y aquí la pregunta es: ¿si el Estado hiciera todo lo que debe hacer, serían necesarios estos grupos? Es que, de alguna forma, las redes de voluntarios hacen el trabajo que tendría que hacer el Estado que, a su vez, se "apoya" en ellos.
-Cristian García: Coincido con esa mirada y pienso lo mismo todos los días de mi vida: no deberíamos estar ahí. Y obvio que no está bueno que aparezcan más grupos porque significa que la problemática es más grande. Pero bueno, gracias a Dios están y se puede asistir todos los días a la gente. Si puedo decir que en cierto modo el Estado descansa en eso, hay como una dilatación del tema porque saben que la gente come todos los días. Cada vez que sucede algo, nos llaman a los grupos para poder acercarse a la gente de calle porque somos los que estamos en contacto con ellos a diario.
-Priscila Segura: Nosotros coordinamos un montón con las asociaciones. Yo trabajo mucho con los chicos.
Estamos para asistir, dar soluciones y trabajamos en conjunto. Pero sí, es una situación complicada, difícil. Además no todo el mundo acepta la ayuda. Eso creo que es lo más triste a veces. Tenemos una respuesta para darle a cada persona que está en situación de calle o en un momento difícil, pero no todo el mundo quiere salir de ahí. Es difícil el abordaje. Tenemos todo un equipo. Por ejemplo, Lourdes Puebla trabaja en la Dirección y trabajó mucho tiempo con los chicos de UPA (uno de los grupos de la Pastoral de Calle). Un operador también. Todas las situaciones que ingresan tienen una respuesta y en lo posible positiva.
Quizá la falencia nuestra es en el acompañamiento. Es muy difícil acompañarlos todo el tiempo. Hay que seguir trabajando para mejorar eso.