La muerte de Laprida, el procer que cayó en una batalla en Godoy Cruz
En el Barrio Batalla del Pilar de Godoy Cruz, hay una plaza que tiene una placa que recuerda a Laprida. Allí unas líneas de Borges, invoca a su antepasado en el "Poema conjetural". En el lugar hubo una cruel masacre que los Federales le propinaron a los Unitarios.
Laprida era bien conocido en Mendoza, inclusive había vivido y escrito -desde su óptica unitaria- en en diarios como "El Solitario" y "El Repetidor". También fundó "El amigo del orden", lo que le costó a mediados del año 29 la cárcel.
Para enfrentar a los federales de Aldao que habían sobrevivido a la batalla de Oncativo y querían reconquistar Mendoza, los unitarios, que habían tomado la provincia, se unieron a los sanjuaninos y pusieron este enorme ejército a las órdenes del Gobernador Rudencindo Alvarado.
Los federales lograron sitiar Mendoza que se quedó prontamente sin agua y sin víveres. El odio era espantoso y el enfrentamiento inevitable.
Las versiones de la muerte
Un poco más de 209 muertos fue el saldo trágico de la batalla del Pilar, entre éstos estaba Laprida cuyo cadáver nunca fue encontrado.
Como no hay evidencias de su cuerpo los dichos sobre el modo y lugar de su muerte son varios. Sevilla dice que "murió el 18, el 22 o el 23" de setiembre. Cita a Sarmiento, a Hudson y al propio Calle al cual lo refiere como testimonio de primera mano. A mi juicio resulta absolutamente creíble que haya fallecido el 22 de Setiembre de 1829, es decir en la batalla.
Cutolo dice que "logró huir pero fue alcanzado en calle San Francisco del Monte". Este criterio bastante fundado tiene un cierto respaldo en el historiador sanjuanino Horacio Videla (parafraseando a Sierra y citado por Calle).-
En mi opinión sólo pudo huir (con Barreda) a la zona de San Francisco del Monte (al este) donde los matorrales podían favorecerlo aunque la calle no tenía salida. Era imposible ir hacia el sur pues allí estaban los granaderos de Aldao. Al oeste el hoy canal Cacique Guaymallén. Hacia el norte iban las tropas del riojano Villafañe con casi mil llaneros bien montados.
También se dijo que su cadáver fue enviado al Cabildo al día siguiente y reconocido por el Juez Gregorio Ortiz donde en su pechera estaban las iniciales N.L. Lo cierto es que su cadáver nunca fue encontrado.
Sevilla concluye que se podría suponer que se encuentra el cadáver en algún lugar donde en el siglo XX se levantó el barrio homónimo o bien que fue arrojado a una fosa común entre tantos cementerios parroquiales o conventuales que en 1829 existían.
Cutolo lo ratifica con fuerza: nunca apareció el cadáver. José María Paz va mucho más lejos en sus memorias (sin mucho fundamento) donde dice que "el cadáver fue hallado después de un tiempo en un oscuro calabozo, donde sin duda fue enterrado vivo" (ver Cutolo). Esta versión llegó al extremo infundado de decir que fue enterrado vivo y los caballos enemigos le pasaron por arriba.
Lo más lógico es que Laprida haya huido buscando los frondosos callejones y carriles del este que a través de Jesús Nazareno le podían permitir la combinación en algún momento y poner rumbo a San Juan. Hay que advertir que Aldao había ordenado bloquear el camino al norte y al oeste.
Finalmente es de destacar de como salva su vida milagrosamente Sarmiento, reconocido por un negro sanjuanino que lo apresa y se lo entrega a José Santos Ramírez quien lo asila y lo protege a tal punto de salvarlo.
Hay que destacar que la masacre del Pilar se desencadenó cuando el Coronel Francisco Aldao a las 15 y 30 horas con bandera blanca fue a pactar la paz y allí a traición, de un pistoletazo en la cara, fue asesinado. Los federales enterados de ese crimen pusieron proa a la venganza. En en el crepúsculo de ese día el General Félix Aldao reconoce a su hermano muerto puesto sobre una cureña de un cañón, recubierto con un poncho negro. Joaquín Villanueva -sindicado como el responsable de esa muerte artera- es el primero en caer muerto de parte de Félix Aldao.
Cuando llegó la noche, Mendoza era saqueada por los vencedores. El Barrio Batalla del Pilar estaba poblado de muertos, entre ellos estaba Laprida. Así se callaba para siempre la voz que en 1816 le había dicho al mundo que nuestra Nación era libre e independiente.