Investigadores explican el comportamiento de nuestra memoria ante hechos públicos históricos, como el 11-S.
El misterio de los recuerdos "destello": ¿Qué hacías ese día?
El neurocientífico argentino Rodrigo Fernández estudia los recuerdos destello o memorias vividas (también denominadas "flashbulb memory"), una especie de memoria autobiográfica que involucra circunstancias personales vividas con un hecho público histórico, como por ejemplo el 11-S.
Es el clásico "qué estaba haciendo yo" cuando sucedió tal o cual cosa. En estos registros, suele ser más importante el contexto de recepción de la noticia que el acontecimiento en sí.
"Este tipo de memorias son un producto de eventos públicos significativos, novedosos, emocionales y que conllevan consecuencias en la sociedad. A veces recordamos mejor nuestra reacción al evento (dónde estaba, qué estaba haciendo y con quién, cómo me sentía, qué pensaba) que sus detalles", señaló el investigador del Conicet en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFYBINE), que depende también de la UBA, en diálogo con Infobae.
Algo muy característico de este tipo de memoria es que se sienten muy presentes, como si acabaran de ocurrir, aunque hayan pasado muchos años del hecho puntual.
También son muy sensoriales: involucran imágenes, olores, sonidos y sensaciones táctiles. Crean la sensación de que no se han alterado por el paso del tiempo, confiamos mucho en su exactitud, según explican expertos.
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Lo que desvela a los investigadores es saber por qué conservamos este tipo de recuerdo.
"Los recuerdos destello están más concentrados en los detalles del contexto. Y eso es muy importante porque pone de manifiesto la relevancia de lo social en la construcción de nuestra vida y nuestra identidad. En otras palabras: los recuerdos destellos nos sitúan como sujetos de la historia", sintetizó el psicólogo William Tamayo-Agudelo, profesor de la Universidad Cooperativa de Colombia, en Medellín, al mencionado sitio.
Nos vuelven "protagonistas" aunque hayamos estado a miles de kilómetros de distancia, refuerzan nuestra posición dentro de un grupo social, y sirven para demostrarnos a nosotros mismos y al resto que aquello en lo que creemos es importante.
Memorias de destello
El término memoria de destello fue acuñado en 1977, aunque los primeros estudios sobre el tema se remontan a 1899, cuando el psicólogo Frederick Colegrove, de la Universidad Clark, en Worcester, Estados Unidos, les preguntó a 179 adultos de edad media o avanzada: "¿Recuerda dónde estaba cuando escuchó que habían matado a Lincoln?", el presidente Abraham Lincoln fue asesinado en un teatro de Washington, en 1865.
Colegrove transcribió uno de los testimonios: "Estábamos con mi padre rumbo a A., en el estado de Maine, para hacer compras por mi graduación. Bajamos una colina hacia la ciudad y sentimos que algo estaba mal. Toda la gente parecía muy triste y había tanta excitación en el ambiente que mi padre frenó el caballo, se inclinó fuera del carro y preguntó qué había pasado. ?¿No lo sabe?', le respondieron. ?Lincoln ha sido asesinado'. Las riendas se soltaron de las manos de mi padre y, con lágrimas en los ojos, se desplomó sobre el asiento".
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"No todas las respuestas fueran tan vívidas como esta", escribió el investigador en la revista The American Journal of Psychology. "Pero 127 de los 179 dieron respuestas afirmativas y brindaron información detallada", señaló el investigador.
Hay distintos factores que contribuyen a la formación de este tipo de memoria como la intensidad emocional, su importancia o impacto sobre la identidad social, cuan sorprendente fue el evento, el número de veces que se evoca en distintos contextos y, por supuesto, la presencia en los medios o intercambios sociales, señala Fernández.
Aunque la mayoría de los recuerdos destello se refieren a hechos impactantes negativos, también pueden ser formados a partir de acontecimientos más felices de alta carga emotiva, como la llegada a la Luna en 1969 o un triunfo deportivo.
Qué tan fidedigna es nuestra evocación
Existen pocos estudios experimentales sobre los circuitos involucrados en las memorias de destello, sobre todo porque resulta prácticamente imposible crear y analizar eventos de esta naturaleza en el laboratorio. Sin embargo, una de las diferencias con el resto de los recuerdos autobiográficos es que parece haber una mayor participación de la amígdala, una estructura cerebral que juega un rol clave en el procesamiento emocional, explica Fernández.
Un rasgo singular de los recuerdos destello es que, con su rico despliegue de minucias íntimas, por ejemplo, uno puede describir la ropa que vestía en el momento de recibir una noticia o las palabras precisas de un interlocutor, transmiten la sensación de que son más precisos que los recuerdos ordinarios, que las evocaciones son particularmente confiables.
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Sin embargo, los investigadores ya saben que eso es una fantasía. "La ciencia ha demostrado que estas memorias pueden ser tan inexactas o más que las de otro tipo de hechos. La memoria es un proceso constructivo, dinámico, y todos los recuerdos, sin excepción, se actualizan con cada nuevo conocimiento o experiencia relacionado", afirmó el español Manzanero, quien es especialista en Psicología del Testimonio.
"Este tipo de memoria también está sujeta a olvido, errores y distorsiones como cualquier otra, aunque las personas no lo noten", coincidió Fernández. "Estudios recientes sobre el recuerdo del 11-S en las mismas personas a lo largo de los años, muestran que las personas olvidan algunos detalles de su experiencia personal o los cambian, pero el nivel de confianza en el recuerdo propio tiende a permanecer idéntico. El fin último de nuestra memoria no es un registro inmaculado de nuestras experiencias, sino su eficiencia: aumentar la probabilidad de evocar la información que uno necesita", añadió. De todos modos, es posible que persistan elementos centrales del recuerdo.