¿Qué pasaría si fuese posible ver la semana política más agitada del año, en simultáneo? El candidato arbolito, la pato, el león, la rusa, Sergio Tomás y Juan de las Sierras, en los ojos de un argentino al que no le quedan esperanzas.
Escenas de una Argentina en 360°
Según la física cuántica, el tiempo es un espacio funcional (y no un concepto lineal). En un multiverso donde esta teoría tuviera consenso, sería posible esta escena:
Un vendedor ambulante de 25 años que vive en Caspalá, un pueblo jujeño de 300 habitantes que se ubica a 3 mil metros sobre el nivel del mar, se coloca un casco de realidad virtual y puede ver en simultáneo las siguientes escenas...
...Un candidato a alcalde cambalachea desde una tarima dólares por billetes de mil pesos que le dan sus seguidores, durante un acto en el partido de Moreno. El muchacho filoespañol que ahorra en latas de atún dijo días atrás que para cuidar el dinero no había que ahorrar en pesos. El fiscal federal Franco Picard lo imputó luego de que Alberto Fernández lo acusara de dar un "golpe financiero" después de la corrida bancaria que hubo posterior a sus dichos y los del líder de su espacio político.
El jujeño con el casco gira su cabeza hacia la escena que transcurre a la derecha. En Mendoza, lo que parece ser una convención de camisas color pastel, es uno de los últimos actos de campaña de Juntos por el Cambio que se juega, con preocupación, sus últimas fichas ante un séquito que vitorea y se saca selfies con viseras de pato. Sí, vinchas con un pico chato, como el de los patos.
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La comandante Pato le habla a su gente con una retórica serpenteante, pero juega sus fichas rápido y primerea: "Ganamos en primera vuelta". Después atiende a Massa al que califica como "el peor ministro de Economía de la historia", aunque su plan económico no termina de ser claro. Por eso, evita los tecnicismo y asegura que va a acabar con el kirchnerismo, "ahora y para siempre". Una verdadera contradicción que el espacio del Cambio prometa la perpetuidad. Sin embargo, algo que debería preocupar a la comandante Pato es la tibieza con la que Macri, su garante político, se refiere al otro contrincante, la propuesta libertaria: "Es una agrupación no madura, sin volumen, sin equipo, fácilmente infiltrable. Que no puede garantizar ningún cambio".
Mientras tanto, el más pillo juega fuerte y entra por el órgano humano que más duele: el bolsillo. En una carrera contrarreloj por llegar al sillón de Rivadavia, el experimentado que coqueteó con todos te avisa, cuando pagas el boleto del bondi con la SUBE, cuánto te va a salir el boleto si le quitan el subsidio, cómo proponen sus enemigos. Curiosamente trabaja administrando la economía de país, pero mejor fingir demencia.
Además de estas chanzas, Sergio Tomás factura con una estrategia a la que han recurrido, en diferentes formas, casi todos los candidatos peronistas: negar a Alberto Fernández como Pedro ignoró a Jesús. Pero no tres veces, muchas, las que sean necesarias. El Presidente de la Nación, lejos de ser el jefe político de su espacio, es un abuelo abandonado en un geriátrico al que nadie quiere visitar.
Por eso Sergio Tomás organiza su cierre de campaña en una fábrica del Parque Industrial de Pilar y asegura que "su gobierno va a ser diferente a este". ¡Pero que alguien le avise que él es parte de este gobierno!
A Sergio Tomás no se le mueve un pelo. En su poligamia política, apuesta a todo sin escrúpulos. Se dirige al sector popular, el hit del peronismo y promete escuela pública, industria nacional, equidad laboral de género y finalmente se persigna, se despliega como el héroe nac and pop de una película y declama: "No me pregunten por qué, pero a los 6 años, sentado en el banco del colegio con un vecino mío, compañero mío que todavía sigo viendo, la maestra nos preguntó qué queríamos hacer. Él contestó, bombero, y yo, Presidente", contó.
El vendedor ambulante ahora ha cambiado el cuadro y mira hacia el centro de la pantalla. Allí está "Juan de las Sierras" que habla, como un hombre común, "del interior", a otros hombres comunes. Lo hace en un sitio llamado curiosamente "Quality" porque lo cordobés no quita lo cosmopolita. Allí, con un rabioso acento de provincia promete "quitarle el pie de encima al campo y "reducir a la mitad las retenciones a la producción agropecuaria y a fines del 2024 eliminarlas por completo". En medio de la arenga terrateniente, Juan omite nombrar al candidato que más inquieta y asegura que votar a ese hombre es "un viaje a lo desconocido".
Algo de razón tiene Juan porque al girar la mirada hacia la derecha, muy a la derecha, hay un holograma el cual, depende desde donde se lo mire, nuestro joven vendedor con su casco puede ver a un gatito mimoso o a un león.
Desde el fondo comienza a sonar un shofar, tambores, bombos en el Movistar Arena, que recuerda la estética goebbelsiana. Allí irrumpe el panelista de televisión que ya se siente presidente. Vestido como si estuviera en cadena nacional, con su habitual carisma totalitaria, repite el mantra económico: "Argentina puede ser Estados Unidos en 35 años".
"Primera vuelta la puta que lo parió" arenga mientras suena "Panic show" de La Renga, a pesar de que la banda en reiteradas ocasiones desautorizó el uso de su canción. No obstante, puertas adentro el libertario espera un mano a mano, un ballotage con Sergio Tomás. Sin embargo, la estrategia es mostrarse ya ganador para empujar los votos que empezaron a estar en duda, sobre todo a partir de la jugada de ajedrez de Unión por la Patria que avisó cuánto saldría el boleto de transporte público si gana aquel que quiere eliminar a la casta. Mientras tanto, Barrionuevo lo aplaude desde el público, acompañado de varios afiliados gastronómicos.
Al girar a la izquierda, el observador de Catalá da un respingo: el Movistar Arena estridente se derrumba por completo, como un edificio lleno de gente que acaba de ser bombardeado. En su lugar aparece la plaza San Martín de La Plata bajo la luz del atardecer.
Con la parafernalia de un centro de estudiantes, entre mates y mochilas de colores, la "rusa" pide: "No se queden masticando bronca en sus casas porque así no va a cambiar nada. Lo importante es que se manifiesten, se expresen y yo llamo a que voten con valores y convicciones, es el momento. No se puede votar ni a salvadores individuales ni con la nariz tapada, es muy importante votar por convicciones".
El muchacho de Caspalá se quita finalmente el casco. Se le hace tarde y debe seguir trabajando. Apoya el visor en el piso y piensa en todo lo que acaba de ver, se interpela y solo siente una sola certeza: tiene que seguir empujando el carro. Se frota las manos ásperas y continúa caminando por las calles del pueblo, sintiendo que gane quien gane, su destino ya está escrito.
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