La Selección Argentina se viralizó por un canto que todo el mundo condena. ¿Y si no hubieran prendido la cámara del celular? Disfrutar de la intimidad sin exponerla en las redes, en tiempos modernos, está prohibido.
Enzo Fernández y la obsesión por compartir todo en las redes sociales
Esta semana, la Selección Argentina sembró una inesperada polémica luego de obtener el título de la Copa América cuando los futbolistas albicelestes entonaron un cántico de cancha que ofendió a varios franceses y que desde el Viejo Continente tildaron de racista.
El que peor la pasó fue Enzo Fernández, el ex volante de River Plate, quien fue el que inició las estrofas y, para colmo, transmitió el momento en vivo desde su cuenta de Instagram, con el plantel de la Scaloneta cantando arriba del colectivo. Alguien se tomó el trabajo de capturar ese momento y compartirlo en las redes. La viralización normal en este tipo de situaciones hizo el resto del trabajo.
No obstante, mucho se habla del supuesto racismo por la letra de la canción. También, mucho se ha escrito para destruir moralmente al combinado argentino, pese a que todos alguna vez han estado del lado de los futbolistas albicelestes. Además, mucho se lo liquidó a Enzo Fernández, incluso propios compañeros del Chelsea de Inglaterra, en una postura incluso peor que la propia canción que entonó el mediocampista.
Pero poco se ha hablado del verdadero problema en cuestión, la profunda génesis que llevó a que este escándalo existiera y se dispersara por todo el mundo. Se trata del dilema de las redes, de esa superficial de necesidad de exponer cualquier momento que atravesamos y ese desaparecido respeto y valor por la intimidad, que ya no existe.
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Las redes sociales, en su silencioso trabajo de ya más de una década, ha llevado a la humanidad al consumo obsesivo de lo que hace el otro. Por ende, todo es obligado a ser filmado y compartido: la risa de un bebe, la gracia de un perrito, la caída de una persona, la piñadera a la salida del colegio...
Y ojo, porque todas esas necesidades traen consecuencias peores: personas o influencers generando y provocando deliberadamente situaciones que quedan expuestas en las redes y que sirven para viralizarse y generar los famosos likes. Incluso, esa obsesión por generar contenidos para las redes, muchas veces terminan en accidentes y muertes (personas cayendo por acantilados, o atropelladas por un tren, como algunos de los miles de ejemplos).
De seguir por este camino, la humanidad va transitando un camino que termina en la intolerancia y la destrucción. ¿Y si probamos apagando un poquito el celular, y disfrutamos de los momentos íntimos y especiales sin sentir la obsesión de publicarlo en las redes?