Una investigación neurocientífica demostró cómo y dónde se originan los efectos placebo y nocebo. Un avance para el tratamiento del dolor crónico.
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Un estudio sobre el cerebro descubrió cómo este órgano participa en la reducción o amplificación del dolor y la relación entre lo que se cree respecto a la medicación y los efectos placebo y nocebo.
La investigación se hizo sobre 27 personas a las que se les puso un dispositivo en el brazo que genera calor hasta un punto medianamente doloroso. Luego, se les aplicó una pomada pero, mientras que a algunos se les dijo que la pomada era para aliviar el dolor, a otros se les dijo que la misma aumentaría el ardor.
Mientras tanto, estudiaron a través de resonancias magnéticas funcionales, cómo se comportaba el cerebro.
Así descubrieron que, aunque a todos se les colocó vaselina (que no tiene ningún efecto sobre el dolor) aquellos a quienes se les dijo que se les daba una pomada anestésica sentían alivio, mientras que a quienes se les decía que la pomada elevaría el síntoma, sintieron más dolor.
Las resonancias demostraron que tanto el efecto placebo (disminución del dolor) como el nocebo (amplificación de os síntomas o efectos secundarios), se originan en el mismo lugar del cerebro pero que actúa de forma contraria en uno u otro caso.
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Este lugar es el tallo cerebral. Lo que observaron los científicos fue que, cuando se le decía a la persona que se aplicaba la pomada para aliviar el dolor, el tallo cerebral activaba neuronas que disminuyen la información del dolor mientras que activaba otras que actúan sobre la inhibición del mismo.
En cambio, cuando se les decía que aplicaban la pomada que acrecentaría el calor, el tallo cerebal hacía el efecto contrario: ampliaba la información del dolor y disminuía la actividad en las neuronas que inhiben la molestia.
De esta forma, esta nueva investigación recientemente publicada el el Journal of Neuroscience, demostró que tanto el efecto placebo, como el nocebo, que son imaginarios, se originan en base a los pensamientos de las personas, es decir, a lo que ellas "creen" que sucederá.
Este es un paso muy importante para el avance de las terapias para combatir el dolor crónico y para descubrir cómo el cerebro regula las sensaciones en base a los pensamientos.
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