Un informe de "Argentinos por la Educación" revela el impacto del receso de verano en el rendimiento académico de los estudiantes. Los sectores más vulnerables sufren mayores pérdidas. Cómo reducir la brecha.
¿Las vacaciones afectan el aprendizaje de los chicos?
Las vacaciones de verano son ese momento del año tan esperado por estudiantes como por los docentes. Se trata de un tiempo "largo" para descansar y desconectar del ciclo escolar.
Sin embargo, un reciente informe del Observatorio Argentinos por la Educación, titulado "Vacaciones de verano: evidencia sobre su impacto en el aprendizaje", plantea una problemática preocupante: la pérdida de conocimientos adquiridos durante el ciclo lectivo, fenómeno conocido como retroceso posvacacional de aprendizajes (RPA).
En promedio, los estudiantes argentinos "pierden" el equivalente a 47 días de clases durante el verano. Este impacto es más notorio en Matemática, con 65 días de pérdida, y en Lengua, con 54 días.
Sin embargo, no todos los estudiantes se ven afectados de la misma manera. El informe destaca que aquellos de niveles socioeconómicos bajos pueden experimentar retrocesos de hasta 97 días en comprensión lectora, ampliando así las brechas educativas. Por el contrario, los alumnos de sectores medios incluso llegan a mejorar algunas habilidades, como el reconocimiento de palabras.
El retroceso impacta de diferentes maneras en los distintos sectores.
Por otro lado, el documento sitúa a Argentina en el quinto lugar de América Latina en duración de las vacaciones de verano, con un promedio de 71 días de receso escolar.
Cabe recordar que en Argentina, cada provincia regula la educación que se imparte en su territorio y cuenta con la posibilidad de acortar o alargar el período vacacional.
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Este tiempo supera tanto al promedio regional (66 días) como al de los países de la OCDE (62 días). Perú lidera la región con el receso más extenso (87 días), mientras que México tiene el más corto (41 días).
En tanto que países como Estados Unidos y Reino Unido también registran retrocesos significativos en los aprendizajes durante el verano, especialmente entre estudiantes de contextos desfavorecidos.
Sin embargo, en sistemas con calendarios escolares más equilibrados y recesos cortos distribuidos a lo largo del año, como en Japón o Alemania, las pérdidas tienden a ser menores.
En Japón "reparten" las vacaciones en el año para que no pasen tanto tiempo fuera del aula.
Siguiendo la premisa de que mientras más tiempo se encuentran los chicos en las aulas, más fijan los aprendizajes, el informe propone varias estrategias para enfrentar el fenómeno del RPA. Entre ellas, se destacan:
Escuelas de verano: Programas de refuerzo académico que combinan actividades educativas y recreativas durante las vacaciones. En países como Estados Unidos, han mostrado beneficios significativos, especialmente en estudiantes de clase media.
Talleres de lectura guiada: Orientados a mantener habilidades de lectura constantes durante el verano.
Modificación del calendario escolar: Redistribuir los recesos para reducir el receso de verano y sumar pausas más cortas durante el año escolar. Esta medida ha mostrado resultados positivos en países que la implementaron, aunque los efectos suelen ser pequeños.
Tutorías personalizadas: Intervenciones enfocadas en grupos pequeños o individuales, que han demostrado ser efectivas para mejorar habilidades en Matemática y Lengua, particularmente en contextos vulnerables.
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En nuestro país, la autonomía de las provincias genera una gran disparidad en la duración de las vacaciones. Mientras Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero cuentan con 82 días de receso, provincias como San Juan, CABA y Corrientes tienen los más cortos, con 66 días.
Esta variabilidad representa un desafío adicional para implementar políticas educativas homogéneas que combatan el retroceso posvacacional.
El informe cierra con un llamado a tomar medidas concretas, tanto a nivel del sistema educativo como de las familias, para aprovechar el tiempo de receso como una oportunidad de aprendizaje enriquecedor y equitativo. "No se trata de escolarizar las vacaciones, sino de fomentar actividades estimulantes que permitan mantener habilidades básicas como la lectura y las matemáticas", concluye el análisis.
Los niños que reciben el estímulo para leer tienen menos retrocesos.
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