Finalmente logró su cometido y el nuevo mandatario de los Estados Unidos lo invitó a su fiesta. La sorpresa que se llevó el norteamericano y la Liga de las Naciones que se teje detrás.
El Presidente argentino le baila a Trump y Washington pide explicaciones
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las fuerzas del cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política. Mientras tanto, luego del éxito de la Casta de Gran Engaño, buscan nuevos formatos, aunque la realidad no les da respiro.
La motosierra resplandecía. El casco amarillo brillaba. La musculosa blanca lucía inmaculada junto a los tiradores. Karina había estado en todos los detalles. La música sin embargo había sacado de sus cabales a todos en la Rosada, pero nadie decía nada porque sabían que era el momento más esperado. Atrás había quedado el papelón internacional por el voto argentino que fue el único en contra de una resolución de las Naciones Unidas que insta a aumentar los esfuerzos para eliminar la violencia hacia las mujeres y niñas en los entornos digitales. Ciento setenta países apoyaron la resolución votada este jueves en la ONU, 17 se abstuvieron y sólo hubo un voto en contra, el voto argentino. Curiosamente, eso le valió un dolor de cabeza en la capital del país por el cual él se deslumbraba. Argentina se encuentra bajo escrutinio internacional en audiencias ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) debido a denuncias por recortes en políticas sociales y desprotección de sectores vulnerables. Lágrimas de zurdo, diría él más tarde. Su ánimo estaba exultante. Tal era su confianza que días antes lanzó la Fundación Faro, un think tank libertario con una cena en un hotel porteño, en la cual el cubierto costaba 25 mil dólares. El valor no es casual, cuando era candidato a presidente, decía que ese era el precio que cobraba por las consultas como economista.
Una noche especial
La invitación la recibió por mail. Era una especie de tarjeta de saludos, como esas que se enviaban a principios de los 2000. Al frente se veía la silueta de un policía, un indio sioux , un militar, un motociclista y un cowboy. Había una sexta figura que tenía su rostro y una motosierra al lado. Sí, había sido invitado a unirse a los Village People.
Se pasó todo el viaje en el avión ensayando la coreografía de YMCA. Los mastines pelearon con Karina porque les parecía que no debían viajar solos, él estaba absorto en una excitación paranormal. Pero la verdad es que las Fuerzas del Cielo estaban hartas de escuchar "young man, there's no need to feel down" y el baile de los bracitos formando las letras, así que pensaron que también eran vacaciones para ellos.
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El verdadero motivo de tan particular invitación era que la canción YMCA de los Village People era una suerte de ritual del presidente de Estados Unidos. Se trataba de una sorpresa preparada por Kennedy Jr. , un antivacunas, sobrino de JFK y el elegido para dirigir el departamento de Sanidad. ¿Por qué había elegido esa canción para homenajear al nuevo Presidente? Las iniciales significan"Young Men's Christian Association", una asociación cristiana centrada en la ayuda y la orientación de los jóvenes que terminó en un tribunal porque su simbología homosexual irritaba a la Iglesia. Por otro lado, el votante promedio de Trump es un nostálgico que abraza la estética de tiempos pasados: hombres blancos de mediana edad que visten estilos juveniles con looks que van desde el outfit militar de Vietnam hasta los Levi's de Bruce Springsteen. Y teniendo en cuenta el multiverso religioso, considerando el perfil de Kennedy antivacunas, que Dios salve la salud del pueblo norteamericano.
Los nuevos Village People se reunieron para practicar la coreografía: Sylvester Stallone, el policía; Elon Musk, el indio soux; Georgia Meloni, el motociclista; el turco Erdogan el cowboy, y él, el argentino, el obrero de la motosierra.
El espectáculo fue lastimoso, vulgar, más digno de un puñado de ebrios que de una "elite" de mandatarios y un actor envejecido y al servicio. Pero el patético show también era un sello de los vientos que corrían, la liga libertaria ortodoxa ganaba músculo. La pleitesía no era casual, hay un interés geopolítico y económico. Para los países emergentes, Trump podía significar clave para renegociar el acuerdo con el FMI y lograr mejores condiciones respecto a la deuda y para sumar inversores privados. Para las economías más viejas y hegemónicas, significa profundizar el modelo de la derecha, un orden global mercadocentrista que desconoce las minorías y combate la Agenda 2030.
Llegó un punto de la noche en el que Karina consideró que había sido demasiado. Él había comido demasiada azúcar, tenía la corbata en la cabeza y le cantaba canciones de Leonardo Favio a un mozo afroamericano de un metro noventa que lo miraba con muchas ganas de golpearlo. Lo tomó del brazo y se lo llevó al dormir. Pero al pasar al lado de Kennedy, Karina le preguntó porqué lo había elegido para ser parte de tan particular homenaje. En el descuido lo vieron al argentino besar los puños a Stallone y anunciar, ya borracho y en un inglés pésimo, a Rocky Balbona como el líder de la Liga de las Naciones, una organización intergubernamental cuya intención es promover la firma de tratados de libre comercio y cooperación militar, entre otros aspectos de la coordinación entre los países. El plan es construir un polo internacional que enfrente a la Agenda 2030 y que combata las banderas en materia de diversidad, justicia social, y minorías que levanta la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En esa carrera, al igual que el republicano, Giorgia Meloni (Italia) y Benjamín Netanyahu (Israel) son los principales aliados del mandatario.
Kennedy rió. No era el chico de la motosierra una mente brillante, pero sí un hombre blanco, católico y conservador, dispuesto a bailar para el Presidente del mundo.
Continuará ...