La curiosa lavandería del asesor omnipresente

Hay tramas que se van tejiendo en las sombras, fuera de la agenda, cerca del poder. La injerencia del "triángulo de hierro" en el ente autárquico que combate el lavado de dinero preocupa y deja en claro que los que no son aliados, quedan afuera.

La curiosa lavandería del asesor omnipresente

Por:Florencia Silva
Secretaria de redacción

 Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las Fuerzas del Cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política.

Las luces y sombras empezaban y acababan en la lavandería. Era un sitio recóndito, dispuesto en una de las alas de la residencia con menor circulación de gente común, un sector al que accedían solo los afines al círculo de hierro. Y los perros. Y el Presidente.

Los mastines merodeaban con especial celo el funcionamiento de la lavandería. Por definición era la garantía de una buena imagen, limpia, sin arrugas, sin manchas. Aunque puertas adentro tenía toda la pinta de ser un "kiosco" de favores políticos y nada se iba a interponer. Habían dejado en claro que el que no se alineaba, ¡afuera!.

Caputito, el "Parravicini" del triángulo de hierro.

Uno de los vértices del triángulo de hierro fue designado para presionar la lavandería, un organismo autárquico que funcionaba dentro de la Unidad de Información Financiera. Caputito, el asesor sin firma que constituía el tridente de poder con Karina y el Presidente, había empezado a inmiscuirse cada vez más en los asuntos ordinarios de esta dependencia que funcionaba dentro de una habitación a la que se entraba por una ventanita. Adentro, colgados de la luz, un grupo grande de migrantes sin documentos trabajaban a destajo entre doce y catorce horas por día. Estaban bajo las órdenes del abogado Ignacio Yacobucci pero que en la práctica casi había cortado diálogo con los mastines y el Presidente, por un llamativo hecho.

Un día recibieron una bolsa para lavar. Tenía polleras de la diseñadora Susana Ortíz, algunas camisas de Prada y un par de blazers de Pablo Ramírez. A Beatriz, una paraguaya que llevaba mayor antiguedad, le pareció haber visto el tapado celeste corte 3/4 con lazo a la cintura y botones plata en la tele: Si, había llegado ropa de Cristina para fregar.

El tapado de su último Tedeum.

El comentario se extendió e Ignacio Yacobucci impidió que lavaran ese bulto en su dependencia. Sabía que necesitaba la ropita limpia para sostener el fallo judicial que archivaba la causa Hotesur y por tal motivo apeló. Cuando se enteró la cúpula, hubo gritos, portazos, platos que se estrellaron por el aire. Le acababan de hacer la cruz al organismo y Caputito ahora presionaba más que nunca. Es que casualmente una Cristina limpia favorecía en el Congreso la votación del pliego del juez Ariel Lijo, en carrera hacia el Máximo Tribunal, algo que por estos días figuraba en la agenda de los mastines. Se trataba de una suerte de canje. Favor con favor se paga.

Ver: Condenaron a seis personas en Mendoza por lavar dinero del narcotráfico

Los lavanderos fregaban y fregaban con esa resignación de los que saben que la batalla está perdida. Sus salarios estaban 32% abajo del promedio del empleo público y el episodio de la cola less había sido contundente. Resulta que alguien dejó un bolso con conjuntos de baño de hombre y de mujer, con mucho olor a protector solar y manchas de Dom Pérignon  para ser lavados. Era un pedido con la etiqueta de "urgente". En ese momento, el segundo jefe Manuel Tessio, ordenó dejar esa ropa sucia como estaba e instruyó a la lavandería como querellante en la denuncia contra Martín Insaurralde , quién por esos días era intendente de Lomas de Zamora y lo investigaban por los ostentosos festines que se daba con su chica, Sofía Clerici. La rebeldía le valió el despido a Tessio y su lugar lo ocupó Santiago Martín González Rodríguez, un joven de la cofradía de Caputito. 

La UIF fue querellante en la investigación a Martín Insaurralde y le costó el puesto al número 2 del organismo autárquico.

El día terminaba y los lavanderos pidieron comida y nos les dieron. El contacto con la cúpula estaba cortado. A medianoche vino Caputito y les dejó tres empanadas por cabeza y una Prity grande para compartir entre treinta. No eran tareas del asesor estrella y vórtice del círculo de hierro de poder, pero era muy dedicado en su labor y se tomaba estas molestias para dejar en claro que en las sombras, él mandaba.

Continuará ...