Dos fallos de la Sala 2 Penal de la Suprema Corte de Mendoza abren la discusión en torno a si se debe seguir manejando con el sistema de salas en donde dos jueces imponen el criterio entre 7.
La polémica por el populismo en la Justicia Mendocina
El populismo (en cierta forma, "actuar para la tribuna" más allá de lo que diga el sentido común que hay que hacer) no es propiedad de derechas o izquierdas. La historia de la humanidad reconoce políticos, jueces, deportistas, periodistas, si se quiere, que juegan a ese juego que da aplausos instantáneos, pero efímeros.
A escala judicial, se denomina "populismo penal" al agravamiento de las penas que generalmente surge del clamor social ante algún caso impactante. Allí ocurre un encuentro entre espíritu de linchamiento, políticos, liderazgos sociales espontáneos e integrantes de la magistratura: "Lo pedís, lo tenés", parecen decirle a las turbas que buscan más que justicia, venganza.
Sin embargo, desde estos sectores aparece un señalamiento e sentido contrario. Enarbolan la bandera del populismo judicial del lado de los que se conocieron como "garantistas" (muy discutido término dentro de la Justicia, ya que se piensa que garantistas de la ley deben ser todos) y que en realidad pertenecen a un variopinto mundo en el que se mueven jueces, fiscales, defensores que buscan la abolición de la persecución penal en busca de medidas alternativas, acorde al pensamiento de Raúl Zaffaroni, o bien van y vienen en función de su "clientela" ideológica, académica o política.
Esto último suena fuerte pero es cierto: ya se sabe que ninguno nació de un repollo ni lo llevó hasta su despacho una cigüeña, salvo que tanto repollo como cigüeña resulten ser los pseudónimos de sus padrinos políticos o motes de los partidos de los cuales surgieron.
Hay, entonces, afinidades previas a la llegada a los cargos, por ejemplo, de los integrantes de la Corte, y también enemistades, prejuicios y vetos ideológicos que van más allá de la perimida calificación en torno a pertenencias a izquierda o derecha.
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