Por qué nadie entendió que pasó en la reunión de una comisión creada para informar cómo evitamos seguir enfermándonos (y muriendo) de Covid 19.
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"Desaprovecharon la oportunidad", esa fue la conclusión del vicegobernador Mario Abed cuando todo había terminado en el moderno edificio del Senado de Mendoza. Cuando los referentes de la oposición y los del oficialismo se achacaron culpas frente a cámaras y micrófonos. Pero nadie se hizo responsable de lo que pasó secretamente en el auditorio legislativo en el malogrado informe de la ministra de Salud Ana Nadal sobre el campaña contra la pandemia de coronavirus.
Abed soltó esa definición apuntando a la oposición, aunque aplica para todos los representantes parlamentarios. De acuerdo al comentario de los jefes del Senado "todos" habían votado que esa reunión sería secreta "para proteger la identidad de las personas fallecidas de Covid 19 y la privacidad de sus familiares".
Algo que fue refutado por el peronismo que se dio por enterado de esa condición ayer miércoles, porque según ellos, el oficialismo impuso su preeminencia y se decidió esta restricción de manera unilateral.
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Lo que nunca se hizo fue buscar algún mecanismo alternativo que permitiera la observación del acto oficial y salvaguardar ese aspecto atendible desde lo humano y lo jurídico. Por ejemplo, se podría haber afectado una parte del cónclave a puertas cerradas, para tratar el caso del registro de las muertes. Al final esta prohibición terminó siendo la noticia de un hecho supuestamente trascendente para la salud de la población.
A esta altura ya se difundieron todas las expresiones destempladas de uno y otro sector. Radicales contra peronistas sazonados con algo de los ex Protectora y en el medio todas las recriminaciones recíprocas. "No me dejaron terminar de explicar el informe y de responder las preguntas", se quejó la ministra Nadal. "Nunca respondieron nuestras preguntas o respondían con evasivas, nos ocultaron la información y hace que nuestras dudas se acrecienten", declamó a su tiempo Lucas Ilardo el jefe del bloque de senadores peronistas.
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Este pantano en que caímos todos, legisladores, periodistas y ciudadanía no es más que el estrés social en que nos encontramos bajo el efecto del virus que pone en evidencia cómo nos compartamos como sociedad. Parece una obviedad a catorce meses que comenzó esta tormenta biológica y que nos ataca la salud, trastorna los sentidos y la buena razón.
Pero alguien tiene que marcar la diferencia y para eso están los dirigentes, políticos en este caso, que no hicieron otra cosa que mirarse el ombligo y encerrarse contra todo criterio de interés público y permitieron que una reunión de interés general terminara siendo una riña en un callejón de barro.
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No hubo debate, hubo picoteo. No hubo transparencia, hubo silencio informativo y solo se pudo escuchar las quejas desgastadas de unos contra otros.
Mal (in)formados
¿Para qué sirve el periodismo? me lo pregunto cada vez con más frecuencia. Y me respondo ya forzadamente: para contar los hechos que nos importa a todos y todas, pero sobre todo para explicarlos por qué ocurren. Pero si quienes deben decidir el destino de la vida colectiva cierran la puerta entonces gana lo oculto. Quienes promueven estas actitudes quedarán encerrados en esas rencillas menores que nada tienen que ver con la representación ciudadana que dicen honrar y todos vamos perdiendo vidas.
Debe sonar ingenuo esto que escribo porque la sordidez es social también. No nos alarmemos si cuesta el uso del barbijo. No nos avergoncemos si un fin de semana se ven los espacios repletos de personas desaprensivas que no guardan el más mínimo cuidado sanitario. No lo hagamos, porque el fracaso es compartido, porque nadie piensa en la salud como un bien común. Eso es lo que se ve.
La explicación de lo que pasó en el frustado informe sobre la pandemia de la ministra de Salud en la Legislatura no es otra cosa que la pérdida de una oportunidad de la dirigencia política para acordar al menos que todos tenemos un enemigo en común que es el coronavirus en todas sus versiones. Por eso hasta ahora la pandemia nos está dando una paliza. Porque el virus no discrimina, ni sabe de grietas.