Trump ganó las elecciones de Estados Unidos y no le atiende el teléfono al presidente argentino que hace de todo por llamar su atención. La fiebre por el delirio del modelo nacional que choca contra el vasto terreno de la especulación.
Motosierras de exportación y la fantasía del teléfono que suena
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las fuerzas del cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política. Mientras tanto, luego del éxito de la Casta de Gran Engaño, buscan nuevos formatos, aunque la realidad no les da respiro.
Sentado en el sillón, con el resplandor azul que transmitía la luz del televisor, alternaba la mirada ansiosa entre el teléfono fijo que se hallaba sobre a mesita de té y la pantalla. No. Hoy tampoco iba a suceder. Ni mañana, ni pasado.
Tenía lista la campera deportiva y el sobretodo negro desde hacía semanas. Había ensayado muchas veces este momento. Lo recreaba en su mente una y otra vez: el teléfono sonaba, lo invitaban con honores, lo venían a buscar en un avión privado, aterrizaban en el helipuerto de la Casa Blanca. Ya en la Oficina Militar y en cadena nacional se abrazaban y él repetía "he´s my friend, he loves me!"
Se había convertido en la infausta Sara Goldfarb de "Requiem for a dream", aquella mujer madura de acaudalada soledad que vivía obsesionada con que la llamaran para concursar en su programa de televisión favorito y volver a usar el vestido rojo que tan feliz la había hecho aquel día de la graduación de su hijo Harry. Ella sabía que la prenda no le entraba y comenzó a tomar pastillas para adelgazar, aunque la hicieran alucinar.
Pero al igual que le ocurría a Sara, el teléfono de él seguía mudo y se exasperaba grabando una y otra vez videos en los que lo felicitaba por ganar las elecciones en EE.UU. e insistía en que Argentina estaba a sus pies para volver a hacer grande al país norteamericano. Los subía a Tik Tok, a Instagram. A veces los borraba porque lo invadía la frustración, pero después volvía a la carga. La camperita deportiva y el sobretodo negro esperaban tendidos sobre la silla el momento tan deseado, tal como el vestido rojo de la película.
Como Sara con las pastillas, la situación se salió de control. Empezó a grabar videos a toda hora y en cualquier lugar. Ya no era él solo, también empezó a involucrar a su séquito.
En unos hornos de ladrillos en Bahía Blanca le pagó a un grupo de diez obreros para que se dejaran filmar mientras él les ponía el pie en la nuca colorada por el polvillo mientras gritaba "¡down red neck!", en claro agravio a los campesinos sureños de Estados Unidos, identificados con ese mote peyorativo por sus cuellos rojos quemados por el sol durante el trabajo. Se puso un short de Rocky Balboa y obligó a Caputito a ponerse los de Iván Drago solo para noquearlo; vistió sueters navideños con venados bordados y pijamas a rayas; se filmó tomando baños de inmersión en Coca Cola y engordó como veinte kilos solo para agradarle a él y llamar su atención.
Los mastines estaban preocupados, la situación era un desmadre. Había incendios en todos los aeropuertos del país y recién el viernes por la tarde habían logrado poner algunos paños fríos y frenar las medidas de fuerza de la gente de Intercargo, al menos por algunos días. No hablaron de plata pero las Fuerzas del Cielo dejaron en claro que estaban dispuestos a iniciar el Procedimiento Preventivo de Crisis que podía impactar en la estructura de Aerolíneas Argentinas o devenir en su cierre definitivo y los gremios titubearon: "Se habló básicamente del Convenio Colectivo de Trabajo y las modificaciones que sugiere Aerolíneas, como parte de lo que ellos llamas Plan Integral", dijeron a la prensa y aseguraron una tregua, al menos por unos días.
Mientras tanto, la locura y la obsesión seguía. Karina abordó a un niño de diez años en un shopping y le ofreció una cuenta de Mercado Pago con 100 lucas para que apostara en un casino online. A cambio debía grabar una escena con él. El chico tenía que caminar desorientado y preguntarle, entre el gentío, dónde estaba el ascensor, recreando la clásica escena entre Macaulay Culkin y el presidente de los Estados Unidos en "Mi pobre angelito". Una suerte de homenaje berreta en un shopping tercermundista.
Karina, aún en su fase de hipertrófia y euforia a causa de los anabólicos, le había parecido un exceso la situación, pero le convenía mantener las buenas relaciones con EE.UU. Es que su nombre y el de sus padres había surgido en una serie de operaciones inmobiliarias efectuadas entre 2018 y 2022, a través de la sociedad Alkary Investments LLC, un acrónimo de "Alicia" y "Kary", según reportó la Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). Esta sociedad compró una serie de departamentos en Miami y generó deudas hipotecarias que culminó en un proceso judicial en ese país. Curiosamente, Karina declaró el patrimonio más austero de todos los funcionarios del gabinete.
Nadie sabía hasta donde iba a escalar la obsesión. Llevaba días en su habitación hablando solo, rozando el delirio. Llegó a proclamar que el presidente de Estados Unidos quería replicar allá el modelo argentino. "El propio Donald Trump incorporó en sus filas a Elon Musk para replicar la experiencia de lo que está haciendo Federico Sturzenegger y, de hecho, dentro de las cosas que Elon Musk me dijo, es que está en contacto ya con Federico para replicar ese modelo. Estamos exportando el modelo de la motosierra y de la desregulación a todo el mundo. Estamos cambiando el mundo, estamos haciendo un mundo más libre".
Durante la noche del miércoles, se recluyó en la Rosada junto a un traductor. Estuvo todo el día esperando comunicarse, pero no lo logró. El nerviosismo se apoderó de todo y finalmente sacó pasajes para caer a Estados Unidos a ver si logra aunque sea una selfie. Mientras tanto, en la Casa Blanca, hubo algo parecido a un milagro. El Presidente yanqui tenía muchas ganas de comer esas masitas rellenas de carne pero no recordaba el nombre. Entró a X, algo frustrado, vio los videos que le había dedicado su par argentino y dijo:"Oh, this guy ... Now i remember: ¡empanadas!".