La figura del ministro de Economía de la Nación se filtra por cada acuerdo explícito o no en el armado de las candidaturas. En nuestra provincia hay destellos de su accionar político en ese sentido.
Massa, escrito en la "letra chica" del peronismo de Mendoza
Sergio Massa es un factor. Es decir, el ministro de Economía de la Nación es una "multiplicación" de acciones y sus respectivas consecuencias y en distintas escalas. Es un signo "por". Lo es en dos condiciones, de modo continuo o alterno. Ese efecto también se da en la interna del peronismo de Mendoza en el proceso de las elecciones en Mendoza que comienzan hoy domingo 30, con las adelantadas votaciones PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias) en siete municipios, seis de los cuales son gobernados por el PJ.
Esa incidencia de Massa a veces es origen y otras es consecuencia. Quienes conocen de cerca las vinculaciones más complejas de la política económica aseguran que el dirigente tigrense tiene el whatsapp "más caliente de la Argentina y sobre todo con el exterior".
Ya lo tenía, pero ahora, aseguran, es cada vez más evidente, al ritmo de la crisis económica y financiera nacional traducida en inflación fenomenal. Por eso resulta verosímil imaginarlo chateando con un secretario de Estado norteamericano.
Por esas facultades figuradas, dadas o adquiridas Massa es una de las personalidades más relevante en el escenario de la política nacional y por ende del peronismo. Nadie parece dudar sobre eso. Massa también significa entonces una certeza en medio de esta incertidumbre dentro del partido justicialista.
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Qué quiere decir Massa en lengua peronista
Ahora, en este cuadro de situación ¿qué significa el dirigente tigrense para el peronismo mendocino? Por lo que subyace, en el microclima es como si Massa terminara siendo una medicación política de amplio espectro que hace "bien" aunque tiene contraindicaciones y efectos colaterales. Esto se ha advertido en voz baja en el desarrollo de llenado de los casilleros de las precandidaturas para las elecciones provinciales. Allí se insertaron massistas de Mendoza, por lo menos quienes se vinculan con la cartera económica nacional.
Para entender esto de manera más específica hay que rememorar lo reciente. Dos renunciamientos. Uno explícito y solemne y el otro a boca de jarro, a garganta pelada. El primero lo hizo Alberto Fernández con un video y con tono épico. Donde afirma que no intentará ser reelecto como presidente, un acto útil para ratificar su endeblez política. La segunda expresión es más sanguínea y reciente. Cristina Fernández gritó para ser escuchada más allá del Teatro Argentino de La Plata donde en 2007 también había lanzado su candidatura a su primera presidencia. Allí vociferó a la militancia que la ovacionaba: "¡No se hagan los rulos!", en alusión a la casi nula posibilidad de ser nuevamente aspirante a la Casa Rosada.
Con estas renuncias confirmadas (o casi), la de los Fernández, entonces el precipitado, el sedimento se decanta con nitidez. No hay posibilidades para el vacío en la física y menos si es peronista. Quien precipita es Massa como el más presidenciable del peronismo, siempre que llegue con la balsa del gobierno a la orilla de las elecciones nacionales.
Cómo se llega a la candidatura
La fuerza de gravedad hace que la "massa" ocupe los espacios intersticios. En ese sentido hubo un mandato para Gabriela Lizana la funcionaria del BICE y referente territorial denominada por el ministro familiarmente como Gaby.
Cuando todos los antiguos y neo massistas se hacían los rulos (al decir de CFK), cuando todos pensaban en cerrar acuerdos electorales por fuera y por dentro del PJ, la orden llegó y fue con un peso tal que terminó ordenando todo de una manera rara para la mirada política superficial.
"Todo dentro del frente, nada por fuera", fue el mandato con tono papal para los orgánicos que trabajan para el superministro. Y fue tan así, que Lizana firmó un acuerdo llamativo con el kirchnerismo local transparentando, dejando ver por la hendija un pacto nacional entre la vicepresidenta y el ministro.
Fue el reflejo en Mendoza del pacto CFK-Massa. Por eso Lizana se estrechó la mano con la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti, ambas delegadas de sus respectivas referencias nacionales. Por eso la productora y dirigente rivadaviense está donde está, ocupando una expectante posición de primera candidata a diputada provincial. Y por eso el candidato a gobernador por el kirchnerismo Omar Parisi, se expresó a favor de Massa en la inclusión del proyecto de la represa hidroeléctrica El Baqueano en el programa que le garantiza la compra de energía que producirá en la primera década de generación.
Esto parece la novedad, pero ya había massismo dentro del kirchnerismo local con José Luis Ramón, el diputado protector quien suscribe a la nómina del ministro desde que el mismo Ramón sacudía la frazada en el Congreso de la Nación. Aún siendo discreto, ese lazo se mantiene con legislador provincial socio del kirchnerismo y filomassista y que va por la reelección de su banca.
Como consecuencia de ese acuerdo casi institucional entre Cristina con el ministro quedó alejado de Lizana (en la apariencia) el ahora renovado precandidato a intendente de Las Heras, Rubén Miranda a quien se lo identificaba tramando en Mendoza políticamente para el massismo, pero terminó en las filas electorales de la lista que lidera Guillermo Carmona, enfrente de Lizana, pero dentro del frente, como mandó Massa.
A pero Massa...
Señalan que Massa es un "abrasador serial". No hay quien escape a esa situación si está dentro de su radar "abrasador". Por eso parece haber massismo en todos los estamentos y compartimientos de lo público y con puentes en lo privado. Se le reconoce la capacidad de negociación con sentido político y transferible, para generar compromisos o promover expectativas. La relación personal que sostiene con Jorge Difonso es una muestra, porque el sancarlino hoy en la oposición como socio de Omar De Marchi en la nueva alianza La Unidad Mendocina no niega su vínculo personal de años con el ministro.
Dentro ese nuevo paraguas demarchista hoy se protege de la soledad política el peronista Jorge Omar Giménez multi ex intendente de San Martín que volverá a intentarlo por fuera del PJ. Giménez fue hasta el mes pasado el delegado de Trenes Argentinos, empresa del Estado cuyos funcionarios responden políticamente a Massa, por eso el sanmartiniano necesitó el aval massista para ser "ferroviario" y ahora como candidato a intendente tiene el guiño tácito para serlo.
Entonces, para que haya regla, primero tiene que haberse identificado la excepción, dicen los teóricos normativos. A la regla massista de "todo dentro del frente, nada por fuera" le corresponde la excepción implícita y ya instalada de antemano, en base a las amistades que da la política por los espacios comunes que se transitan. El Parlamento es una usina de relaciones para ese fin y Massa ha compartido hasta no hace mucho el mismo ámbito con De Marchi quien es el vicepresidente de la Cámara de Diputados, que Massa presidió hasta el año pasado. Ese puente entre ambos dirigentes no se ha roto, a ambos les conviene resguardarlo como un hilo plateado.
En la dirección de esa flecha siga este curso: cultor de las relaciones interpersonales Massa nunca cortó el diálogo con el actual diputado nacional radical Julio Cobos, una relación fecundada desde 2003 cuando Massa era jefe de Gabinete de NK y Cobos gobernador mendocino radical K.
La trazabilidad de Massa
Esta descripción argumentada con situaciones de "posible realidad" es una resultante en que cae cualquiera que preste atención a la coyuntura de la tan zarandeada economía argentina. Quienes toman nota a diario de esto terminan visualizando que esos hechos son vallas caídas en el camino que marcan la marcha de Massa.
La trazabilidad de los movimiento del ministro se ve en el repaso de los datos en la libreta de apuntes donde están subrayados los acontecimientos sucedidos durante estas últimas semanas. Son los hechos ocurridos en distintos territorios políticos -aún aquellos sucesos que tomamos por obvios o sobreentendidos-.
El superministro avanza así, a veces de forma muy evidente y otras casi imperceptible. Esas movidas, las casi invisibles, las que son la "letra chica" de un convenio macro político lo van deslizando hacia lo que es hoy, pero que ya lo era. Desde cuando tenía 44 años y fue candidato a presidente con su entonces opositor Frente Renovador. Massa cumplió anteayer 51 años y ahora es oficialista, aliado de quien hace siete años fue opositor. Lo que no cambió es que es un presidenciable de un país en constante emergencia.