Un personaje desestabilizante vuelve al ruedo y todos se preguntan ¿qué es? Las especulaciones sobre sus cromosomas y un té con masitas que marca la cancha.
Un andrógino enloquece al Presidente en los Juegos PROlímpicos
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las fuerzas del cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política. Mientras tanto, luego del éxito de la Casta de Gran Engaño, buscan nuevos formatos, aunque la realidad no les da respiro.
El espíritu lúdico y competitivo de las Fuerzas del Cielo era una marca registrada de gestión. Fidelizaban y ponían a prueba todo el tiempo. Así lo hicieron con la Casta de Gran Engaño y ahora disputaban los Juegos PROlímpicos.
El Presidente se había dado el gusto de pasear por los jardines de la Rosada con una antorcha, montado en una bicicleta BMX. Mientras saltaba por encima de los ligustros gritaba que era "El Maligno". Karina estaba harta.
Era noche de boxeo femenino. De un lado del cuadrilátero estaba Pato, que a veces peleaba en contra y a veces a favor. Era una rival enclenque, con poca proteína que no amedrentaba demasiado. Y menos aún luego de tener en frente a su oponente: alta, huesuda, de ojos azules y helados. Maurice era una luchadora de aspecto andrógino que levantó murmullos en el público de la Rosada. El Presidente que oficiaba de referí pitó y dio comienzo al primer round, pero Pato no tuvo tiempo ni de transpirar. Maurice le dio un solo golpe que le fracturó el tabique y la dejó fuera de combate.
El Presidente se olvidó que su labor era impartir justicia y se volvió loco. ¡Es un hombre!, ¡es un hombre!, gritaba como quién ha desemascarado a un impostor. Maurice, mientras tanto alzaba los brazos y se apropiaba del triunfo en los Juegos PROlímpicos.
En las arenas de los mastines solo existían dos géneros posibles: oficialista y opositor. Sin embargo, Maurice desafiaba todos los preceptos. Tenía demasiados cromosonas X como para ser opositor, pero le faltaban cromosomas Y para ser oficialista.
Lo primero que trascendió desde su entorno es que el objetivo, en primera instancia, era aclarar de cara al 2025 que el PRO está vivo y tiene aguante. Por eso Maurice, después de dejar fuera de juego a Pato, organizó un té con masitas, para subrayar sus intenciones. Lo acompañaba su fandom, los de la primera hora: Jorge Macri, Nacho Torres, Rogelio Frigerio, etc.
Ver: Macri relanzó el PRO y en su discurso cuestionó el "entorno" de Javier Milei
A pesar del escándalo en el ring, también fue invitado el Presidente, porque Maurice no quería alejarse demasiado, le convenía estar cerca de su campo magnético aunque le marcaba la cancha en algunos aspectos: respetar la libertad de prensa (algo que le encanta atacar al libertario) y la división de poderes. Aunque también hay un tema álgido y es que Maurice rechaza la postulación del juez Ariel Lijo a la Suprema Corte y su gente en el Congreso ya avisó que votarán en contra.
Los mastines, mientras tanto, estaban muy preocupados en sostener el poliamor, la relación abierta con Maurice, a pesar de que tengan pocas certezas respecto a su género. Es que su naturaleza andrógina se presenta como una amenaza para la independencia política de Las Fuerzas del Cielo, más allá de que en ambas cámaras del Congreso mantengan una simpatía que hormoniza la gobernabilidad. Maurice sabe que lo necesitan y por eso juega, insinúa, seduce con el sex appeal de ambos géneros. Apoya, pero no va a perder su identidad.
Llegó la hora del té y Maurice es el último en llegar, los invitados hace rato esperan, incómodos y mirando sus celulares. Maurice hace su ingreso al salón con un atuendo dorado, como saturando su amarillo natural, con un tema de AC/DC de fondo. Es un guiño al Presidente que rockea cada vez que puede, aunque Maurice tiene menos rock que el Canal Rural. Toma la palabra, habla de los años fundacionales del partido y después mira a los ojos al Presidente y le asegura que "lo respalda".
Los mastines que todo lo ven, están en su central nodriza siguiendo minuto a minuto la merienda y se relajan. Están convencidos de que la fusión se va a dar en breve, de forma natural, como si fuera dos caminos que están destinados a ser y esos cromosomas díscolos que le faltan para ser oficialista van a aparecer.
Pero llegando al final del encuentro, ha quedado una sola masita en la mesa del té. Ambos la quieren y se miran con disimulo pero Maurice, sin ponerse colorado, se la lleva a la boca y le dice con sus ojos azules traicioneros "mirá que para casarse, primero hay que convivir".
Continuará ...