Gestos, definiciones, autocrítica del ex presidente esta mañana en la entrevista que compartimos con Andrés Gabrielli en Radio Nihuil.
Así lo vi a Mauricio Macri
Conocí a Mauricio Macri en el año 2001, antes del estallido que se llevó puesto al gobierno de Fernando De la Rúa. Con más pelo, y el bigotito fino que solía usar, había llegado a Mendoza de la mano de Omar De Marchi para una recorrida política y mediática. Ya era presidente de Boca, exitoso, y había sido un empresario visible del holding familiar. Aún no existía el frente "Compromiso para el Cambio". Esa tarde, De Marchi lo llevó al diario Los Andes, donde los gerentes de entonces lo recibimos en el directorio, un ambiente formal y recoleto. Para romper el hielo, le reclamé que dejase jugar a Juan Román Riquelme en la Selección. Había eliminatorias pero Argentina ya estaba casi clasificada al mundial de Corea-Japón. "No..." me dijo. Y discutimos de fútbol.
Desde entonces, varias veces lo entrevisté en su periplo como diputado nacional, jefe de gobierno porteño, presidente de la Nación y ahora ex presidente. Esta mañana, se quedó una hora en el estudio principal de Radio Nihuil, donde compartió "el pase" entre Primeras Voces y Te Digo lo que Pienso. Junto a Andrés Gabrielli, lo entrevistamos intentando tocar todos aquellos temas que se pueden hablar con un ex presidente.
Una vez pasadas las formalidades, los saludos, revuelo de técnicos, cámaras y periodistas, y tras un par de preguntas de Andrés, hice algo disruptivo que no recomiendo a ningún periodista, porque salirse del lugar no figura en los manuales, no está bien. Y es difícil retomar el hilo correcto. Le reclamé a Macri, fuerte. Porque lo voté primero en 2015 a causa de una diversidad de razones, la principal, haber creído en que el cambio era posible en el país. Luego, persistí en 2019 "...en defensa propia..." le dije. Y apreté en un resumen la saga de inflación, tarifazos, destrucción del empleo especialmente en Mendoza, y toma de deuda. En definitiva, el fracaso económico de su gobierno. Al final, le pregunté qué tenía luego de semejante experiencia, para ofrecer a los argentinos. Se molestó por el tono. -¿Terminaste la catarsis? - preguntó. Y luego ofreció las explicaciones que ha hilvanado, que son conocidas. Se reconoció como un presidente que nunca tuvo el poder que necesitaba, probablemente con un equipo corto de convicciones. "Cristina nunca se fue..." admitió. Su queja sobre el trato que le dispensó el kirchnerismo durante su gobierno "sin mayorías" fue constante.
La entrevista fue y vino por la política, la economía, las críticas del ex presidente al kirchnerismo "que es la peor versión del peronismo", al manejo de la pandemia, al populismo. Y fue autocrítico de su gobierno también. "Pido disculpas por los errores..." ofreció en un momento de la charla. "Probablemente nos comimos más pozos de los que debimos comernos" dijo.
Vi a Macri con una importante dosis de energía y optimismo. Con los años ha aprendido de la política. Las piñas y las derrotas enseñan mucho. Pero rehuyó las respuestas concretas. Cuando le señalamos sus dos causas judiciales más recientes dijo que era "perseguido" y que todo era "mentira..." pero no ofreció explicaciones puntuales que debe estar reservando para la jueza María Romilda Servini.
En una de esas causas, funcionarios de su gobierno y un empresario mendocino resultaron imputados por la supuesta persecución a Cristóbal López para quedarse con sus empresas. Los emergentes más conocidos de ese caso son Fabián "Pepín" Rodríguez Simón y el corredor mendocino Orlando Terranova (h). "El Señor Abad que es impecable los denunció por haberse quedado con 1.000 millones de dólares de impuestos que usaron para jugar al Monopoly y comprarse empresas... ¿Y ahora son víctimas?" - se defendió señalando a López. Alberto Abad fue el titular de la AFIP y es uno de los citados en la causa. En otro expediente más reciente la Oficina Anticorrupción lo denunció, acusándolo de ocultar acciones de una empresa. "Mi familia, mis funcionarios, yo... todos somos perseguidos..." se quejó.
Buena parte de la charla transcurrió por la economía. Y aunque tiene claro el diagnóstico de déficit corriente, pobreza altísima, y serios problemas para financiar ese déficit sin inflación, toma de deuda o un ajuste social feroz, no tuvo Macri respuestas concretas a "qué hacer". No pareciera tener hoy un verdadero plan económico para una eventual sucesión a un gobierno kirchnerista. El ex presidente se siente más cómodo describiendo una actualidad que percibe como pre democrática. Está convencido que este año es clave para que la Argentina se defina entre "Nicaragua y Venezuela" -donde matan o encarcelan a los opositores- o una república. "Somos el cambio o no somos nada" dijo, al quejarse de una Argentina "mafiosa".
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A lo largo de la charla no paró de mandar mensajes en clave política. A los integrantes de Juntos por el Cambio para que paren un poco las internas, al gobierno, a Cristina, a Alberto Fernández, y también en el plano local. Se quejó del carácter demandante de Alfredo Cornejo ("nada le alcanza..." dijo) y destacó a Rodolfo Suarez por haber "resistido los atropellos de este gobierno, a los DNU, y a querer encerrar a los argentinos" en la pandemia.
Es raro para alguien a quien le cargan la responsabilidad de un fracaso de proporciones importantes. Pero a Macri se lo ve bien, tranquilo, potente, optimista. Probablemente cometió más errores que los que le imputan quienes le votaron, pero también tuvo algunos aciertos que cuesta ver tras la niebla espesa de la economía.
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Sin embargo, tuvo razón el ex presidente en una de las afirmaciones que hizo esta mañana en la radio. Logró no irse en el helicóptero, primera vez para un gobierno no peronista en 92 años. El 40 % de los votos de 2019 dejaron una oposición fuerte capaz de equilibrar el ecosistema político. Y en todo caso, eso es bueno para la democracia. Lo que sigue, lo dictará la historia de un país que no para de acumular frustraciones.