En su discurso, el presidente argentino dijo que impulsará un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Esto implicaría la reforma del Mercosur o su eventual desaparición, y un quiebre con Brasil.
Sale Brasil y entra EEUU: el "jugadísimo" plan de Milei
Durante el discurso de anoche, el presidente Javier Milei anunció que va a impulsar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Pero si Argentina llegara a firmar un TLC por fuera del Mercosur, automáticamente quedaría afuera del bloque regional que comparte con Brasil, Uruguay y Paraguay, planteando una serie de interrogantes y escenarios complejos y reconfigurando el mapa comercial y político del país.
Entre los principios fundamentales del Mercosur está la aplicación de un arancel externo común y la prohibición de que sus miembros negocien acuerdos comerciales por separado. Esto significa que cualquier acuerdo de libre comercio con terceros países debe ser negociado por el bloque en su conjunto. "Argentina no puede firmar un acuerdo con Estados Unidos fuera del Mercosur sin romper el bloque regional", alertó un funcionario mendocino que trabajó durante años en el bloque. La intención de Milei de avanzar en un TLC con Estados Unidos desafía directamente esta normativa.
"La normativa actual del Mercosur establece que los miembros no pueden firmar acuerdos individuales con otros países si estos comprometen aranceles de importación y exportación acordados por el bloque. Para un acuerdo bilateral con Estados Unidos, Argentina debería salir del Mercosur", insistió otra fuente consultada.
Entonces, si Milei y Donald Trump firmaran un Tratado de Libre Comercios, habría un cambio de paradigma en la economía de Argentina, en la que Brasil sería apartado y el principal socio comercial pasaría a ser Estados Unidos.
Por un lado, esa transición representaría una serie de riesgos y abriría un sinnúmero de interrogantes y temores, especialmente pensando en las exportaciones argentinas a Brasil, un país que, en un escenario sin Mercosur, podría abrir una línea directa con China y, por ejemplo, desplazar al ajo mendocino.
Pero a la vez un TLC con Estados Unidos podría abrir nuevas oportunidades, sobre todo porque Trump ha insistido en levantar "barreras proteccionistas" salvo con algunos pocos socios entre, a la luz de lo dicho por Milei, estaría Argentina.
Este debate no es nuevo en el Mercosur. Hace un par de años, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, ya intentó negociar un TLC con China, lo que generó tensiones con sus socios regionales, particularmente con Brasil y Argentina, bajo el mandato de Alberto Fernández. Lacalle Pou argumentó que el Mercosur necesitaba modernizarse y permitir mayor flexibilidad para que sus miembros pudieran avanzar en acuerdos comerciales que fomenten el desarrollo económico, y ahí se quedó.
Hoy en día, Milei también plantea una reforma en el Mercosur para que, eventualmente, sea compatible con un TLC entre Argentina y EEUU, por ejemplo. Pero el antecedente uruguayo permite inferir que esta alternativa sería inviable, principalmente por la resistencia de Brasil y, más específicamente, del lobby paulista.
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Algo impensado 20 años atrás
Difícilmente un extranjero que haya estado en Argentina hace 20 años comprenda que, hoy en día, el mismo país esté impulsando un Tratado de Libre Comercio, ni más ni menos que con los Estados Unidos.
En efecto, en 2005 se produjo aquella "contracumbre", liderada por Néstor Kirchner, sus socios regionales y la figura de Diego Maradona, que rechazó el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre de Mar del Plata, impulsada por George W. Bush.
Aquel evento contó con una fuerte carga simbólica, enarbolando un discurso de defensa de la soberanía frente al "imperialismo norteamericano", que el kirchnerismo utiliza incluso hoy.
El tratado actual promovido por Milei refleja un giro radical hacia un modelo abiertamente pro-mercado y alejado de la retórica antiimperialista de 2005.
Mientras que en 2005 la prioridad fue consolidar el Mercosur y fortalecer proyectos regionales como la UNASUR, ya desaparecida, el enfoque actual busca acuerdos bilaterales más pragmáticos, dejando de lado las cuestiones ideológicas y enfocándose en resultados concretos para estabilizar la economía.