La grieta está de vuelta y más peligrosa que nunca. La nueva palabra que aprendió el Presidente y no para de repetir y la alerta máxima contra la paz social.
El viaje de Javito al país de los odiadores
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las Fuerzas del Cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política.
El calor lo ponía inquieto. Desde chico, durante las noches pegajosas de enero, deambulaba en cueros, perseguía mosquitos con una ojota, veía películas eróticas con personajes disfrazados de perros. Hacía de todo menos dormir. Una noche se sentó a ver "Poné a Francella" y se enteró que Telefé finalmente lo había retirado de la programación ante el enojo generalizado de gran parte de la población. "¡Progres de mierda!" se puso a gritar mientras rompía con las manos una bandera wiphala.
Era una pésima ecuación: mientras más insomne se mantenía, más iracundo e irracional se ponía. Para muestra basta precisar que cuando llegó al Foro Davos llevaba 48 horas en vigilia y dijo algunas cosas sobre las cuales pasó Mengele y dijo que era un montón
Los mastines hablaron con Karina. Las decisiones la tomaban en esa mesa chica pero era ella la que ejecutaba. Le preparó un sanguchito de milanesa con un juguito de ayahuasca y un miligramo de alprazolam. Dudó. Le parecía mucho. Pero la verdad es que la tenía harta y quería dejar de escucharlo por unas cuántas horas.
Cayó planchado. Puertas adentro se iniciaba una pesadilla inolvidable para él. A su lado se sentó el músico Lead Belly, el inventor del blues, quién lo sacudió, le tendió la mano y de un tirón le gritó "¡Woke!" que es una deformación fonética de la expresión en inglés "wake up" que significa despertar y que él fue el primero en instalar, allá por los años cuarenta, pare referirse a la lucha de la comunidad negra en Estados Unidos. Así empezaba el trip de Javito.
Su cuerpo no era el mismo, era pequeño, tenía las manos diminutas de un niño. Caminaba solo por una ciudad desconocida. Triadas con un montón de hijos de género fluido, varones trans embarazados, mujeres trans dando misas en lenguaje inclusivo: esa era la postal de Dios, Patria y Familia imperante. Un hombre negro, alto y musculoso, lo tomó de la mano y lo retó por haberse ido de su lado. Luego, otro hombre llegó exclamando alivio tras el susto. Tenía un marcado acento mexicano. Se besaron brevemente en los labios y lo alzaron en brazos. Supo que esos eran sus padres.
Javito despertó en un cuarto teñido de arcoíris. Los muros vibraban con un murmullo constante: eran 2.517 voces femeninas en la cabeza de Javito que le susurraban nombres: Laura, Griselda, Micaela, Beatriz, Miriam ... los espíritus de todas las víctimas de femicidio de la última década repetían sus nombres.Una luz de neón, instalada en el borde del espejo, brillaba con las palabras "Love Wins".
Los papás de Javito tenían una intensa actividad social. Habían presentado un proyecto para desfinanciar programas de prevención de violencia de género y hacia heterosexuales pero se los prohibieron. Por medio de la resolución 11167/2024, la Justicia le ordenó al Ejecutivo no desmantelar ni desfinanciar las políticas de prevención y asistencia a mujeres y niños. El Gobierno había apelado la medida y exigió que se habilitara la feria para anularla. Fue el mismo día que avisaron que iban a proponer eliminar la figura de femicidio del Código Penal aunque en mesa de entrada les avisaron que eso implicaría violar compromisos internacionales que asumió el país al suscribir a convenciones que abordan la discriminación estructural y que con este accionar se meterían en otro kilombo con países aliados.
El tiempo en los sueños no trancurre en forma lineal. Ahora Javito tiene 17 años y está a punto de decirle a sus padres que es heterosexual. Hay miedo y ansiedad pero está dispuesto a salir del clóset y no volver más. La respuesta es la esperada. Sus padres, el hombre negro y el mexicano, son un matrimonio tradicional y conservador que no van a aceptar esas desviaciones dentro de su hogar. Además es sabido que una pareja conformada por un hombre y una mujer es casi garantía de pedofilia. Javito intentó explicarles que en la Argentina, según un informe elaborado por Unicef y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos , entre octubre de 2020 y septiembre de 2021, se registaron 3.219 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual. Sus agresores fueron en un 56,5% familiares y los abusos se dieron en un 36,2% en hogar "tradicional".No había nada que hacer. Le dijeron que era un "cáncer a exterminar" y que debía irse.
Las parejas poliamorosas lo miraban en la calle con desprecio. Una noche lo acorralaron en un callejón. Eran cinco, con bandanas arcoíris y tatuajes que decían "Justicia Social". Lo golpearon hasta que su sangre pintó el adoquín como un manifiesto silencioso. Lo dejaron allí, roto, sin más testigo que una luna que parecía burlarse de él.
Encontró refugio en una pensión clandestina. Eran todos blancos, heterosexuales, católicos. Entre ellos estaba Karina, una exfuncionaria que había sido destituida por no acatar una ley que obligaba a los comercios a exhibir productos etiquetados con pronombres inclusivos. También estaba Néstor, un padre de familia que había perdido la custodia de sus hijos por enseñarles que el matrimonio también era posible entre un hombre y una mujer.
Javito empezó a organizar a los miembros de ese gueto en contra de la equidad racial y social, el feminismo, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico y el derecho a abortar.
Se despertó horas después, resaqueado, sin entender que había pasado. Lo último que recuerda de ese extraño sueño es que había una multitud que lo vitoreaba, pero sabía que no estaba ganando. Solo estaba huyendo de una masa de personas que no lo iban a dejar en paz.
Continuará ...