Los mastines que todo lo ven, esta vez no la vieron. Fueron engañados y la histórica función de los jubilados como carne del juego político quedó expuesta una vez más.
El tinder de abuelas, la movilidad jubilatoria y un "caballo de Troya"
Cada noche, el país se paraliza para ver La Casta de Gran Engaño, el reality más visto de la Argentina. Chiquito Romero, Mónica la pobre, el Negro Tecla, Laura la monotributista, Karina el jefe, Toto y otros jugadores que entran y salen por votación del público, disputan el triunfo. Conan, Milton, Murray, Robert y Lucas digitan las reglas y deciden el destino de los participantes ...
La hambruna dio resultado, en las calles, en las redes, nadie hablaba de otra cosa. Pero era necesario revertir la jugada a tiempo, la Casta de Gran Engaño se mantenía siempre al límite y era fundamental mantener el equilibrio, al borde del abismo, pero sin caer. Esa adrenalina es la que tenía en sus garras a la audiencia de todo el país.
Conan y los mastines vieron la voracidad con la que los participantes comieron el guiso que hicieron con el bolsón de verduras que Barbarita Flores le entregó a Mónica la pobre y sonrieron en silencio. El acto de comer era un acontecimiento con una altísima carga simbólica, una fuente inagotable de recursos. Murray lanzó una idea a la mesa que a todos les pareció genial. Tomó su teléfono y descargó la aplicación.
En la casa los jugadores estaban mansitos, con la panza llena. Mónica la pobre tejía pulseras con macramé bajo el sol del otoño y Chiquito Romero jugaba un fútbol tenis con Toto. Karina el jefe, bien calladita, le había dado unos besos a una tuca y descansaba en la reposera escuchando a Chayanne.
Ver: Si aprueban una nueva fórmula de movilidad, así quedarían las jubilaciones
Gran Engaño habló por los altavoces. Les dijo que a partir de este momento la casa proponía un nuevo desafío: cada uno iba a tener un celular que funcionaba solo para usar una aplicación: Tinder de Abuelas. Cientos de perfiles de señoras de la tercera edad con destacada habilidad en la cocina estaban disponibles. Los que hicieran match serían visitados por ellas y les cocinarían esos platos que solo las abuelas saben hacer. Los resultados no se hicieron esperar.
Dos días después se abrió el portón y entraron ellas: Petrona, Elva y Pocha iban ataviadas con cacerolas, ristras de ajo alrededor del cuello, ramas de romero en los bolsillos del delantal y lentes Ray Ban negros al estilo Sarah Connor.
Todo era felicidad, el Negro Tecla ya estaba poniendo la mesa, Laura la monotributista se cambió el jean apretado por un joggin, para comer con la panza suelta. Sin embargo, las cosas nunca son lo que parecen.
Las tres abuelas empezaron a hacer un repiqueteo con los pies que fue ganando intensidad. Pocha empezó a lanzar gritos tribales y a golpearse los muslos en posición encorvada, de ataque, mientras las demás la imitaban y ponían caras de desquiciadas. Estaban haciendo un haka. Las señoras habían burlado al sistema y ahora tenían a todo el país mirándolas y no iban a desaprovechar el momento.
Cuando terminaron, Pocha, la abuela que se encontraba en el medio de las tres sacó de su cartera una piedra y la alzó con el puño cerrado. Era una de las que habían llovido en el Congreso en 2017 cuando deliberaban en la era Macri por una nueva fórmula jubilatoria.
Ellas eran parte de "La Norma Plá" un grupo radicalizado de abuelas que planeaban golpes y sabotajes mediáticos con el único fin de poner en evidencia la vulnerabilidad del grupo al que representaban. Sebastián Romero, el "Gordo Mortero", las organizaba en una casa tomada en los suburbios. Ensayaban tácticas, estrategias. Petrona sabía usar muy bien el celular y había visto como los activistas ambientales le tiraban pintura a cuadros de Rembrandt en la National Gallery de Londres. A partir de esta idea, diseñaron un Caballo de Troya. Engañaron a los mastines con el Tinder de Abuelas para entrar a la Casta de Gran Engaño. Con toda la atención sobre ellas, iban a mostrar los dientes como representantes de la resistencia de la tercera edad.
Nada de cocinar sopas ni mermeladas caseras. Estaban hartas de ser carne de oportunismo político. En 2017 "el Gordo Mortero" estuvo primero prófugo y después preso por la salvajada en el Congreso cuando intentaban votar el cambio en la movilidad jubilatoria. El kirchnerismo casi se había inmolado en contra de esta fórmula, por poco eran mártires por la causa de los viejos. Pero después, con el arribo de la fórmula Fernández-Fernández, fingieron demencia e impusieron una fórmula aún más perniciosa que la de Juntos Por el Cambio. Ahora el Presidente avisó que si es aprobada esta ley la va a vetar, tal como Cristina vetó el 82%, con el pretexto de que "quebraría al Estado".
Elva, la más bajita de las tres, de aspecto compacto, rudo, con voz de fumadora de Parisienne empezó a hablar: Somos La Norma Plá, la resistencia de la tercera edad. Si el Senado aprueba esta fórmula, el Gobierno va a meter más motosierra para no dañar el equilibrio fiscal. La oposición dice que es solo medio punto del PBI pero el Gobierno insiste en que no va a financiar el gasto social ocasionado por el manejo defectuoso del Fondos de Sustentabilidad, los vicios del sistema de recaudación y todos los que cobran sin aportar.
Lo que se votó en Diputados marca que en la recuperación inicial de las jubilaciones se pague el 8%, la diferencia entre el 20,6 de la inflación de enero y que el gobierno solo aplicó a la movilidad jubilatoria un 12,5. Así como que el haber mínimo no debe ser menor al valor de una canasta básica de adulto mayor (actualmente de 250.286 pesos mensuales), más 1.09 (un 9 por ciento). Además sostiene que la fórmula de movilidad no quede atada solo a la inflación, sino que también contemple los salarios; es decir que si la inflación bajara y la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) la superara, a las jubilaciones también les impactaría el 50% de esa diferencia a través de un ajuste semestral. Y que en el caso de las deudas con las Cajas Provinciales no transferidas al Estado Nacional y los juicios con sentencia firme sean solventadas con la asignación específica que destinan a la ANSES algunos impuestos nacionales, como el del cheque, PAÍS e IVA.
La perorata de Elva fue interrumpida por el Negro Tecla que repitió por lo bajo ¿solo medio punto del PBI?. Gran Engaño, lanzado a la furia desatada por la burla en la que habían caído con la trampa de "La Norma Plá", vociferaba ¡¡Me importa tres carajos!!, ¡¡Me importa tres carajos!!,¡¡Me importa tres carajos!!.
Las abuelas de "La Norma Plá" iniciaron otro haka y Chiquito Romero y el Negro Tecla lloraban de risa viendo a Karina el jefe comiendo con la boca abierta un sánguche de mondongo porque le había dado el bajón después de la tuca. Nadie se iba a atrever a tocarles un pelo a tres ancianas así que cuando terminaron el haka se abrazaron victoriosas, una de ellas agarró una de las cámaras que transmitía en vivo y le imprimió un sonoro beso. Laura la monotributista les dijo amablemente que era mejor que se fueran y antes de salir por el portón, Pocha metió su mano en el puño de su saco, sacó un bollito de billetes de 50 pesos, se los puso en la mano a la mujer y le dijo "tomá nena, comprate algo lindo".
Continuará...