En el final de la Casta de Gran Engaño se enfrentaron Mónica la pobre y Karina el jefe. ¿Quién ganó? El invitado sorpresa que ya todos conocen y que anticipa lo que se viene.
El viajero del tiempo, la gran final y los amigos que siempre vuelven
Cada noche, el país se paraliza para ver La Casta de Gran Engaño, el reality más visto de la Argentina. Chiquito Romero, Mónica la pobre, el Negro Tecla, Laura la monotributista, Karina el jefe, Toto y otros jugadores que entran y salen por votación del público, disputan el triunfo. Conan, Milton, Murray, Robert y Lucas digitan las reglas y deciden el destino de los participantes.
Había llegado el final. Los mastines siempre jugaban una carta más y este capítulo, esta edición de la Casta de Gran Engaño concluía con el desembarco de un personaje de bajo perfil, pero muy conocido para los memoriosos.
Karina y Mónica la pobre estaban en la gran final. Y era justo porque habían sido las más estrategas de todos. Chiquito Romero, el Negro Tecla, Laura la monotributista habían construido más comunidad que competencia y esto no era un viaje de egresados. En cambio, un pobre o una pobre en este caso siempre es un fusible, por algo los candidatos los besan. Un pobre es un recurso político. Una pobre que capitaliza su carencia se convierte en referente. Karina era su némesis. Mónica bailaba cumbia, fumaba Red Point y le hacía ofrendas al Gauchito Gil. Karina madrugaba, se duchaba con agua helada en invierno y no hablaba nunca, pero cuando lo hacía en algún lado caía muerto un gorrión.
La noche empezó a tiempo. En vivo, de un lado del televisor, un país entero mirando; del otro lado, los seis jugadores expectantes. Estaban en el living cuando la puerta de ingreso se abrió y entró el conductor de la gala, el que coronaría a la ganadora de la Casta de Gran Engaño. Era calvo, vestía un conjunto de lino negro y una pashmina de hojarascas hecha de finas láminas de cobre que tenía en cada hoja el nombre de una ley - cien en total - y que a medida que se iba moviendo, iban cayendo. Entró abriendo los brazos, con el carisma y la confianza del Lobo de Wall Street. Sturze sonrió a la cámara y su diente de oro brilló.
Las redes estallaron. ¿Dónde habíamos visto antes a ese hombre? En X las especulaciones corrían. Ese pelado era como un Duna blanco, lo habías visto miles de veces, la familiaridad con su cara fue instantánea. Los memoriosos aparecieron. "¡El mega canje del 2001!"; "¡la fuga del 2018!"; ¡"el padre de la deuda externa!".
Lo que la gente no sabía era que Sturze era un viajero del tiempo que permanecía congelado como Walt Disney y cada cierta cantidad de años lo revivían cuando hacía falta un cirujano de pulso helado. Lo revivió De la Rúa en el 2001 cuando firmó el Decreto 648/01 que habilitó la operación del "Megacanje", que consistió en un canje de bonos para retrasar los plazos de pago de la deuda a cambio de un importante incremento en los intereses y renunció dos días antes del anuncio del corralito. En 2018 lo revivió Macri, justo para la época en que se fugaron más de 10 mil millones de dólares de reservas a presuntos fondos especulativos, entre ellos, JP Morgan como el más destacado. Y ahora, los mastines y Gran Engaño volvían a revivirlo para darle la espada del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado y las 27 bolas de poder que aniquilan al enemigo: el Estado. Gran Engaño gobernaba. Sturze venía a reinar.
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El conductor de la gala le habló al público y a los participantes. Informó que las finalistas debían cumplir un último desafío: sin equivocarse, ni repetir debían recitar en menos de un minuto los puntos del Pacto de Mayo en lenguaje inclusivo. Ese detalle se le ocurrió a Gran Engaño por pura diversión.
Karina y Mónica se pusieron frente a frente, cada una con auriculares, y tomaron en sus manos los micrófonos: "1. Le inviolabilided de le propiedad privade 2. El equilibrie fiscal innegociable 3. Le reducción del gasto públique a niveles históriques, en torno al 25% del Producte Brute Interne 4. Une educación inicial, primarie y secundarie útil y moderne, con alfabetización plene y sin abandone escolar. 5. Une reforme tributarie que reduzca le presión impositive, simplifique le vida de les argentines y promueva el comercie. 6. Le rediscusión de le coparticipación federal de impuestes para terminar para siempre con le modele extorsivo 7. Le compromise de les provincies argentines de avanzar en le explotación de les recurses naturales del paíse. 8. Une reforme laboral moderne que promueva le trabajo formal. 9. Une reforma previsional que le dé sostenibilidad al sistema y respete a quienes aportaron. 10. Le aperture al comercie internacional, de manera que le Argentina vuelva a ser protagoniste del mercado global".
Chiquito Romero lo gritó como un gol. Todos los participantes estaban con Mónica excepto Toto que apoyaba a Karina como quién apoya una heladera contra un freezer.
El sonido del suspenso invadió la casa, la música de la tensión subió a todo volúmen, el país no respiraba y Sturze los miraba a todos, con el nombre de la ganadora entre sus dedos, disfrutando de verlos transpirar, que es lo que hacía desde tiempos inmemoriables.
¡Móoooooonica la pobre! anunció con la voz engolada y casi a los gritos mientras caía una lluvia de papelitos plateados y el Negro Tecla la subía en andas y Chiquito Romero y Laura la monotributista se desconocían de alegría y se daban un sonoro beso en la boca. Hubo explosiones en las calles, gente subiendo a las redes fotos de tatuajes con la cara de Mónica, remeras, tazas, memes, stickers de Whatsapp, reels en Tik Tok y un sinfín de repercusiones. Mónica recibió de premio un voucher para ponerle membrana a la chapa de su casilla y las de toda su familia en la villa. Se convirtió en conductora de un streaming y cocinó guiso para todos sus fans en el obelisco.
El Negro, Chiquito y Laura recibieron como premio un manual Espasa Calpe y una tabla periódica para terminar el secundario porque Gran Engaño, mientras ellos estaban en la casa, había anunciado un Plan Nacional de Alfabetización.
Entre los penales atajados del Dibu y la explosión de Mónica como la nueva abanderada de los pobres, los mastines muy relajados abrieron un Estiba Reservada 2017 de Catena para agasajar a Sturze que le dio la mano al hombre que se acababa de sacar la máscara de Gran Engaño. Toto servía las copas y los tres giraron a la derecha al mismo tiempo y miraron a la cámara con un gesto imperceptible en los labios que ratificó que estabamos, otra vez, ante un Déjà vu.