Los incidentes y la golpiza al ministro Sergio Berni después del crimen de un colectivero, demuestran un alarmante grado de descomposición social y de los principios de autoridad. Hay una sociedad inflamable, de la que se debe tomar nota.
Cuidado con la chispa que puede encender el "Que se vayan todos" y otro 2001
No les importó nada. Lo tenían servido. "Regalado" como se dice hoy en la calle. A Sergio Berni le llovieron trompadas desde los cuatro costados, pañales con su correspondiente carga fecal a modo de bala de mortero, piedras, lo que encontraron a mano. Al ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires le partieron la cara, literalmente. La imagen de su rostro ensangrentado es la noticia del día. Berni había ido a intentar apaciguar una dura protesta de choferes de colectivos en el cruce de General Paz y Ruta 3, con su particular estilo de cowboy solitario. De hecho, fue sin custodios a enfrentar la manifestación embravecida por el crimen del colectivero Pedro Daniel Barrientos, de la línea 620. Esta mañana, a las 4:30 y cuando comenzaba su servicio, el chofer quedó preso de una balacera a bordo de la unidad, entre un grupo de delincuentes y un Policía de la Ciudad que ya estaba en el colectivo. Fue en el barrio Vernazza, de Virrey del Pino.
El asesinato disparó una protesta que adquirió rasgos muy peligrosos. Los colectiveros compañeros de Barrientosy otros de 86 líneas diferentes habían armado un piquete en R3 y General Paz y cortado el tránsito. A media mañana llegó el ministro de seguridad Sergio Berni, en helicóptero, y caminó los 300 metros que lo separaban del nudo del piquete. "¡Berni! ¡La concha de tu hermana!" se escucha en el sonido ambiente que captaron los canales de TV que estaban en el lugar cuando el funcionario aún no llegaba al nudo del piquete. Lo recibieron al canto de "¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!" y enseguida le asestaron la primera trompada. Cuando los incidentes que pudieron costarle la vida al ministro llevaban dos minutos, el helicóptero volvió a buscarlo. Tardó una eternidad. Todo fue un caos. Berni estaba casi sin custodia, sólo un policía. Unos policías de la CABA le ayudaron. Le llovieron trompadas, una le dio de lleno en la cara y le abrió el rostro. Otra lo dejó casi nocaut tirado contra un paredón de la colectora.
En medio de los forcejeos, empezaron a llover piedras, botellas, vidrios, hasta que la infantería de la Bonaerense logró armar un pasillo seguro para sacar al funcionario a los empujones, porque el ministro estaba "sacado" y se quería quedar. El episodio, peligroso, duró media hora. Pero dejará secuelas y probables consecuencias políticas.
El germen de la crisis social
Se escuchó de todo en medio de la protesta. Los choferes estaban hartos de pedir seguridad en la zona en sucesivas reuniones. Y su compañero asesinado se jubilaba en días. Los colectiveros, quedó claro, están hartos de salir a trabajar todos los días sin saber si vuelven a su casa.
Luego de los incidentes, los vecinos se descargaron con todo con los periodistas, y señalaron los kioscos narco de la zona, dónde se venden drogas, y la cantidad de denuncias que habían hecho. En un momento, luego de la paliza a Berni, los choferes empezaron a cantar "¡Que se vayan todos!", comandados por alguien que parecía ser un dirigente sindical. Una periodista de Canal 13 le preguntó:
- ¿Quién se tiene que ir?
- Todos. Se tienen que ir todos. El Congreso, todos...- respondió.
Lo que ocurrió este mediodía allí en el corazón del AMBA es un signo grave. Una chispa como esa puede encender un 20 de diciembre. Un asesinato más de un trabajador, y esto no lo para nadie, en un contexto de inseguridad gravísimo en la provincia de Buenos Aires, más pobreza, inflación, y desesperanza. Hoy nos lo dijo en nuestro programa Te Digo Lo Que Pienso que se emite por Radio Nihuil, el consultor Fernando Moiguer, mientras estos incidentes se desarrollaban. "La única movilidad social ascendente hoy la dan dos actividades ilegales. El narcotráfico y la corrupción política".
La protesta en sí fue muy caliente, pero darle un tsunami de trompadas a un ministro del gobierno -que cometió una imprudencia muy grave al ir solo al piquete- es un paso más, en la desintegración social generada por el hartazgo.
Una chispa puede provocar un incendio, y parece que la política sólo tiene bidones de nafta para apagar el fuego. Por eso crece la figura del economista Javier Milei, que representa la antipolítica total. Y mide más que cualquier otro candidato a presidente aún en zonas muy pobres. Lo mismo, en las muy ricas.
El hartazgo social se manifestó hoy en las trompadas a Sergio Berni, de colectiveros dolidos por el asesinato de su compañero y amigo de la línea 620. Pero también fue el cruce de un límite, y marca la dilución del principio de autoridad.
El "Mendozazo", el "Cordobazo", el "Rocazo", entre otros grandes conflictos sociales empezaron por hechos puntuales, y por protestas que derivaron en caos, represión, justificaciones luego de cualquier atrocidad.
El 1 de diciembre de 2001 Domingo Cavallo anunció el corralito, en medio de una gravísima crisis económica, financiera y política del país. En pocos días más, comenzaron las protestas y los saqueos, que empezaron por Mendoza y Entre Ríos. Se declaró el Estado de Sitio. Entre el 19 y el 20 de diciembre cayó el gobierno. La consigna era "Que se vayan todos" y hubo 39 muertos en las calles, principalmente de Buenos Aires. El Congreso y varias oficinas públicas y bancos fueron vandalizados. Esa memoria nos quedó registrada a fuego. La semana pasada, en Mendoza se activó el sistema judicial-policial ante un grupo de personas que se manifestaba en las puertas de un Átomo en Corralitos. No eran piqueteros pidiendo comida, sino asambleístas del CEC en una reunión sindical normal.
Los incidentes de hoy con Berni demuestran que hay grandes sectores de la población dispuestos a todo, hartos de todo. Principalmente y como marcan las encuestas, de la inflación y la inseguridad. Si la clase política no está registrando que hay un "principio de incendio" sería bueno que tomen nota de lo ocurrido. Porque las señales son alarmantes.
Luego, no habrá bomberos que alcancen.
Golpearon en una protesta a Sergio Berni, ministro de Seguridad de Buenos Aires