Es el día del balotaje. Se termina un trayecto del año electoral que nos mantuvo con nervios crispados. Esta es la séptima vez que votamos en el año. Qué país imaginamos a partir del 10 de diciembre. La incertidumbre es el principal síntoma de una población estresada.
TTV: lea el prospecto y luego vote
Quiero decir y admitir que este texto sería titulado en principio como: "No positivo". Sería lo más adecuado, pero con el riesgo de sonar trillado elegí el que se evidencia al comienzo, con el deseo que nos ayudemos a pensar, porque juro que en mi caso releeré esta nota antes de ir a la Escuela Tropero Sosa de Godoy Cruz donde está la urna que me corresponde por el padrón electoral.
Aquel eufemismo ("mi voto no es positivo") que utilizó Julio Cobos siendo vicepresidente para decir que votaba en contra de la kirchnerista resolución 125 de las retenciones móviles a las agroexportaciones marcó el inicio de una época de polarización de la política.
Hace 15 años de aquel acontecimiento ocurrido en el Senado de la Nación. Fue durante el invierno de 2008 y desde esta perspectiva ahora se ve como un presagio que está sucediendo. Aquel sentimiento de incertidumbre que embargó al país otra vez está instalado, pero entre los 35 millones de personas que estamos habilitadas para votar hoy entre Sergio Milei y Javier Massa o como sea, que esté bien expresado.
Ver: Quincho: el Pacto UCR-PJ, por qué miran a Alaska y ¿Massa o Milei?
El punto es que aquella expresión cobista nacida de la encerrona política de quien en función era el vice de Cristina (hoy silenciosa vice del presidente callado de salida) lo hizo célebre, tanto que ahora viene como anillo al dedo para graficar lo que sentimos como votantes. Nuestro voto no será positivo.
Será un voto anti, en mayoría, por lo que cada candidato representa para un sector de esta población que votará por séptima vez en el año.
Si Alfonsín viviera podría ver que la democracia que él parió goza de buena salud en Argentina, aunque en realidad si la observara detenidamente podría diagnosticar que padece de una especie de mal que hace enmascarar los síntomas que la ponen en riesgo de modo degradante.
• También podría desdecirse Don Ricardo, y caer en cuenta que con la democracia no se logró comer bien, ni se consiguió un trabajo formal y bien pago (con los aportes previsionales y la cobertura social correspondiente). Precarizados somos.
• Se daría cuenta que los mecanismos institucionales mantienen el sistema a flote y porque el golpismo y las asonadas militares dejaron de ser las herramientas útiles de los sectores reaccionarios más ultra de la derecha argentina. Ahora hay otros golpismos más sutiles.
• O porque los grupos guerrilleros dejaron de "soñar" -amenazando y atentando armados- con una patria socialista y se dieron cuenta que el antiperonismo también los incluye.
• O porque Argentina generó un movimiento popular alterno que la misma población en buena porción, ahora rechaza. Polarizados estamos de hace tiempo.
• O sea, Don Ricardo podría coincidir en que estamos atrapados en una caja mordiéndonos la cola, pensando en que el enemigo está detrás para traicionarnos con el puñal entre las ropas y quizá somos nosotros mismos que repudiamos lo que hacemos y somos. Argentos somos.
Un paréntesis zondeado
Estos días dimos prueba de esta contradicciones e imposturas y en particular en Mendoza. Lo apuntado son los comentarios posteriores al zonda que para el mendocentrismo y el mendoexitismo no ocurrió. Las reacciones fueron más devastadoras que el mismo viento.
Como el azote no golpeó el área metropolitana entonces "no hubo zonda" y eso hizo que las recriminaciones socarronas arrasaran porque el viento "solo" corrió en el Sur, el Valle de Uco y la zona cordillerana, es decir fuera del radio de Palmares al sur, Maipú al este, El Challao al oeste y la plaza Marcos Burgos de Las Heras al norte. O sea, el "AMBA" de Mendoza no fue afectado por el lejano viento.
Todos tus votos
Sobre este balotaje con el cual definiremos el nuevo presidente queda por decir dos aspectos antes de votar. Primero que ninguno de los dos presidenciables son representativos de las mayorías.
Que uno profesa el sistema institucional todo emparchado como está, con sus desigualdades enquistadas históricas. Con políticas sospechadas y manifiestas de coptación del Estado. Sus detractores utilizan la duda, justificada, sobre sus intenciones reales para gobernar un país que ahora lo tiene como ministro de Economía. Los que impulsan el voto antiperonista meten miedo advirtiendo que si gana se vendrá otro ciclo como el kirchnerato.
El otro, quiere darlo vuelta todo y ser un demoledor de la estructura estatal y quienes promueven el voto en su contra dicen que quiere un país dolarizado como Ecuador con todo lo que eso representa. Razones no le faltan para la sospecha inoculada en las personas votantes porque el economista especialista en "hacer riqueza sin plata" reivindica el "milagro argentino" de su inspirador Domingo Cavallo, quien llegó a conferenciar en aquel pequeño y respetable país sudamericano, donde el 80 por ciento de las personas son de pueblos originarios y componen grupos de familias pobres "estructurales".
Ver: El problema más urgente para el próximo presidente, gane quien gane
Hay encuestas, muchas que ponen en pie de igualdad a ambos, otras ven prevalecer a uno sobre otro y varias han dado con un alto grado de indecisos. Muestras de opinión de voto tomadas a cuatro días de sufragar que registran hasta 12 por ciento de personas sin definir su elección. Esto aumenta la presión a la persona votante porque si ese porcentual refleja la real realidad, entonces sepamos que la elección se define dentro del cuarto oscuro a último momento. Esto conlleva la posibilidad también que crezcan los votos en blanco, es decir meter sobre vacío en la urna.
Mapa inestable
El país no es igual en todas las provincias, parece una obviedad, pero a la hora de proyectar la distribución de los votos, esta es la premisa en que piensan los candidatos para hacer sus proyecciones y pensar con qué se encontrarán al abrir las cajas electorales.
Uno quiere, aspira, a conseguir un 30 por ciento de los votos en CABA, en Santa Fe, en Córdoba y en Mendoza y hacer la diferencia con la Provincia de Buenos Aires.
En cambio el cálculo del otro contendiente es proporcionalmente al revés. Pretende lograr una ventaja abrumadora entre, 80 o 90 por ciento en los distritos CABA, Santa Fe, Córdoba y Mendoza e intentar el 30 por ciento de los votos en territorio bonaerense.
Para las 18:00: alea jacta est, la suerte estará hechada, y solo tendremos que esperar el resultado de nuestras decisiones minadas de dudas.
Hay una certeza, a partir del 10 de diciembre, habrá ajuste fiscal (motosierra) o equilibrio fiscal (ajuste sin motosierra), según sea el presidente. Para el caso es la misma medida con distinto método. La inflación, el peor de los impuestos para la empobrecida población argentina, es lo que hay que parar para barajar y dar de nuevo.