El frenesí antes del "dia D", al borde de la locura. Campaña, chicanas y más.
Crónica de la última semana con Doctor S. y Mister J.
Solo tengo un pensamiento en claro: necesito un jarabe para la tos y una pasantía en el Banco Central.
Ha sido una de las peores noches desde que convivo con las voces. Doctor S .y Mister J. perdieron todos los escrúpulos en la última conversación. Hice todo lo posible por mediar, por pretender que hablara uno por vez, por entender que quería cada uno, pero terminé vencido, nadando otra vez en clonazepam, con este camisón blanco.
Los tengo bien identificados. Doctor S. habla y se oye el Cuarteto de Oro. Las palabras terminadas en R suenan estiradas como la sonrisa de Gardel. Es mentiroso y tose mucho. Mister J. habla y suena de fondo Lucia di Lammermoor de Donizetti, escupe cuando habla e hiperventila si escucha algún ruido a su alrededor.
Con el correr de los días todo empeoró. Ya no podía salir a la calle, ni leer los diarios, ni Twitter. Cualquier título era motivo para que empezaran a tirarse los muertos que cada uno tenía en el placard. Doctor S. le recordaba a Mister J. la vez que se disfrazó de demonio con la cara de Juan Pablo II y salió a pedir golosinas en Halloween por el country de Valle Claro. Mister J. no se quedó atrás y acusó a Doctor S. de organizar un baile gratis en su casa, ponerle diurético a la bebida y cobrar el baño 10 pesos el minuto.
Los altercados eran permanentes. Si Mister J. decía ajuste, Doctor S. decía jubilados; si Doctor S decía 2x1 en páncreas, Mister J. decía con la nuestra; si Doctor S. decía hospital público, Mister J. decía Cristina, si Doctor S. decía psicofísico, Mister J. decía rosadita. Tugo, casta, motosierra, hermana, merca, loco, clona, transa, trosko, facho, bla bla bla.
Por eso decidí convocarlos a una conversación final. Podía vivir con una voz en mi cabeza, pero no con dos y me estaba volviendo loco. Estos son algunos de los cruces que recuerdo de esa noche y el veredicto que les dí.
- Doctor S. dijo que a comienzos del siglo XX solo el 6% del país no era pobre: inchequeable. Los datos oficiales comenzaron a registrarse a principios de la década del setenta.
- Mister J. dijo que el 3,5% de los delitos del país son condenados en Argentina: Cierto. De 1,7 millones de delitos denunciados en 2021, aproximadamente 50 mil tuvieron condena.
- Doctor S. dijo que Mister J. propone la vuelta de las AFJP: es real, Mister J quiere un "sistema de capitalización privado" para que los trabajadores le paguen los aportes a una empresa que invierte ese capital y le reditúan con intereses cuando se jubila. Las Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones fue una de las insignias del menemismo y estuvieron vigentes hasta 2008. El 75 % del dinero de las jubilaciones privadas fue invertido en títulos y acciones del sistema financiero, que se fueron a pique desde 2007. El Estado no tuvo más alternativa que rescatar a esas empresas para que los jubilados alcanzaran a cobrar la mínima. En 2009 se volvió al sistema de reparto.
- Mister J. dice que Argentina tuvo en los últimos 123 años, 113 de déficit fiscal: es real, la diferencia entre los gastos y los ingresos totales del país, incluyendo el pago de intereses de la deuda, coinciden con los publicados en una serie histórica confeccionada con datos del Ministerio de Economía y el libro Dos siglos de economía argentina, de Orlando Ferreres.
El resto de la conversación no la recuerdo porque se salió de control. Doctor S. tosía en la cara de Mister J. y este se ponía cada vez más rojo, gritaba, escupía y amenazaba con el bramido de una motosierra. Doctor S. repetía sin respirar trabajadorestrabajadorasbarriospibesmujeres ...
¡Me había vuelto loco! Salí corriendo a la calle con el camisón blanco y me subí a un tren. La gente se corría para verme pasar, completamente demente. Doctor S. me susurraba, si no podés pagar ahora, imaginate con Mister J. que quiere sacarte el subsidio. Estas cosas enloquecían a Mister J. que me gritaba ¡te quiere meter miedo! ¡ochenta millones de pobres! La gente se abrió en el pasillo del vagón y caí arrodillado, desvanecido, de cara al suelo, entre la estación Unión y la estación Avanza.
Acabo de despertar, las voces de Doctor S. y Mister J. no se oyen más. Me siento repuesto. Me veo bien en el espejo. Alguien me acomoda el traje, me ajusta el nudo de la corbata. Escucho el murmullo de una multitud afuera y sé que esta vez son reales, no están en mi cabeza. Salgo al balcón con la banda puesta. La plaza se cae de gente.