Un error o un fraude llama a la puerta en la Casta de Gran Engaño. El escándalo de los comedores y los pobres, en el medio.
El Gauchito Gil no es lo que era, los extorsionadores y Sandra que va por todo
Cada noche, el país se paraliza para ver La Casta de Gran Engaño, el reality más visto de la Argentina. Chiquito Romero, Mónica la pobre, el Negro Tecla, Laura la monotributista, Karina el jefe, Toto y otros jugadores que entran y salen por votación del público, disputan el triunfo. Conan, Milton, Murray, Robert y Lucas digitan las reglas y deciden el destino de los participantes ...
Mónica la pobre tenía un ritual antes de ir a dormir. Esperaba a que todos se acostaran y cuando la casa estaba en silencio se servía un trago de Amargo Obrero que tenía escondido detrás de la cama. Después iba al patio, se prendía un pucho y con el vaso en la mano, encendía una vela en el altarcito que le había hecho al Gauchito Gil, detrás de la última línea de ligustros, cerca del portón.
Le acomodaba las ofrendas, le cantaba cintas rojas, brilla el sol, mil banderas cintas rojas, cintas rojas, brilla el sol y le rezaba. Toto se había quejado por el altar y Karina un día quiso desarmarlo con sus propias manos, pero Mónica la pobre la frenó con un certero tirón de pelos que la dejó sentadita en el piso. El Gauchito había sido casi lo único a lo que se había aferrado. Cuando salía con su prima en la Motomoel a robar cables de la luz en la entrada de los monoblocks, llevaba siempre la estampita adentro de la zapatillas. Estaba segura de que el santito le espantaba las patadas de la corriente.
Alguien golpeó el portón con mucha fuerza, con la palma abierta. Se escuchaban perros ladrando. El ingreso se abrió y una mujer de cabello oscuro y ojos claros entró gritando "¡Dónde carajo están los pobres acá!"
Sandra Viviana Pettovello, periodista y ministra de Capital Humano había ingresado a la casa buscando el comedor comunitario Gauchito Gil. Iba rodeada de perros de la brigada anti ollas, "Persico" y "Grabois" dos Golden Retriever negros, entrenados, con un olfato letal. Los perros se le fueron encima a Mónica la pobre. Empezaron a correr a su alrededor y a olerla sin parar mientras ella, asustanda, intentaba ahuyentarlos con una bufanda y Chiquito Romero trataba en vano de atraparlos. Al parecer, Mónica sudaba con olor a guiso de arroz con menudos.
"¡En esta dirección, según los datos del RENACOM, figura el comedor comunitario Gauchito Gil y resulta que me encuentro con chalet estilo inglés con parquizado y pileta!" decía Sandra con la voz bien fuerte. Los jugadores de la Casta no salía de su asombro. Detrás de cámara, los mastines frenaron a Gran Engaño que quería intervenir. "Qué siga el show", le dijeron.
Sandra calmó a los perros, alzó la mano en alto y habló: "El 8 de enero del 2020 crearon el Programa Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios de Organizaciones de la Sociedad Civil (RENACOM). Solo pudimos auditar 2.646 comedores, hay 1.247 que no existen. Conquistando Sonrisas, Pequeños Gigantes de Quilmes, Cielos Abiertos, Luz de Luna de Pereyra, Esperanza, Los Peques de San Alberto y Luz y Esperanza, deben ser canciones de Los Nocheros porque comedores, no son. ¡Y el Gauchito Gil acá tampoco existe!", bramó.
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Mónica se sacó. A ella, que era pobre desde la cuna, no le iba a venir a decir una cheta como era sobrevivir y menos llenarse la boca hablando del Gauchito. Tomó una carrera corta y se lanzó a embestirla como una cabra. Por suerte Chiquito la alzó justo antes de que "Pérsico", uno de los perros, la cazara en el aire. Atada en los brazos del arquero, al borde de la afonía Mónica hablaba a los gritos, de castigos, de la vez que estuvo un mes entero comiendo con un kilo de arroz porque se murió su papá, no fue a la marcha del Frente Abrazo de Oso Patriótico y el puntero la castigó quitándole el bolsón de mercadería y el pago por la asistencia.
Los perros babeaban, el olor a polenta que tenía Mónica en la piel los volvía locos. Como Cruella de Vil, Sandra se puso delante de los canes y los calló con un gesto. La miró despectiva y le dijo que si le daba los nombres de esos punteros, ella sería querellante ante la Justicia.
"¡Jeremías Cantero, Elizabeth Del Carmen Palma, Gianna Puppo, María Isolda Dotti, Iván Ezequiel Candotti, Gustavo Guillermo Vásquez, Carlos Fernández Kostiuk, Gloria Paraguay Estrada, Dina Patricia Iramain, Brisa Noelia Paucara Choque, Ronald Vargas Rocabado, Elizabeth Galindo Mamani, Cinthya Delgado Vilches, Lesli Salirrosas Castillo, Damariz Erika Villafuerte, Blanca Beatriz Chuquimia Tarquino, Gloria Jaramillo Morales, Lucca Philippe Quispe Rashuaman, Yoao Ariel Escobar Rojas, María Cecilia Cowper, Mercedes Fossat, Manuel Alonso, Lorenzo "Toto" Martelli, Leticia Maribel Duarte Romero, Ada Mabel Vera Peralta, Nilsa Elena Torres, Rossmery Grande Arancibia y Nery Acha Daza". El último nombre salió en un resoplido jadeante casi inaudible.
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El Ministerio de Seguridad ya había pedido ser querellante, pero el juez Casanello se los negó porque los bienes jurídicos tutelados y los efectos de las conductas imputadas demuestran que la Ministra d Seguridad no puede asumirse, en términos legales, como particularmente ofendida. Tampoco debe perderse de vista que no resulta suficiente alegar que se investigan hechos que causan graves perjuicios a la Nación en su conjunto, pues ello por sí solo no la habilita a querellar. Por otro lado, Sandra tenía el fetiche de alfombrar el living con piel de piquetero y estaba dispuesta a ir por todo.
Se quedó sola en el patio. Chiquito se llevó a Mónica alzada porque seguía obstinada en irse a las manos. Sandra anotó algo en su planilla, mandó un par de Whatsapps y al pasar por el costado del altar del Gauchito, como quién no quiere la cosa, le dio una patadida breve.
Continuará ...