A grandes males, grandes soluciones dice el dicho. En medio de una semana tensa, marcada por las peleas por la coparticipación, tarifas, boleto e inflación, Gran Engaño sigue apostando a darle de comer a las fieras.
¡Ofenda que está de oferta!
Todo comenzó con un partido de fútbol. Las "fuerzas del suelo" contra las "fuerzas del cielo" disputaban un encuentro por un aumento del tiempo permitido para ducharse.
Ya se habían acostumbrado a dirimir las cuestiones domésticas jugando a la pelota. Las Fuerzas del Cielo entrenaban dos veces por semana, protestaban porque estaban en clara desventaja teniendo en cuenta que el rival tenía entre sus filas a Chiquito Romero y el Negro Tecla. Sin embargo, Karina el jefe había pulido sus virtudes como lateral por derecha y cortaba con un guadañazo los avances de Laura la monotributista, cada vez que encaraba al área contraria con la esperanza de hacer un gol, alguna vez. Mónica la pobre había vuelto a la casa, más que nada porque afuera no tenía dónde vivir y a la producción le servía tener adentro a una ejemplar genuina de POBRE. Un estímulo al voyerismo de clase.
Cuando promediaba el primer tiempo, Toto fue a cabecear un centro de Furia, (el avatar de Gran Engaño como jugador dentro de la Casta) y Chiquito Romero salió a cortar con los puños hacia adelante, acomodándole el comedor a Toto, como Neuer a Higuaín. El economista se paró rápido apretándose la mandíbula y le clavó la frente en el pecho al arquero que mide un 1,92 así que era todo lo que Toto podía hacer. Chiquito se lo sacó de encima de un empujón al grito de "¡salí de acá blanco de mierda!" Mónica la pobre los separó, Karina el jefe saltó a defenderlo y la monotributista la cruzó al vuelo: "rajá de acá heterosexual monógama".
La voz del parlante interrumpió la gresca a gritos y sancionó a ambos equipos con la quita de tres espirales contra los mosquitos que obligaban a todos a andar a los cachetazos.
Pero la bronca no quedó ahí. Toto y Karina fueron a denunciar a sus compañeros por los dichos discriminatorios que habían recibido y se llevaron una sorpresa. El libro de quejas ya no estaba. Desconcertados, fueron al confesionario para pedir explicaciones y la voz de Gran Engaño le dijo que lo habían sacado para ahorrar 7 pesos y para cerrar ese antro "de rosca política".
¿Y entonces? preguntaron Toto y Karina, sintiendo la opresión del sistema sobre su minoría blanca heteronormada. "Y entonces nada", respondió Gran Engaño, "se las arreglan entre las partes".
La realidad es que el libro de denuncias estaba escondido detrás de un ligustro al lado del portón porque no se podía retirar tan fácilmente, pero Conan y los mastines sabían que era exactamente eso lo que necesitaban: darle de comer a las fieras. Nada como remover el organismo que fiscaliza y controla las acciones discriminatorias para que el seguidor raso de Gran Engaño salga tuiteando como un campeón, para ya no hablar de inflación, tarifazos, bondi, remedios, viejos y pobres sino hablar de rubios, altos y ricos como una logia de cristal a la que Gran Engaño desarticuló, en nombre de Dios, Patria y Familia.
Lo que ellos sí sabían, pero los participantes no, era que el libro, que fue creado el 28 de julio de 1995 al cabo de un año y diez días del atentado a la AMIA, había sido instaurado por Ley, por lo tanto necesitaban otra legislación para derogarla. No era cuestión de retirarlo y ya. Manuel Adorno, uno de los esbirros de los mastines que jugaba para el equipo de las Fuerzas del Cielo, les comunicó más tarde que la eliminación era progresiva pero que si era por Gran Engaño "lo sacaban ya mismo". Algo así como cuando alguien le dice a otro: "agarrame porque lo parto". La realidad es que surtía efecto. Con la amenaza de "las provincias unidas del Sur" de cerrar el surtidor de petróleo si no resolvían el conflicto por la retención de los fondos de la coparticipación, entre una larga lista de problemas del bolsillo, venía bien pelearse con una cantante pop, dar entrevistas día por medio a periodistas que le preguntaban con ternura si quería tener hijos y ahora, cerrar el organismo que da batalla al racismo, la homofobia y demás para "quitarle una caja a la política".
La propuesta ahora era que esta clase de conflictos se resolvieran entre las partes, sin intervención de terceros. La discriminación regulada por el libre mercado. En el almacén de la casa agregaron una góndola con tarritos llenos de agravios que decían: vale por tres comentarios xenófobos, vale por cinco cánticos antisemitas. Karina el jefe tomó uno que decía "vale por un golpe a un clasista". Fue y le dio un planchazo a Mónica la pobre, sin mediar palabra.
Mientras todo esto transcurría, nadie advirtió la bandada de cuervos que giraban en círculo sobre el patio. Cayó uno en el pasto y todos se asustaron. Cayeron cinco de golpe sobre la mesita en el jardín y varios gritaron y se abrazaron. De repente, como en Magnolia, una lluvia (literal) de cuervos aterrorizaba a los jugadores porque cualquier cosa puede suceder en la Casta de Gran Engaño ...
@florenciasilva86