Barras y jubilados, un extraño crossover copa las calles y los palos ya no son de un solo lado. Sigue el criptogate y "el Jefe" aterriza en Mendoza para una curiosa cita espiritual.
La "liga del ascenso" y ahora también los caballos consejeros
El funebrero era un nombre insignia en los límites de San Martín. Siempre había un breve silencio previo al nombrarlo, como una suerte de reverencia de la lengua madre del suburbio que ostenta el famoso cementerio.
Peina canas, camina arrastrando un pie y le falta la punta de dos dedos de la mano izquierda que los dejó en el disco de una moladora. Por esos años quedó sin meñique, sin anular y sin indemnización porque Menem lo hizo. El funebrero perdió la casa, la señora, los remedios del PAMI y hasta el gato que se buscó otro dueño pero lo que nunca perdió fue la peregrinación desde plaza Padre Perello, el vino tibio, la alita de mosca, algún paraguayo con gusto a orín compartido con los muchachos de la "terraza loca" y la caminata de pasos lentos por avenida Matheu hasta el estadio de Chacarita Juniors.
El tema es que el funebrero que ya recorría la séptima década estaba harto de regularse el sofocón de la hipertensión haciéndose un cortecito en el dedo sano que le quedaba para aflojar la presión. No es que le importara mucho morirse, lo que le importaba era seguir yendo a la cancha. Entonces fue con otros funebreros pesados para ver si ahora les pegaban por reclamar cada jueves frente al Congreso un reperfilamiento en la jubilación mínima que les permitiera terminar el mes sin estirar el shampoo con agua. Es que los barras y la policía nacen en el mismo barrio y entonces se enteraron los de Tigre, los de Laferrere, los de Temperley ya se prendieron en una súper liga del ascenso para ir a defender jubilados, recuperar las Malvinas y cobrar el penal que Neuer le hizo a Higuaín.
Chacarita tomó la inciativa de participar en las marchas de los jubilados y se sumaron clubes del ascenso y Boca, Independiente, Vélez y otros más.
Al final los policías no estuvieron tan cocoritos y se agrandó Chacarita. El funebrero sin dedos se envalentonó y llamó a Víctor "Payaso" Rodríguez, el jefe de la barra de Temperley, para que viaje a preguntarle a los de Cube Exchange que fue lo que les firmó el Presidente. Es que el CEO de la firma, Bartosz Lipiski, fue parte del Tech Forum donde el Presidente conoció a los desarrolladores de $LIBRA y después se supo que les firmó una carta de intención a los de Cube Exchange para "promover un proyecto en Argentina". El funebrero, insurrecto como un antihéroe anárquico, empezó a ver que el poder estaba a la distancia de una pirueta al azar de una moneda en el aire e iba a sostener el escándalo del criptogate para que no se diluyera en la agenda pública y la expectativa de la población por la constelación con caballos que iban a ser los hermanos jefes de Estado.
Ver: Hinchas de Chacarita convocan a marchar por los jubilados
Resulta que en la Rosada, hasta última hora del viernes, el Presidente no definía si venía o no a la Fiesta de la Vendimia por un raro berretín: pidió inhibidores de señal de celulares en el Teatro Griego como medida de seguridad. Y claro que le dijeron no maestro la gente tiene que trabajar así que los mastines que poca paciencia le tienen ya, se fumaron su berrinche en pipa. Al final se canceló la visita por la urgencia de las inundaciones, pero se emperró hasta último momento con la paranoia de los celulares, el terror a la silbatina y su casta cintura acerca de la política y las multitudes.
El problema es que Karina no estaba. "El jefe" se había tomado un Flybondi a la Tierra del Sol y del Buen Vino con la excusa de cumplir con una nutrida agenda y rosca política que lo tenía al ministro Petri rebotando de ansiedad. Pero lo que en verdad convocaba a la Secretaria General de Presidencia era asistir a un particular haras en Luján, para realizar una terapia de constelaciones familiares con caballos.
Resulta que Karina era muy amiga de Charlotte Caniggia. En los noventa iba a bailar a Cocodrilo con la madre, con la Nannis, que de tanto tomar sol le diagnosticaron conciencia social y ya no fueron más amigas.
Pero Charlotte siguió cerca de Karina y le recomendó la terapia con equinos para que ellos le digan si debe ser candidata a diputada para tener fueros que le permitan evitar a la Justicia, por el tema del criptogate y porque Lilita anduvo diciendo que es "la cajera". Y ya que estaba, iba a preguntarle a los caballos si las gradas del Frank Romero Day iban a silbar al aluvión libertario que llegaba desde Buenos Aires, para reafirmar a Mendoza como bastión oficialista.
Lo que dijeran los caballos iba a quedar entre Karina y ellos, lo que estaba claro es que el poder era una pirueta al azar de una moneda en el aire.
Continuará ...