Una percepción de la despedida de Alejandro Bermejo. El dirigente peronista que se lo vio por última vez sonriendo en la Legislatura. Qué significa su muerte para sus pares en un año electoral en un país sacudido por la crisis.
La muerte del "Pulga": un funeral en el anochecer de la política mendocina
La muerte de Alejandro Bermejo trajo tristeza y un pesar extra para la dirigencia política de Mendoza. La impavidez batida con la pena es un cóctel espeso que se bebe de a poco, porque la muerte es lo único seguro que tiene la vida, y quizá por eso es obviada, mirada de reojo, porque es una certeza que nos pone el límite de esta existencia y nos demuestra la finitud de nuestras acciones y eso siempre está teñido de inasible.
Esas sensaciones se percibieron en la calle maipucina Ozamis en la puerta de la sala velatoria. Esa desazón profunda se extendió entre las personas dolientes reunidas que en un momento rodearon al desguarnecido Adolfo, el mayor de los Bermejo.
Eran exactamente las 19:00 de ayer miércoles 17, a esa hora comenzó a marchar el cortejo fúnebre de un hombre acostumbrado a sonreír en su última etapa pública. Precisamente se lo vio sonriendo por última vez el primer lunes de mayo en la Legislatura durante la Asamblea Legislativa.
Ver también: Alejandro Bermejo, el tipo bueno que la política le dio a Mendoza
Vamos transitado el quinto mes de 2023, ya cumplimos la primera estación del trayecto electoral en Mendoza, y ayer, con el frío tardío, la dirigencia política de Mendoza reunida para despedir a uno de sus pares, quedó frenada por un instante ante lo inevitable. Alejandro Bermejo representó más que una pérdida en ese momento. Es un año difícil (muy muy difícil), para cada habitante de Maipú, para tomarlo como una muestra de este país estremecido por la improvisación de los negadores de las realidades.
Entonces qué representa El Pulga Bermejo en esta situación. Veamos.
"Soy un poco culoinquieto hermano", me advirtió en un café del centro ni bien nos conocimos hace 23 años, la idea era conocer a través de una entrevista al "otro Bermejo". Él era director general de Promoción y Desarrollo Comunitario del municipio y era reconocido como el Bermejo que andaba por la calle siendo los ojos y oídos del intendente, su hermano mayor. Por eso después de los tres periodos y medio de gobierno de Adolfo al frente de la comuna (1997-2009), le sucedieron dos periodos y medio de Alejandro (2010- 2019).
Hijo del Chueco
Evidentemente Alejandro ha sido como uno de los prototipos de dirigencia política engendrada por el peronismo territorial, un modelo diseñado para gobernar los departamentos mendocinos durante las dos primeras décadas, luego de la recuperación democrática. Un modelo planeado y aplicado por Juan Carlos Chueco Mazzón. Los Bermejo fueron hijos dilectos del Chueco integrando el sector interno de los "Azules", siempre distantes de bordonismo "naranja", renovador del Pilo.
Esa forma de hacer política partidaria irradió a las otras expresiones tradicionales, la UCR y el PD. De hecho, anoche estaban allí homenajeando al caído, tres exintendentes "moldeados" con aquel estilo territorialista y que ahora están en otras ligas mayores y surfean por encima de la ola de críticas a la conducción política actual. Allí estaban, el actual gobernador Rodolfo Suarez, exjefe capitalino heredero de la hegemonía radical del Viti Fayad en la Capital; el hoy diputado nacional prosista disidente Omar De Marchi varias veces intendente de Luján de Cuyo y ahora aspirante a suceder a Suarez y además el vicegobernador Mario Abed notable caudillo juninense, quizá el más conmovido.
La parca agazapada
Por características personales Alejandro, el más chico de los Bermejo, también se ganó la confianza y la vinculación humana con dirigentes kirchneristas de la última generación como Lucas Ilardo (precandidato K a vicegobernador de Omar Parisi) y Anabel Fernández Sagasti con quien compitió en la interna de 2019 y perdió ante ella la candidatura a la gobernación por el PJ. Anabel hablaba corto ayer y su mirada brillosa estaba humedecida con razón. Por tercera vez en este año lloraba una muerte cercana (su papá, su joven sobrino y ahora su amigo de militancia y exrival interno).
Ella sintió como pocas, entre las personas reunidas en ese momento y lugar, el abatimiento que produce la parca merodeadora, traidora, agazapada en cualquier día de este 2023. Por eso, coincido con quienes expresaron que sólo hemos transcurrido cinco meses de este año y todavía muchas situaciones no queridas pueden suceder, además de todas las consecuencias que soportamos de este estrés social que produce la inflación asfixiante.
La vida que no vivimos
Para cerrar esta crónica de un lamento maipucino, viene a cuento una remembranza periodística sobre el Pulga que aún tengo presente. Es una entrevista de 2019 cuando él era aspirante a gobernador. El reporte lo hizo la periodista Paola Alé para diario UNO, en su texto la cronista descubre dos facetas del entonces candidato, lejos de la mundanal campaña proselitista fue músico percusionista de una banda salsera y ecohortelano.
Las muertes enseñan también algunos caminos y atajos para los que permanecemos un rato más en este plano. Esa consecuente pregunta: ¿hay vida después de la muerte? habría que reformularla en base a lo vivido por este Bermejo que se fue. Más de una de las personas que estuvimos allí, a las 19:00 de ayer miércoles 17, viendo como se alejaba el coche fúnebre nos hemos preguntado lo que leí hace unos días graffiteado en una pared: ¿habrá vida antes de la muerte?
Ver: Por qué una funcionaria de La Paz reemplazará a Bermejo en el Senado