Distintas circunstancias conspiraron contra el presidente en su visita a nuestra provincia. Además del desplante del gobernador Suarez, la interna peronista también incidió para que el mandatario sintiera la indiferencia política.
La soledad peronista de Alberto en Mendoza
Los actos políticos son quizá, los que más simbolismos cargan para graficar un momento, una época, un espacio de tiempo que determina un estado de situación y que resultan determinantes para muchos sectores de la vida colectiva.
Tomando en cuenta esto, fue muy evidente la foto tomada en la Cuarta Brigada Aérea ayer miércoles 18 a mitad de mañana. Un antiguo peronista que competirá por fuera del partido en las próximas elecciones y un aliado del peronismo en el Frente de Todos fueron los que recibieron al presidente Alberto Fernández en su tercera visita oficial a Mendoza cuando todavía le faltan 11 meses de gestión.
Fue tan concreta la postal para entender lo que pasa con Fernández y el peronismo mendocino, que el radicalismo local, predominante e indolente con el mandatario nacional se encargó de distribuir esa imagen para demostrar que Alberto no es profeta en estas tierras. Además, que su partido -que a nivel nacional preside el mismo AF- le hizo un vacío político difícil de disimular. Pero no pareció algo premeditado contra Alberto, sino que pareció ser una situación de "soledad" interna que padece el PJ en Mendoza.
Fueron el diputado provincial por Protectora José Luis Ramón y el secretario de Malvinas en la Cancillería Guillermo Carmona quienes esperaron en la pista para recibir al presidente. Ante el desplante anunciado por el gobernador Rodolfo Suarez quien decidió no recibirlo, como una demostración de rechazo, entonces se hizo más notable la desolada "bienvenida".
Durante el día previo a la visita oficial del jefe de la Casa Rosada, el martes 17, nunca hubo información concreta del acontecimiento entre nosotros y menos en el partido que nunca pudo dar una certeza de lo que sucedería con el presidente y su corta comitiva en su recorrido por la provincia yendo a la cárcel federal en Luján y luego en la planta depuradora de aguas servidas en Lavalle. Eso ya denotó una desconexión entre el presidente peronista y el PJ local.
El acto de recepción, sin el gobernador, y solo con el tándem Ramón-Carmona como anfitriones, resultó de una pobreza que representa mucho de lo que se percibe de Fernández en Mendoza, pero también lo que inspira el presidente para el peronismo local.
En medio del "paramillo"
La localidad lavallina de El Paramillo fue el escenario público donde se notó esta dispersión partidaria. Dicho sea de paso allí, en Lavalle donde gobierna el peronista no K, Roberto Righi, fue donde se inauguró la ampliación de la planta depuradora de aguas servidas. Ese establecimiento se transformó en el sistema de tratamiento de deshechos líquidos urbanos con capacidad de hasta 800 mil personas que viven en el Gran Mendoza. Una obra financiada por el BID iniciada en 2019. La obra es estructural para el mayor conglomerado de Mendoza. No era poco para mostrarse fuerte como parte una gestión del gobierno nacional. Sin embargo el peronismo mostró una de las debilidades por las que atraviesa: la dispersión, la atomización que lo expone flojo para enfrentar un año electoral. Ese contexto lo dejó más desnudo a Fernández, solo en medio del paramillo, un espacio sin protección e inhóspito, dicho en clave política.
Al mismo tiempo en que llegaba Fernández a la provincia se publicó por las redes sociales la salutación de la presidenta del PJ local, la intendenta de Santa Rosa, Flor Destefanis a Fernández.
Fue una formalidad y también fue una vía de justificación del ala ciurcamporista, tal como se reconoce a la alianza del sector del influyente dirigente lasherino Carlos Ciurca (a quien Destefanis responde internamente) y del kirchnerismo encabezado por la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti quien también está fuera de la provincia. En la columna de las ausencias también hay que anotar al senador provincial K Lucas Ilardo en plenas vacaciones y a la diputada nacional también kirchnerista, Marisa Uceda quien estaba regresando a la provincia aunque no alcanzó a llegar a los actos presidenciales.
"Bienvenido querido compañero @alferdez a Mendoza. Desde el Consejo Provincial celebramos su visita, la tercera desde que asumió, junto a un gran Ministro como @gkatopodis con quien venimos trabajando fuertemente por Santa Rosa y cada rincón de la patria mendocina", dice el texto de la santarrosina publicado en Twitter. Y en el hilo tuitero pide disculpas: "lamento no poder acompañarlos presencialmente, me encuentro esta semana de licencia junto a mi familia ya planificada hace meses. Seguramente no faltará oportunidad para que podamos encontrarnos y seguir proyectando la patria que soñamos, el lugar que nos merecemos".
Intendentes y el presentismo de Miranda
Quienes observaron los movimientos de los 5 jefes comunales peronistas presentes en El Paramillo advirtieron que nunca se los vio juntos interactuando, solo lo hicieron para la foto institucional junto a AF y los ministros nacionales Gabriel Katopodis de Obras Públicas y Martín Soria de Justicia.
Tampoco se mostró predisposición al intercambio público entre la escasa dirigencia peronista que se sentó a escuchar al presidente. Uno de los que llegó cerca del comienzo del acto fue Rubén Miranda, ex intendente de Las Heras quien ahora reporta para el Frente Renovador de Sergio Massa. El lasherino fue avanzando entre los concurrentes y fue señalando a cada quien reconocía y el sector interno a quien representaba. Esa acción no hizo más que puntualizar la disgregación del peronismo. El grupo de Carmona sí se hizo sentir y se mostró unido revalorizando la acción del funcionario nacional como referente y como quien apapachó al mandatario.
El intendente anfitrión Roberto Righi fue quien intentó ligar con su discurso a los sectores y a sus pares jefes territoriales. Remarcó la importancia de la presencia de Fernández en su distrito y esbozó su idea de impulsar un proyecto de gobierno para luego definir quiénes competirán por los cargos electivos.
A propósito, el presidente del INV, Martín Hinojosa estuvo activo en la antesala al acto atendiendo a los medios en su incipiente rol de precandidato a gobernador. Conversó animadamente con el filo K, intendente de La Paz, Fernando Ubieta quien estuvo ácido con el gobernador por su decisión de darle la espalda al presidente.
Quien estuvo cerca de Fernández en todo momento fue el sanrafaelino Emir Félix. El dirigente sureño no da puntada sin hilo. Él lo expresa públicamente y da cuenta con sus actos, sabe que cada momento de acercamiento con el mandatario nacional significa la posibilidad de lograr algún beneficio para su comuna. De hecho en el acto se mencionó que próximamente se construirá en su departamento una planta de tratamiento cloacal, de menor capacidad, pero con las mismas características de la de Lavalle.
El tunuyanino Martín Aveiro fue uno de los más "sociables" en Lavalle. Fue la voz conciliadora entre el gobernador y el presidente. Se expresó comprensivo con el enojo de Suarez por el laudo presidencial en contra de la hidroeléctrica Portezuelo del Viento, y que hay que decirlo, Fernández nunca mencionó públicamente el tema "Portezuelo", y solo negó estar en campaña prelectoral. Aveiro tiene buen diálogo con el gobernador, por eso se esperanzó por un reencuentro entre los gobernantes "para bien de Mendoza".
En tanto el maipucino Matías Stevanato fue la contracara de Aveiro. Es el más escurridizo, tiene un perfil bajo, intenta no incidir en la escena. Dice reservadamente que está enfrascado en la gestión y escapa por este tiempo a hacer declaraciones públicas. Por eso llegó sobre la hora, acompañado por algunos militantes que vociferaron su nombre y se marchó ni bien terminaron los discursos. Así fue el día desértico y mezquino de Alberto en Mendoza.