El balance de la gestión y el fantasma del cambio de Gabinete
El presidente no se encuentra satisfecho con la gestión de varios de sus funcionarios, no oculta su enojo con algunos de ellos y quizá sea por eso que el jefe de Gabinete dijo "los funcionarios pasamos". Y en este contexto, los cambios están en evaluación.
"Alberto cuando se fue del poder terminó dando charlas para diez personas", sostiene a Infobae una fuente de los círculos del Ejecutivo para apuntalar la idea de que a los funcionarios a los que le tiene simpatía personal difícilmente los termine echando porque "cree que los condena al ostracismo político".
Y eso termina por ser un problema que Cristina aprovecha al máximo ya que ella bien sabe que los votos obtenidos por encima de su 30 por ciento inamovible corresponde a personas desencantadas con el macrismo pero que a su vez creían que Alberto iba a poder sacarse de encima a su vice. Lo sabe ella y lo repite algún que otro funcionario en privado.
Ver: El Gobierno desplazó al embajador argentino en China
Al igual que lo ocurrido a fines de octubre cuando Cristina publicó una carta criticando a los "funcionarios que no funcionan", las palabras de la vicepresidente en el Estadio Único de La Plata de la semana pasada aún rebotan por las paredes de todos los despachos. Esta vez, para desgracia de Alberto y su política de comunicar con gestos y respaldar con fotos, CFK fustigó a los funcionarios delante de él. El único funcionario que se atrevió públicamente a contestarle fue el canciller Felipe Solá, quien cargado de ironía -algo que la expresidenta no digiere muy bien-, afirmó que "ojalá tuviera tiempo para otro laburo".
Cafiero, en cambio, practicó el contorsionismo de la oratoria al afirmar que Cristina no dijo lo que dijo, sino que quiso decir otra cosa con la que él está totalmente de acuerdo. En un encuentro vía Zoom en el que se encontraba presente el diputado Máximo Kirchner, el ministro coordinador sostuvo que "Alberto y Cristina son los que conducen y ellos van a seguir", para luego agregar que "los funcionarios estamos de paso y está bien". Nadie le pedía tanto.
Desequilibrado. Hace poco más de un año no eran pocos los que aseguraban que al Presidente "le habían armado el gabinete". Obviamente, la armadora habría sido Cristina. Pero mientras eso ocurría, tanto en el entorno de Sergio Massa como en el del jefe de Estado, nadie entendía porque Alberto se "excedía" en algunos nombramientos. O sea, designar a personas que cayeran simpáticas a Cristina sin que ella las haya pedido.
Ver: La vacuna se aplicará la semana que viene en las provincias
Hoy, en ese mismo entorno, hay una división: los que suponen que hubo algún tipo de jugada del Presidente al armar un Gabinete con nombres que a Cristina le agraden antes de que la propia vice hiciera valer su cuota de poder en el triunfo electoral y los que aún creen que Alberto se excedió en concesiones.
Si se realiza un repaso por las primeras líneas nombre por nombre, nos encontramos con los cuatro secretarios generales, la mesa chica de Fernández, personas de su extrema confianza: Vilma Ibarra y sus amigos Gustavo Béliz, Juan Pablo Biondi y Julio Vitobello.
Luego, entre los veintiún ministros, está Felipe Solá, quien enfrentó al kirchnerismo electoralmente en 2009, 2013 y 2017, además de dividir el voto peronista para la gobernación en 2015. Más allá de la bronca de Alberto por las declaraciones "inventadas" de Solá sobre una reunión en la que no estuvo, al mandatario hoy le juegan tres factores: que Solá bajó su precandidatura en 2019, que compartieron el espacio del Frente Renovador por años y que si lo remueve tiene que pelearse con uñas y dientes para colocar a otro de su riñón en un puesto clave pero sin hoja de ruta.
También están los albertistas obvios: Diego Trotta, Matías Kulfas, Claudio Moroni y Marcela Losardo. Alberto no está conforme con la gestión de Trotta, se siente satisfecho con el desempeño de Moroni y Losardo es una de sus manos derechas de toda la vida.
En cuanto a Matías Kulfas, este se vio implicado en el incidente que dentro de la Casa Rosada consideran como "el freno a la imagen positiva" de la gestión en medio de la pandemia: la fallida expropiación de Vicentín.
El caso de Ginés González García encuadra dentro de los que Alberto propuso por reivindicación del primer kirchnerismo. El tema es que los tiempos no se pueden repetir y Ginés llevaba trece años alejado de la función pública de la salud cuando le ofrecieron el ministerio al que llegó durante la presidencia de Eduardo Duhalde.
Fuente: Infobae