La sociedad en su totalidad está conmocionada. El hombre elegido por el voto popular resultó ser un lobo feroz entre ovejas. Ahora, en medio de la vergüenza y el escándalo, los mastines preparan su golpe para facturar haciendo leña del árbol caído.
El villano y los tres enemigos a los que doblega el Presidente
Los mastines Milton, Murray, Robert y Lucas, bajo las órdenes de Conan "las fuerzas del cielo", conducen al Presidente en el entrevero que marca la agenda política. Mientras tanto, luego del éxito de la Casta de Gran Engaño, buscan nuevos formatos, aunque la realidad no les da respiro.
A las diez de la noche en todos los televisores y celulares del país apareció un video. Un hombre con la banda presidencial toca la guitarra y canta Dicen que viajando, se fortalece el corazón, pues andar nuevos caminos, te hace olvidar el anterior. Entre acorde y acorde le da una trompada en el ojo a la mujer que está a su lado. Cada tanto una patada, una piña en las costillas.
Un hacker ha "secuestrado" la televisión y las redes sociales del país y ha puesto a este hombre en pantalla. Ese hacker tiene dos años y bajo la artimaña de YouTube Kids consiguió que todo el país viera como su papá le pegaba a su mamá.
En las calles hay miradas de incredulidad. La gente camina incómoda, se siente sucia. Se ha revelado el verdadero rostro del villano y los mastines saben que tienen la oportunidad de vencerlo. Justo en la semana en la que un informe de la Universidad Di Tella reportó que la pobreza aumentó a 55% y la indigencia a 20,3%, la gentileza del pequeño hacker les da la oportunidad de lacerar al enemigo.
Es que este villano, como Kevin Wendell que también era Patricia, Hedwig, Orwell, Jade en Fragmentado, también encarnaba múltiples enemigos de las Fuerzas del Cielo: el peronismo, el feminismo y el progresismo. Hacia esa dirección encaminaron la emboscada.
La pelea titánica se dio en el medio de avenida más ancha del país. Los mastines le pusieron al Presidente el traje de superhéroe que tanto le gustaba y le tiró al villano su "cajón de Herminio Iglesias", empapelado con las fotos de la cena en Olivos en plena cuarentena y el vacunatorio VIP. El golpe fue certero y lo hizo caer sentado. Alrededor del villano se habían juntado un puñado de peronistas que no sabían bien que hacer. Los kirchneristas, embanderados detrás de su jefa política, le hacían "no, no" con el dedo índice y repetían que era un machirulo violento. Los del PJ eran tan contundentes como beber una taza de agua tibia. Incluso, los tres diputados nacionales por Mendoza, Bermejo, Paponet y Aveiro, tuitearon "¡qué feo lo que hiciste!",pero no firmaron el proyecto de repudio. Listo, peronismo babeando en el suelo.
Después flechazos con pañuelos verdes y hasta una piñata con la cara de Ayelén Mazzina, ex autoridad del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, acusada de haberle negado ayuda a la esposa golpeada, terminaron por derrumbar al villano.
Las Fuerzas del Cielo habían facturado el momento presente. Incluso, hasta se adjudicaron haberle quitado la máscara a la bestia al afirmar que la investigación por el fraude con los seguros había iniciado con la Ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, cuando denunció las maniobras irregulares durante el gobierno anterior.
Pero, ¿a dónde van a parar las mujeres golpeadas?, preguntó una funcionaria ruborizada. Es que Amnistía Internacional denunció que la línea 144 de atención a víctimas de violencia de género, atendió entre 2019 y 2023 más de 1.200.000 llamadas y realizó más de 93.000 intervenciones. Ahora quedó reducida a 2 trabajadoras. Actualmente, hay 7 mil víctimas de violencia de género en situación de riesgo alto sin respuesta y a la espera de recibir la prestación financiera del Programa Acompañar. El Ministerio de Justicia disolvió la Subsecretaría de Protección de la Violencia de Género. Es la primera vez en 37 años que las políticas para atención y prevención de la violencia de género carecen de institucionalidad en la Argentina. Esto sucede en mientras en Argentina se registra 1 femicidio cada 32 horas.
Pero eso ahora no importaba. El Presidente, muy alegre, repartía en la calle vinchitas con la frase "la hipocresía progresista". Vitoreaba, proclamaba el fin de patriarcado en tono de ironía. Gritaba tan pero tan fuerte, que sus alaridos burlescos tapaban los llantos de las mujeres que en ese mismo momento, en muchos hogares, estaban siendo cagadas a palos por sus maridos.