Janet Zapata, Julieta González y Ayelén Arroyo fueron asesinadas con la llegada de la estación. Sus cadáveres fueron encontrados en días consecutivos. Los autores (un marido, un amante y un padre) fueron condenados a prisión perpetua.
A seis años de la fatídica primavera mendocina que comenzó con 3 femicidios
Hace seis años la primavera mendocina fue fatídica. Tres femicidios en días consecutivos enlutaron la llegada de la nueva estación. Janet Zapata (29), Julieta González (21) y Ayelén Arroyo (19) eran asesinadas en distintas circunstancias, pero por conocidos o en el caso de la más joven, por su padre.
Esta seguidilla de crímenes hizo salir a miles de mendocinas y mendocinos a las calles. La provincia fue sacudida por los tres femicidios y las marchas tuvieron como ejes los reclamos de justicia para las víctimas, pero también para que se pongan en marcha políticas estatales amplias y profundas para la protección para las mujeres.
Aquella primavera de 2016 fue muy triste y dolorosa para cualquiera con sensibilidad. Las vidas arrebatadas destruyeron familias y dejaron hijos sin sus madres. Mientras que los tres femicidas están encerrados, condenados a prisión perpetua.
La cronología de los crímenes
Janet Zapata fue asesinada a balazos por su marido, Damián Minati. Su cadáver fue hallado el lunes 26 de septiembre. Julieta González, asesinada por Andrés DiCésare -con quien mantenía una relación reservada- fue encontrada el martes 27. Ayelén Arroyo había denunciado a su padre, Roque Arroyo unos días antes por abuso sexual; él, se enteró de la denuncia y la asesinó el 28 de septiembre.
Janet Zapata
Janet estaba en plenos preparativos para festejarle el cumpleaños a su hija de 5 años. Sin embargo, desapareció. Su madre hizo la denuncia por paradero. No había huido, nunca tuvo la voluntad de ausentarse. Había sido asesinada por sicarios que contrató su marido, Damián Minati.
Este hombre, a quien Janet estaba por dejar, le pidió a un amigo, Juan Manzano, que le pagara a alguien para matar a su pareja. Manzano contrató por $15.000 a un sicario, Claudio Quiroga, que trabajaba como peón para él. La joven madre fue golpeada, luego recibió un balazo para darle muerte y fue enterrada en un descampado de El Algarrobal.
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Cuando encontraron el cadáver, los investigadores llegaron a Minati y también a Quiroga, gracias a la denuncia de una vecina de éste que se había enterado a través de su esposo que le habían ofrecido la suma mencionada para matar a una chica.
Cuando fue detenido, Quiroga se puso a llorar y contó todo. El instigador o ideólogo del crimen sería Damián Minati. Por ello, fue condenado a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo, por el pago para cometer el crimen mediado por femicidio en el grado de instigación primaria. Mientras que su amigo Juan Manzano recibió 10 años de prisión y el changarín Claudio Quiroga resultó absuelto.
Durante el juicio, dos años después del femicidio, Minati confesó haber asesinado a Janet pero desligó del hecho a Manzano y Quiroga. Aseguró que ellos hicieron el pozo donde fue enterrada pero que nunca vieron el cadáver.
Julieta González
Había desaparecido el 21 de septiembre. La Policía inició una incesante búsqueda hasta que halló su cadáver 27 en zona de la ripiera de Cacheuta, Luján de Cuyo. Tenía las manos atadas y pies amarrados y fue un golpe salvaje en la cabeza el que le dio muerte. Según los forenses, dos días antes de ser encontrada.
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Julieta tenía una relación reservada con Andrés Di Césare, quien tenía 24 años en aquel momento. El joven pertenece a una familia de empresarios del transporte y por ende el más pudiente de los tres femicidas. Esto explica que su abogado defensor logró que la Suprema Corte tuviese que confirmar dos veces la prisión perpetua para el acusado.
El día de la primavera se reunieron, estaban en el auto de Di Césarez y esa fue la última vez que vieron viva a Julieta. Primero, el joven la tuvo cautiva durante tres días antes de asesinarla, según lo confirmó la necropsia que arrojó como resultados que había mantenido relaciones sexuales un par de días antes de que la mataran a golpes en la cabeza. El cadáver fue hallado el martes 27.
Ayelén Arroyo
En la mañana del 28 de septiembre, Roque Arroyo ingresó furioso a la casa del barrio Las Rosas, de Ugarteche, donde vivía Ayelén, con su hija bebé, su hermano de 10 años y su padre. Ella lo había denunciado por abuso sexual, ocurrido cuatro años antes, pero también por amenazas. El hombre también tenía una precaria vivienda ubicada frente a la de su hija.
Esa mañana Roque recibió una orden de restricción de acercamiento hacia Ayelén. No podía estar a menos de 100 metros de ella y de su casa. Pero esta comunicación judicial desató la ira del padre, cruzó la calle e ingresó a la vivienda.
Comenzaron los gritos y ruidos. Los vecinos llamaron a la Policía y vieron a Roque salir corriendo de la vivienda. Lo que sucedió allí fue una carnicería.
El hombre había golpeado y luego apuñalado cuatro veces en el tórax a su hija. Toda la casa estaba llena de sangre. A Ayelén la encontraron en el baño degollada. Su hermanito de 10 años había presenciado todo.
En abril de 2018, Roque Arroyo fue sentenciado a prisión perpetua por abuso sexual agravado y por el femicidio de su hija.