El diputado provincial, Adrian Reche, se refirió a la situación de los turistas argentinos que se encuentran varados en el exterior tras las restricciones de ingreso que impuso el Gobierno nacional.
El turista, ese enemigo de lo popular
En la incansable construcción de un enemigo común que permita aunar todos los criterios bajo un mismo ideal (una estrategia política tan antigua como nefasta), el Gobierno nacional encontró de algún modo la manera de enfocar los cañones contra ese ser que sólo aspira a viajar, ampliar sus horizontes, descansar o simplemente disfrutar de la vida y pagarlo con el fruto de su propio esfuerzo. Vale decir que el turista es "el enemigo" de turno, y el empresario del rubro, un cómplice necesario.
Ya ni siquiera importa que, lejos de costarle dinero al Estado, lo forjan en el sector privado, motorizan la economía de los pueblos y permiten que empresas y empleados sobrevivan y hasta lleguen a crecer y desarrollarse. Lo más paradójico es que al mismo tiempo, son los que generan ingresos al Estado, el mismo que "pierde la oportunidad" de regalar como una dádiva el derecho a disfrutar por mérito propio.
Ni hablar del empresario que pretende ganar dinero legítimo mediante su trabajo. ¿Cómo se le ocurre? Si el país está mal, el empresario debe estar mal, o mejor aún; debe estar peor. Nivelar para abajo siempre es más sencillo y aunque parezca delirante, cada vez que un hotel u otro emprendimiento baja la persiana, es visto como la victoria de lo popular. Ese capitalista que osaba brindar un servicio, dar trabajo y obtener ganancias, ya es uno más de los desocupados que deberá pedir el auxilio estatal para sobrevivir. Uno menos a combatir.
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En nombre de la pandemia, soportamos tantas medidas que claramente no iban a dar resultados, pero en las que queríamos creer fervientemente como una alternativa al avance del COVID. Fallaron. Casi 100.000 muertos por Coronavirus en la Argentina así lo atestiguan.
Incluso podríamos pensar que el gobierno de científicos tiene información privilegiada y maneja datos que nadie más en el mundo posee, por eso es el único país del planeta que cerró una vez más sus fronteras aéreas y dejó varados a más de 50.000 argentinos en el exterior, está a punto de provocar que más aerolíneas opten por huir de un territorio hostil para el desarrollo y una vez más, le da un golpe de knock out a la industria turística nacional, que subsiste a fuerza de pura creatividad desde hace un año y medio y que una vez más, se quedará sin una de sus principales fuentes de ingresos.
Señoras y señores científicos, Mendoza está preparada. Capacitó y vacunó a todo el personal hotelero y gastronómico, ya dio claras muestras de la efectividad y el respeto irrestricto de sus protocolos. Para comprobarlo no hace falta más que ver los índices de contagio prácticamente nulos que dejó la última temporada, donde la provincia y en particular el sur mendocino, fueron los destinos más elegidos del país.
Los empresarios necesitan trabajar para pagar sus cuentas y mantener sus infraestructuras de pie con la esperanza de que un futuro cercano sea más prometedor, los empleados cobrar sus sueldos para poder vivir. Dejen de cerrar fronteras, abran, que los mendocinos ya dimos sobradas muestras de responsabilidad en el ejercicio de nuestra labor. El turista no es el enemigo, el empresario y el trabajador, menos.
No vuelvan a clausurar actividades económicas y no insistan en la falsa dicotomía de "Salud versus Economía" para intentar disimular su impericia. Vacunen, testeen, ayúdennos a cuidarnos. Nosotros estamos determinados a hacer nuestra parte, ustedes hagan la suya, para eso los votaron.
Lo resumió a la perfección el gobernador Rodolfo Suárez al anunciar nuevas flexibilizaciones para el territorio mendocino; "En Mendoza nos cuidamos EN LIBERTAD, con conducta individual y RESPONSABILIDAD colectiva". Ahora esperamos que ustedes sigan su ejemplo.
Ver: Los jóvenes mendocinos, entusiasmados con la vacuna contra el Covid