"Perón: mitos y realidades", es un libro en homenaje a los 50 años del paso a la posteridad del general, presentado recientemente. En esta nota, la introducción del libro, escrito por Ignacio Cloppet.
"Perón: mitos y realidades": un homenaje a 50 años de su muerte
"La primera ley de la historia es no atreverse a mentir; la segunda, no temer decir la verdad". Marco Tulio Cicerón.
Hace mucho tiempo que vengo escribiendo sobre Juan D. Perón. Son muchos los que lo han hecho y continúan haciéndolo en el país y en el extranjero, por lo que podría pensarse que ya no resulta original. No obstante, a medida que va pasando el tiempo, corroboro que existen todavía muchas cuestiones para aclarar, mitos que derribar y elementos nuevos que coadyuvan a ir completando y perfeccionando la figura del líder y del movimiento político de masas más importante que ha tenido la Argentina e Hispanoamérica en el siglo pasado. Es por eso que no me canso de decir que el universo Perón es inconmensurable. Tiene múltiples aristas no exploradas, situaciones desconocidas como también diversas interpretaciones erróneas o antojadizas cargadas de ideología y totalmente extrañas a la rigurosidad documental que demanda el trabajo del historiador.
Perón no necesita de ninguna cosmética, ni que se construya una historia "a la medida" de cada quien. Bien lo enseñó ese gran historiador que fue Vicente D. Sierra, cuando expresó: "A la historia no hay que revisarla, a la historia hay que hacerla". Pues bien, no obstante lo cual a vistas de lo sucedido con Perón y el peronismo, necesitamos también revisarla pues muchos de los que la escribieron, se dedicaron a falsear, destruir e ignorar fuentes.
La historia es una ciencia y por eso deben respetarse sus reglas sin vacilar. Hay que ser muy celoso de no caer en la adulteración o en la manipulación tendenciosa ni mucho menos caprichosa. De ahí la relevancia de la heurística, que implica descubrir, encontrar e indagar documentos y diversas fuentes históricas. Es que los documentos son la fuente principal o primaria, que indica con certeza los hechos sucedidos. Sin ellos, la historia puede convertirse en mero relato, fábula, novela o ficción. Es posible, que el estudio de esos documentos exponga una cara, un enfoque y que muchas veces el mismo instrumento pueda brindarnos distintas interpretaciones o miradas porque aquí entra en juego la hermenéutica, que es la capacidad para explicar, traducir e interpretar las relaciones existentes entre un hecho y el contexto en el que acontece.
En nuestra patria la historia oficial la escribieron los que vencieron en Caseros. Ello hace que el liberalismo sea el que prevalece en la historiografía más o menos institucional. Desde antaño, Austrias y Borbones, la época Virreinal, las Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo, las Guerras de la Independencia, los caudillos, el enfrentamiento entre unitarios y federales, la historia de la Confederación, la Organización Nacional, los gobiernos liberales, la Generación del `80, el Radicalismo, el golpe de 1930, la Década Infame y el surgimiento del peronismo, son campo de batalla de las corrientes historiográficas. El P. Leonardo Castellani dio la clave cuando afirmó que: "El eje permanente de la historia argentina es la pugna entre la tradición hispánica y el liberalismo foráneo, bajo cuyo signo nacimos a la «vida libre»".
A lo que vale agregar las palabras de mi maestro, el historiador revisionista Alberto Ezcurra Medrano cuando decía que: "La historia no es un dogma, es una serie de hechos acerca de los cuales nuestras opiniones pueden variar a la luz de nuevos documentos o simplemente de un criterio más objetivo y, por consiguiente, más imparcial. Su meta es la verdad y si para llegar a ella debe bajar muchos ídolos de su pedestal, no olvidemos que también repara muchas injusticias y devuelve glorias ocultas a veces por largos años de calumnia".
Es cierto que quienes nos ocupamos de hacer historia, de contribuir necesariamente a la historia nacional, como bregaba Ernesto Palacio en La historia falsificada, nos apoyamos en los principios de la verdad por encima de todo. Palacio sostenía que: "No hay patria sin historia, que es la conciencia del propio ser. No hay nacionalidad sin una idea, siquiera aproximada y confusa, sobre su vocación y su destino". Y completaba Arturo Jauretche al afirmar que: "Nuestra historia es inseparable de la política de hoy, es decir de la historia que estamos construyendo, en que los partidos y las facciones no son más que las máscaras variables del conflicto permanente de nuestro ser o, mejor dicho, de nuestro ser o no ser".
Con estos principios y valores rectores es como pretendemos contribuir a la verdad histórica. Por lo tanto, en el dictado de la escritura relatamos sucesos con la perspectiva del tiempo. Es ahí, donde si hay sobrevivientes y testigos de lo que estamos relatando, puede resultarles incómodo que vengamos a hacer historia sin haberla vivido en carne propia. Pienso que en esas circunstancias el factor psicológico juega un rol preponderante, pues el protagonista del hecho y el historiador, van a tener tal vez miradas disímiles, no se pondrán de acuerdo y ello podrá generar disidencias en el enfoque. Explica Sierra en tal sentido: "Todo proceso histórico cuando más alejado tiene más claridad, porque se eliminan los hechos que en el momento de producirse pueden haber parecido trascendentales, característica que pierden en la misma medida que se van alejando de nuestro presente".
Respecto a Perón, generalmente los que escriben sobre él apelan mucho a las fuentes orales y a los variados reportajes que le hicieron en los largos años del exilio. Si bien es la palabra de Perón, creo que en distintas ocasiones ha tenido dos o tres versiones diferentes del mismo hecho, según quién haya sido el entrevistador o el interlocutor o las circunstancias coyunturales del momento. Cuando vamos al documento, no hay mucho rodeo. El papel nos sitúa en el momento concreto de los sucesos. Ahí mucho margen no hay. Si bien puede haber interpretaciones sobre el mismo, hay que evitar caer en el relato histórico que juzga el pasado a partir de los valores dominantes del presente, como así también con el menoscabo de extraer un puñado de párrafos y sacarlos de contexto o suprimir caprichosamente otros porque no gustan o no encajan con el deseo y/o la tesis del investigador. Son formas de violar la verdad histórica y configurar los pecados del presentismo histórico, hermanados con la censura y la falsedad.
Es por estas razones que en los diversos trabajos sobre Perón siempre me he apoyado en documentos y no he callado ni ocultado ni una coma de los mismos. Es que a Perón hay que mostrarlo tal cual fue, en su integralidad, como todo hombre de carne y hueso.
Hace algunos años publiqué Los orígenes de Juan Perón y Eva Duarte. Mitos y verdades de sus nacimientos (2010) en tres ediciones. Con posterioridad a ese trabajo aparecieron nuevos documentos que vinieron a corregir algunas apreciaciones allí vertidas, que agrego en este nuevo libro. En 2019 publiqué Perón Íntimo. Historias desconocidas, un trabajo donde reproduje más de ciento cincuenta documentos -la mayoría inéditos- con más de novecientas notas a pie de página y un CD, donde analicé aspectos poco conocidos de la vida del General, en particular sucesos de su vida privada, su carrera militar, correspondencia desde Europa cuando estuvo como observador militar entre 1939 y 1941, el incipiente protoperonismo, su religiosidad, la aparición de Eva Duarte en su vida, su matrimonio y posterior ascenso a la primera presidencia del país en junio de 1946. En sus páginas refiero a personajes clave de su vida, a su primera esposa María Aurelia Tizón, al marqués Luigi Incisa di Camerana, al escribano Hernán Antonio Ordiales y al fraile lego franciscano Pedro Errecart, el religioso más cercano a Perón.
A modo de homenaje, en este libro que sale a la luz al cumplirse el 1º de julio de este año cincuenta años del paso a la inmortalidad de Perón, vuelvo a adentrarme en su universo con más documentación inédita guiado por la convicción de que resulta necesario volver a las fuentes, enseñanzas y doctrina de este hombre impar de nuestra historia. Una particularidad de este volumen es que evité la proliferación de notas al pie y citación bibliográfica con el objeto de hacerle más amena la tarea al lector.
He encarado las páginas que siguen revisando nuevamente sus orígenes y ancestros franceses y vascos, sus años en el Colegio Militar, aportando datos sobre su papel en las Revoluciones de 1930 y 1943, el contexto de surgimiento del protoperonismo, los protagonistas del 17 de Octubre, algunos aspectos poco destacados durante sus dos primeros gobiernos como la reforma penitenciaria, su perspectiva sobre la justicia, el juicio político a la Corte Suprema de Justicia, la falsedad del tantas veces mentido romance con Nelly Rivas y otros mitos y verdades. Hay un capítulo dedicado expresamente a María Eva Duarte de Perón. También le dedico especialmente una extensa nota a su tercera esposa, María Estela Martínez Cartas, injustamente maltratada e infamada desde que fue derrocada de la presidencia de la Nación el 24 de marzo de 1976 por la dictadura cívico militar y, luego, por todos los presidentes constitucionales desde 1983 hasta la fecha. Asimismo, profundizo sobre algunos sucesos del exilio, que originariamente fueron notas publicadas en medios de comunicación de nuestro país (Cfr.: Clarín, Infobae, Perfil, etc.) y del extranjero, aumentadas, corregidas y adaptadas para la edición de este libro.
Ignacio Cloppet