Mientras el Gobierno Nacional hace anuncios que aquí el oficialismo juzga insuficientes, el presidente del Bloque de Senadores Martín Kerchner ofrece propuestas para ayudar "en serio" a la industria madre de Mendoza.
La odisea de ser una Pyme vitivinícola
No se puede seguir más con la macro de esta manera. Por más que el presidente ensaye discursos grandilocuentes en el Congreso de "Narnia", todos sabemos que con una inflación del 100% anual, sin reservas en el BCRA, y las demás variables al borde de la cornisa, esto no va más. Se están jugando los últimos boletos del trío Alberto-Cristina-Massa, y ya tienen un destino seguro, en la estación de diciembre se bajan del tren.
El gobierno provincial, en particular las dos gestiones de Cambia Mendoza (Cornejo, Suárez) ha tomado medidas bien direccionadas para el sector del vino, pero si la macro no empuja, con lo nuestro no alcanza. Se ha asistido al sector con créditos blandos, con ANR, con seguros contra contingencias climáticas, con subsidios, pero con un tipo de cambio como el actual (encima con retenciones) y con la inflación de costos que hay, es una verdadera odisea sobrevivir para la bodega pyme, la mayoría de las que hay en Mendoza.
Pero la idea de esta nota no es seguir describiendo el desastre que todos conocemos, sino de ser propositivos, ya mirando al nuevo gobierno. En una anterior nota (La odisea de ser una pyme en la Argentina) describimos lo difícil de ser una pyme en general en nuestro país, ahora nos centraremos en el vino.
El vitivinícola es un negocio especial, es industria vinculada con el agro, entonces los tiempos de espera suelen ser más largos (hay que sembrar para cosechar varios meses después), hay riesgo de contingencias climáticas, sus necesidades de financiamiento son distintas a otras actividades económicas, y su necesidad de mano de obra también, combinando trabajadores permanentes (pocos) con trabajadores temporarios (muchos). De esta forma, la industria necesita un tratamiento especial en varios aspectos de su cadena de valor, lo que suele a menudo no tenerse en cuenta. Encima, el sector tiene una problemática adicional: el productor primario, en algunas variedades bien remunerado, en otras no. Es un sector especial, complejo.
En concreto, el próximo gobierno debería avanzar por los siguientes flancos, para potenciar la competitividad del vino:
- Una legislación laboral adaptada a lo que funciona en el mundo, con modalidades más flexibles para contratar y rotar personal. El actual sistema incentiva a tomar más empleo en negro que en blanco. Y si bien hay algunos regímenes especiales para obreros y contratistas de viña, se necesitan medidas para toda la cadena de valor, que potencien la productividad y sustentabilidad del negocio.
- Una legislación impositiva que fomente la inversión. Existen actualmente 165 tributos, entre impuestos, contribuciones y tasas que se cobran en todos los niveles del Estado, nacionales (41), provinciales (26) y municipales (98), buena parte de ellos distorsivos sobre las actividades económicas. La estructura impositiva debería simplificarse a pocos impuestos, que graven ventas y ganancias, pero, a su vez, dando incentivos para que el que invierta, o mejore sus exportaciones, pague menos impuestos, ya que, si la base se agranda, la recaudación fiscal sube en vez de bajar, descontando la idea de continuar con el camino iniciado por Mendoza en la reducción del Impuesto a los Ingresos Brutos; camino del que todas las provincias argentinas deben seguir.
- Herramientas financieras idóneas. La inestabilidad macro ha hecho del sistema financiero algo prohibitivo para la pyme. Existen infinidad de instrumentos modernos (fideicomisos, fondos de inversión, warrants, etc.) que pueden customizar la necesidad financiera de las bodegas, poniendo de garantía inclusive su propio vino o sus contratos de exportación, apalancando su negocio a tasas bajas y plazos largos. Las bancas de fomento provinciales de segundo piso, ágiles y eficientes, también ayudarían mucho. En Mendoza algo ya se viene haciendo, hay que profundizar.
- Eliminar cepos y dólares diferenciales. Con un tipo de cambio adecuado, el vino argentino podría duplicar sus exportaciones en pocos años, Mendoza está haciendo los mejores vinos de la historia, según los entendidos. Las trabas a las importaciones de insumos golpean la competitividad, no es lo mismo un insumo de calidad A que de calidad B o C.
- Incentivar las nuevas tecnologías en las bodegas, la transformación digital. Se necesita abaratar los precios relativos del acceso pyme a estos instrumentos, claves para la productividad, con incentivos impositivos y financiamiento, que permitan acelerar el proceso 4.0 que se está viendo a nivel mundial.
- Acuerdos comerciales internacionales. El vino argentino corre en desventaja contra otros países exportadores, en especial con Chile. Se necesita mayor decisión del gobierno nacional de avanzar en acuerdos sectoriales extra Mercosur.
- Políticas de riego eficiente. Acá el gobierno provincial ha venido trabajando, pero se necesitan fondos nacionales, pero fondos en serio, no la insuficiencia que se anunció este fin de semana. El PROVIAR II es realmente escaso para lo que pesa la vitivinicultura en la Provincia, y va a terminar financiando a los mismos de siempre, a los productores amigos del PJ, mientras el resto mira. La eficiencia de riego es clave para Mendoza, pero los fondos nacionales son fundamentales, ya que las obras necesarias son costosas, incluyendo la instalación de los nuevos sistemas y los reservorios.
- Integración vertical. Mendoza tiene mucho por hacer todavía en este aspecto, para mejorar la rentabilidad y calidad del productor primario. El modelo Simplot (papas pre fritas congeladas) debería emularse más a menudo en el vino, donde la integración primaria-secundaria y la estabilidad de los contratos (largo plazo) han permitido que desde nuestra provincia se esté abasteciendo un 50% del mercado de comidas rápidas de sudamérica. Bodegueros y productores primarios deben entender que la rentabilidad de todos los actores de la cadena de valor es la única variable que garantiza la estabilidad de la industria a largo plazo. Aquí también se necesita fondeo nacional, son muchas hectáreas para incentivar el asociativismo y reconvertir, ya que el productor primario debe terminar entregando exactamente las variedades que pide el mercado, para evitar los excedentes que luego deprimen precios.
- Seguro Agrícola. Si vos no te cuidas primero no esperes que te cuidemos todos después... Con el seguro agrícola algo se ha avanzado en la provincia, se necesita un cambio de conciencia por parte del productor sobre la autogestión del riesgo agrícola antes de esperar las pérdidas y las ayudas que siempre llegarán tarde, hay que incentivar al productor a que pague su seguro agrícola, para que sea tan normal como pagar el seguro de su tractor. Pero también, se necesitan exenciones impositivas que el gobierno nacional nunca otorga, el IVA encarece mucho la herramienta.
- Reconversión varietal. Está relacionado con la Integración vertical. La reconversión de las variedades con poco mercado también necesita parte de fondeo nacional, son muchas hectáreas y la medida lleva tiempo, no se reconvierte un viñedo de un mes para el otro. El presupuesto nacional es gigante (29 billones de pesos en 2023), y allí hay fondos suficientes para estimular economías regionales, pero la plata va más que nada para las provincias amigas.
En síntesis, si bien la Provincia tiene desafíos del sector para profundizar (riego eficiente, integración vertical, seguro, reconversión, etc.), sin una macro nacional que ayude los milagros no existen. De todas formas, en esta nota hemos preferido ser propositivos, pensando en el futuro, no en el pasado y presente. Por eso, en esta Vendimia, brindemos (con vino mendocino) por el nuevo gobierno a partir de diciembre de 2023, que va a encarar las soluciones necesarias para el despegue.
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