"Alberto Fernández nos tomó el pelo. A todos por igual. No hubo diferencias entre peronistas, radicales, demócratas cristianos, socialistas o lo que fuera", el diputado Adrián Reche opina sobre el escándalo en Olivos.
La culpa es de Fabiola
Si entendemos a "la grieta" como esa separación entre los argentinos que nos ubica a un lado u otro de un abismo según nuestra línea de pensamiento, después de los sucesos de las últimas semanas no pude menos que admitir que finalmente, el presidente logró cerrarla.
Alberto Fernández nos tomó el pelo. A todos por igual. No hubo diferencias entre peronistas, radicales, demócratas cristianos, socialistas o lo que fuera.
Todos nos quedamos encerrados casi un año en la cuarentena más larga del mundo como obedientes soldados en esa guerra épica contra el "enemigo invisible" mientras el presidente penalizaba por decreto y amenazaba por TV a los "idiotas" que se atrevieran a desobedecerlo, porque tenía "el poder para hacer cumplir por las malas" lo que no se acatara por las buenas.
Y acatamos. Lo hicimos sin chistar hasta que las contradicciones se fueron haciendo cada vez más evidentes y ya no se pudo tapar el sol con un dedo.
Porque tampoco podemos negar que Alberto es el rey de la contradicción y la evidencia del cumpleaños de Fabiola no sólo desnudó el doble discurso, sino que comprobó la comisión de un DELITO. Porque el presidente, su familia y los amigos de su pareja, violaron la misma cuarentena por la que procesaron a miles de argentinos.
No vale la pena volver a repasar los remedos de disculpas que ensayó el gobierno en los días posteriores. "Fue un error, un desliz, mi querida Fabiola convocó a una reunión, no debió haber ocurrido" y así sucesivamente.
Al otro día, los gritos de matón de barrio y el "yo me hago cargo". Pero no, la verdad es que no lo hizo. Alberto Fernández jamás se presentó ante la justicia para pedir que lo investiguen. Otras vez, puro bla bla.
Pura estrategia de esos grandes pensadores que lo rodean. La naturalización del doble discurso donde la verdad no interesa, el ruido y la confusión mezclando todo en pos de la construcción del enemigo.
La posterior difusión del video en un "medio amigo" de un tal Roberto Navarro para que Mauricio Macri no lo use en una operación de prensa previo a las elecciones fue una clara prueba de esa estrategia. En pocas palabras; "ah, pero Macri..."
No obstante, esta vez parece no haber tenido el efecto habitual. Las cortinas de humo de Aníbal Fernández y su "cagar a palos a la mujer" o las fotos de la propia Fabiola tocándose la panza y dando a entender un posible embarazo no lograron desviar la atención ni cinco minutos.
Sin embargo, el hábito de minimizar todo para que se pierda en la nebulosa de la intrascendencia, esta vez no funcionó. Porque nos tienen hartos. Tan simple como eso.
Porque sabemos muy bien que no se arrepintieron y sólo están enojados porque los descubrieron... Otra vez. Igual que con el vacunatorio VIP del que el ex ministro Ginés nunca se enteró y del que la actual ministra de Salud Carla Vizzotti (¿Se acuerdan de Vizzotti? Era la señora que solía dar conferencias serias junto con la payasa Filomena) tampoco vio nada.
El presidente, Fabiola y su séquito estaban de fiesta mientras tildaban al gobierno de Mendoza de ser "enemigo de la gente" por negarse a cerrar actividades verdaderamente esenciales porque son las que le proveen el sustento diario a su gente.
Por último, un detalle que hoy tal vez parezca menor ante la sentencia social que representaron las fotos y los videos; es quién filtró ese material. Porque sin desmerecer la labor periodística que logró sacar el caso a la luz, da la impresión de que, si existió una "operación de prensa", claramente no fue orquestada por la "maligna" oposición. En todo caso, no por la "externa".
No puedo evitar pensar que aquel "Alberto... Poné orden!" de la Jefa del presidente, la misma CFK que le quitó el micrófono en público porque necesitaba hacer su propia arenga, para que él se limitara a decir "es tal cual como lo dijo Cristina", tal vez tengan algo que ver.
Todo sugiere que Cristina Fernández de Kirchner necesita reafirmar su liderazgo ante los ojos de todos. Dejar en claro que la que manda es ella y que la cara que esté adelante, es apenas una circunstancia para mantener el poder.
Tal vez sea tiempo de que Dios y la Patria empiecen a demandar a los que "así no lo hicieren" y posiblemente, el 12 de septiembre sea el comienzo.