Al populismo no le interesa si hubo o no mapuches en Mendoza, es, como todo su relato, una sucesión de falsedades para sostener lo insostenible.
El populismo se autopercibe como no mentiroso
"Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones"
Jorge Luis Borges, El sur
La historia nos da innumerables ejemplos de que en su devenir las acciones humanas que desencadenan hechos tienen efectos inmediatos, muchas veces confusos y estridentes, y también en el plazo largo. Transcurrido el tiempo aparecen consecuencias casi siempre imprevistas y que suelen ser devastadoras. De ahí que desde antaño los filósofos han sugerido la prudencia como una virtud para actuar. Fernando Savater decía que los seres humanos esperan catástrofes que nunca llegan y luego suceden otras que nadie había previsto y que son mucho peores que las anunciadas. Por eso es que las naciones deben recorrer su historia y repasar sus equivocaciones o aciertos. O al menos eso sería lo deseable. En realidad piensan los ciudadanos, pues las naciones no piensan por sí mismas sino que son sus integrantes quienes encarnan esos pensamientos que son múltiples, variados y, a menudo, contradictorios. Para eso es imprescindible que esos ciudadanos cuenten con las herramientas adecuadas: una buena educación a la cabeza, sin dudas. De ella depende muchas veces la posibilidad individual de no quedarse en esa inmediatez aludida sino de mirar más allá, hacia adelante y hacia atrás, comparar y relacionar. En este sentido juega un papel preponderante la cooperación, otra herramienta cada vez más imprescindible a medida que las nuevas tecnologías parecen solucionar todo, lo cual es una enorme mentira. En este caso la cooperación consiste nada más y nada menos que en el diálogo y la comprensión colectiva de los procesos que se viven. Por supuesto que esas nuevas tecnologías ayudan enormemente al malentendido y a la confusión, con las redes sociales a la cabeza, pero también pueden ser usadas, como en el caso de la inteligencia artificial, para finalidades benéficas. De ahí que se necesiten mentes despiertas, frescas y dispuestas a desestructurar prejuicios y lugares comunes para no volver siempre por los mismos caminos que ya han fracasado.
El artículo 75, inciso 17, de la Constitución Nacional de 1994 dejó escrito con respecto a los pueblos originarios: "reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos". El escándalo de la entrega de tierras a grupos autopercibidos como mapuches en territorio mendocino debe ser leído a través de esa letra constitucional y comprender que la redacción difusa cuando dice "tradicionalmente ocupan" puede dar cabida a estos dislates actuales donde es evidente que hay una intencionalidad política, tan oscura como aquella fórmula que hoy, muchos años después en manos de un gobierno populista da para esas tropelías. Y se vuelve al mismo dilema de siempre: ¿populismo o republicanismo? En el imperio del primero un organismo nacional, ebrio de ideologismo, entregó tierras provinciales mendocinas a un grupo de personas que dice autopercibirse como un pueblo que nunca habitó en estas tierras. ¿No es curioso que para una operación a todas luces irregular se esgrima pertenecer a un pueblo que la tradición y la historia muestran que nunca estuvo asentado ahí y que cuando pasó fue para hostilizar a quienes sí pertenecían a este lugar? Es una farsa a la luz del día que lleva a entrar en la discusión de si hubo o no mapuches en Mendoza, que es como discutir si habitaron cheroquis o aztecas. Ninguna persona más o menos informada tendría dudas y si las tuviera las podría evacuar rápidamente. ¿Y es suficiente para que reciban miles de hectáreas que por otro lado habían estado en litigio en las instituciones de la República y la Constitución? Instituciones en las que el populismo no cree, se sirve de ellas cuando le viene bien y las bastardea y desconoce a diario. Por eso hay que entender que al populismo no le interesa si hubo o no mapuches en Mendoza, es, como todo su relato, una sucesión de falsedades para sostener lo insostenible. Volviendo al inicio, y ahí radica el peligro de que estén a cargo de los resortes del estado, se trata de personas educadas que usan sus conocimientos para perpetrar estas irregulares operaciones.
Ver: Quincho: Rosca en el sur, mapuches K, y el manual para joder a Mendoza
Quizás valga la pena recorrer algunos ejemplos nacionales y extranjeros para entender en profundidad el fenómeno que implica que el estado esté a cargo del republicanismo o del populismo. Uno cercano es el escándalo que representa la denunciada malversación de los números censales en La Matanza. Según los datos del nuevo censo, la población de ese enclave importantísimo para el kirchnerismo pasó de 1.775.816 en 2010 a 1.837.774 en este censo, una suba de 61.958 personas. Sin embargo, la población proyectada para 2022 era 2.374.149. Es decir, 598.333 más que en 2010. La razón parece clara, así como nunca hubo mapuches en el Sur mendocino la población matancera nunca fue la que se dio en 2010. Esa cifra se oficializó con la finalidad no sólo de obtener más fondos de coparticipación para una administración compinche, sino también de poder manejar números de votos en las elecciones. Otra prueba más de lo que sucede con las clavijas estatales en manos de quienes por ideología han mostrado no tener límites en la malversación de datos e ideas si eso les sirve para llevar a cabo sus ideologismos y... sus negocios, eso está claro. Porque nadie puede pensar que el caso mendocino de los inexistentes mapuches y el matancero de los números inflados no esconde detrás de la ideología que los alienta una motivación crematística.
Las respuestas por las inconsistencias numéricas fueron inmediatas, pero no resultan del todo creíbles en boca de quienes sugerían que no había que medir la pobreza porque era estigmatizarla, como fue el caso del actual gobernador bonaerense, ni de quienes dejaron de medir la inflación en su momento, casi destruyendo el Indec, en un hecho que no conoce muchos antecedentes mundiales en países que hayan desarrollado sistemas más o menos confiables de medición. Como a todo cuerpo enfermo, cuando se le pone una dosis de sanidad, la enfermedad aflora. Esto es lo que ha sucedido con el censo actual que está dando mucho que hablar y ha sido muy cuestionado. Todos estos son puntos oscuros que un gobierno republicano deberá aclarar y encauzar para que nunca más se discuta la validez de un censo o de una medición inflacionaria. Hoy queda a la luz que los números de la Matanza eran tan fraguados como la prosapia mapuche de los ocupantes de tierras sureñas legitimados por el organismo nacional que se ocupa del tema indígena.
Ver: Ironía de Durán Barba sobre la aspiración de Alberto Fernández a ser reelecto
Hay un caso muy interesante que permite ver que en muchas latitudes se están cociendo habas con las ensoñaciones populistas. En España se ha desatado una polémica porque el gobierno de coalición, encabezado por el socialista Pedro Sánchez con el apoyo del kirchnerismo chavista español y los nacionalistas independentistas, sacó una ley inspirada en la ebriedad ideologista de Unidas Podemos en presunta defensa de las mujeres. La norma es popularmente conocida como "Sólo sí es sí" y alude al consentimiento en las relaciones sexuales, con criterios basados más en lo políticamente correcto que en el sentido común. El efecto inmediato ha sido el pedido de rebajas de penas y la concesión por parte de muchos jueces para violadores condenados y presos. En la actualidad, los líderes del populismo español le dicen a Sánchez que no se le vaya a ocurrir tocar una palabra de sus discursos progres y, por supuesto (cualquier similitud con la Argentina no es casual) le echan la culpa a los jueces de interpretar mal su maravillosa norma saca presos. Otro ejemplo más del cuidado que hay que tener con las palabras y la ideología cuando se chocan con la realidad.
Como se ve en todas las latitudes y por los temas más diversos y delirantes hay ejemplos de lo que implica gobernar mal. Claro, después hay que venir no sólo a construir, sino a deconstruir los disparates de años. Por eso, como se dijo al principio, sería bueno tener suficiente educación para poder analizar y unir estos puntos y pensar dos veces a la hora de votar. ¿Republicanismo o populismo? Y que cada uno haga como le venga en ganas, según como se autoperciba. Que si tiene suerte a lo mejor le toca una hectárea en algún lugar sagrado ancestral, se cruza con un violador en la calle o lo cuentan dos veces en un censo.