La llave para que el cuerpo funcione adecuadamente y se construyan acuerdos sobre reformas institucionales y económicas que el país necesita, está en el cumplimiento de la Constitución.
El nuevo Senado y la agenda de los argentinos
Durante el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, los temas del Senado de la Nación fue la agenda monotemática de una persona y sus obsesiones. La de Cristina y su manía por controlar la justicia, hostigar a la Corte, nombrar jueces amigos aún en contra de la Constitución -como el intento de reponer en la Cámara Nacional de Casación Penal a la Dra. Ana María Figueroa- y en definitiva asegurar su propia impunidad y la de su familia.
La agenda de un poder personal, que no dudó en atacar y debilitar a su propio gobierno con tal de perseguir sus intereses individuales. Un temario que dio la espalda a los senadores que integramos la Cámara, que no permitió nunca un funcionamiento regular del cuerpo, con debates serios y verdadero diálogo republicano. Una limitación que dio la espalda a los grandes temas nacionales como el Federalismo, las reformas institucionales largamente reclamadas y probadas como la Boleta Única, reformas económicas que aseguren una administración ordenada de recursos, el equilibrio fiscal, el desarrollo de las economías regionales y la disminución de la presión impositiva.
En paralelo, hubo otras personas con otras obsesiones. Fuimos muchos los senadores preocupados por el cumplimiento de la Constitución, la defensa del sistema republicano y el Federalismo. Fueron cuatro años muy duros en los que fue difícil enfrentar esas embestidas. Puedo decir con orgullo que en los últimos dos -en los que me ha tocado ejercer el cargo de Senadora Nacional- hubo un aspecto central en que tuvimos éxito. Cristina Fernandez se fue del gobierno sin poder hacer nombramientos inconstitucionales en la Cámara de Casación Penal. Se fue del gobierno sin poder manipular el Consejo de la Magistratura. Haber evitado lo peor nos enorgullece, pero lejos está de lo que hubiéramos deseado como Senadores de la República. Evitar la catástrofe es una condición necesaria, pero no suficiente. Es mucho lo que queda por hacer.
La sesión del día 13 de diciembre -primera sesión del cuerpo en el nuevo gobierno-, habla mucho de lo que queda por hacer y nos deja enseñanzas y desafíos. La mayoría de 39 senadores que logramos construir para sesionar, designar autoridades y organizar en forma integral el funcionamiento del Senado, da cuenta de que somos más los que protegemos la Constitución y la ley. La Argentina tiene hoy, por primera vez en muchos años, un Senado dispuesto a debatir la agenda de los argentinos. La agenda de la demanda de los argentinos.
Entiendo que entre esos 39 senadores rige un acuerdo básico: el cumplimiento de la Constitución y la ley, la vigencia del diálogo y el respeto por las instituciones. En esa concordancia básica está la llave para que el cuerpo funcione adecuadamente y se construyan acuerdos sobre reformas institucionales y económicas que el país necesita. También está en esa coincidencia, la clave para que se puedan metabolizar las diferencias que claramente existen entre los diferentes bloques.
Se abre una época diferente. Los recambios que se han producido en el Senado habilitan nuevas formas de trabajar y de funcionar para estar a la altura de la demanda social. Estar a la altura de ese desafío es mi obsesión personal.