Fue ayer. Algunos lo celebraron y se acordaron de saludar, mientras que otros ni siquiera sabían que se conmemoraba. Hay tanto por hacer, y el cambio cultural que se necesita es tan grande que requiere la participación de todos para concretarlo. Hablamos del Día del Padre. Sí, del 24 de agosto, en honor a San Martín y a su hija Mercedes.
El Día del Padre en Mendoza: el gran desafío cultural de los mendocinos
No hay manera de evitarlo: hay incluso una ley que establece que el 24 de agosto, fecha en que nació Merceditas, la hija de San Martín, es el Día del Padre. Además, haciendo un doblete histórico y fantástico, Don José de San Martín es el Padre de la Patria. Todo cierra por todos lados, excepto para una sociedad que, como dirían los jóvenes, "finge demencia" en este asunto.
Y ni hablar del país en general, donde esto pasa desapercibido. Pero en Mendoza, según la Ley 5131 de 1986, cada 24 de agosto se celebra el Día del Padre. Sin embargo, ayer, pocas casas festejaron, saludaron o hicieron un regalo por el Día del Padre.
Merceditas tenía solo siete años cuando su madre falleció, y su padre siempre luchó por tenerla cerca y brindarle una buena educación. Hasta se enfrentó con su suegra, la abuela de la niña, para explicarle que lo único que él tenía era a su hija. La historia lo dejó en una posición única y, como si fuera poco, nos dejó unas máximas que siguen vigentes. Solo por el afecto que San Martín tenía por Mendoza, cada habitante de esta tierra debería honrar y celebrar con sus padres este día, cada 24 de agosto.
Además, este año el 24 de agosto cayó un sábado, y nosotros estamos acostumbrados a celebrarlo un domingo. Dejemos eso para lo comercial. Aquí hablamos de algo más profundo: un sentimiento, una identidad, una forma de pensar y sentir, una fecha significativa; en definitiva, de un cambio cultural.
La cultura está en continuo movimiento, pero para lograr un cambio tan grande en una comunidad, debe surgir la necesidad, la falta o la ausencia de algo. Tal vez sea nuestra falencia no darle a uno de los grandes protagonistas de la historia el lugar que se merece.
Siempre culpamos a los políticos de nuestros males, pero esta vez creo que todos debemos avanzar un poco más en esta celebración. Los políticos hacen lo que pueden: alguna que otra actividad, algo tibia, como para cumplir con la agenda, y un saludo en redes sociales invitando a unirnos al gran desafío de ese día. Sin saber, pobres almas, que nada de lo que ellos propongan nos caerá bien. Podrían pensar en alguna actividad que nos invite a participar, pero de eso aún estamos lejos.
No es por ahí. Esto es mucho más fuerte. El compromiso es de cada uno y con el futuro, con ese futuro que vive en tu casa y tiene 4, 6 o 10 años. A ellos hay que mirar y contarles por qué es tan importante para todos que el Día del Padre en Mendoza se celebre siempre y cada 24 de agosto.
Tal vez, sin saberlo, somos parte de un sueño que algún día se hará realidad y que, entre todos, lograremos concretar: un cambio en nuestro acervo cultural que nos compromete e identifica, como la misma montaña que siempre nos vigila.
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