Cuando el duelo se transforma en suicidio

¿No será tiempo de alimentar con inteligencia política las coincidencias y dejar las disidencias, que naturalmente las hay, para cuando los riesgos sean menores?

Cuando el duelo se transforma en suicidio

Por:Jaime Correas

"Napoleón I, cuya carrera fue similar a un duelo contra toda Europa, desaprobaba el desafío entre los oficiales de su ejército. El gran emperador militar no era un espadachín, y sentía poco respeto por la tradición."

Joseph Conrad, "El duelo" (1908)

El escritor e historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) escribió una inquietante crónica titulada "Un duelo a muerte en Valparaíso". Quienes viajen a esa misteriosa ciudad portuaria y recorran sus cerros endiablados podrán visitar en el viejo cementerio la tumba del vicecónsul francés D'Espinville, quien murió a los 25 años batiéndose con otro diplomático francés, Saillard, el 11 de junio de 1830. El matador había viajado desde El Callao en el Perú para dirimir una pelea de honor con su colega. Se enfrentaron en el cerro Polanco con pistolas. La disidencia había nacido algunos meses antes mientras viajaban a bordo de la embarcación "Moselle" hacia sus destinos diplomáticos. El desencuentro se produjo en una mesa de juego: "A consecuencia de una jugada dudosa del quisquilloso M. De Saillard, sobrevino violento altercado entre los dos funcionarios franceses, y D'Espinville concluyó por dar a su compañero de partida un rudo golpe en la cara. Pasaba este lance en la cámara del capitán y en su presencia". Hasta ese momento tenían una relación muy cordial y la desavenencia los introdujo en una espiral hacia la tragedia. Durante el resto del viaje el capitán del navío logró evitar que se batiesen y el resto de los viajeros se quedó tranquilo cuando D'Espinville desembarcó en Valparaíso y lograron que Saillard siguiera a su destino peruano. Lo cierto es que una serie de casualidades que Vicuña Mackenna narra con maestría llevaron al desplazamiento del ofendido hacia la mañana en que sonaron los disparos: "M. de Longueville había logrado, por tanto, a fuerza de prudencia y de tacto, evitar escándalos a su bordo, y pudo dejar en paz aparente a cada uno de los emisarios que le habían sido confiados en sus puestos oficiales. Lo único que no pudo impedir fue que al desembarcar el caballeroso vizconde normando en la rada de Valparaíso, el colérico y agraviado cónsul del Callao le dijera desde la borda, al bajar aquel al bote: -¡Señor D'Espinville, hasta muy luego! a lo cual el primero contestó con una sonrisa desdeñosa y altiva, y sólo dijo: ¡Cuando gustéis, señor de Saillard!" Esa despedida abrió el camino al violento desenlace: "Se dio la voz, tiró D'Espinville con precipitación; su adversario sufrió el fuego sin moverse; devolvió su tiro y le metió la bala en el costado derecho, lo cual le causó la muerte a pocos instantes."

La vibrante crónica de Vicuña Mackenna guarda una sugestiva familiaridad con "El duelo", la obra maestra de Joseph Conrad que dio origen a la notable película "Los duelistas" (1977), dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Hervey Keitel y Keith Carradine. En la novela corta se desarrolla la persecución de los dos húsares del ejército napoleónico por Europa para dirimir una vieja ofensa batiéndose a duelo. Tan añeja es la herida que deja de importar y lo central pasa a ser la dinámica de asedio persecutorio que ha envenenado la vida de esos hombres. Es altamente significativo que comparten una causa común, no son enemigos, sino camaradas. ¿Pudo Conrad conocer esta historia chilena? El autor de "Corazón de las tinieblas" también publicó una novela corta llamada "Gaspar Ruiz" que se refiere a la campaña del general José de San Martín, quien aparece como personaje de la ficción junto a los chilenos Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera. Los libros de Vicuña Mackenna circularon en Inglaterra y bien pudo Conrad tomar contacto con "Relaciones históricas" (1876) donde está el texto sobre el duelo de Valparaíso y el relato de la persecución que se inicia entre los cónsules franceses. Hay otras obras conradianas de las cuales se ha encontrado su origen en algún hecho real que interesó al autor y tomó como disparador. Un indicio fuerte del conocimiento de las obras de Vicuña Mackenna es que, luego de publicar "El duelo" por entregas en "The Pall Mall Magazine" entre enero y mayo de 1908, lo reunió en un volumen junto a "Gaspar Ruiz" y otros relatos. Son momentos en que realidad, historia y literatura se entrelazan y logran resultados sorprendentes.

Esta semana tuvo un capítulo agónico y final el sordo duelo entre el presidente Javier Milei y el ex presidente Mauricio Macri. Dos compañeros de ruta que como los húsares napoleónicos ficcionales o los cónsules franceses históricos, a pesar de estar nominalmente en el mismo bando, se baten a diario con ácidos rencores cuyo origen es difícil de determinar.

Son dos personalidades opuestas que se van encontrando y desencontrando mientras se miden. Hasta el jueves Macri ayudó a gobernar y puso sus fuerzas (menguantes por cierto) para sacar temas cruciales del Congreso y también le dio apoyo en momentos complejos como la marcha de jubilados que terminó con hechos violentos. El gran antecedente de esto fue el encuentro de Acassuso donde Milei llegó con su elección presidencial, que Macri había fortalecido cada vez que pudo, y salió con dos ministros: Patricia Bullrich y Luis Petri, la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio. Una proeza macrista si se piensa en el antecedente de las gravísimas descalificaciones en la campaña a la candidata de parte del flamante presidente. Luego se sumó en Economía un ex ministro de Macri, Luis "Toto" Caputo, y un puntal de la preparación del programa de gobierno de Bullrich, Federico Sturzenegger, quien aportó lo que sería la Ley Bases y el DNU 70. Piezas que también fueron apoyadas por el ex presidente. Hasta ahí parecía si no una fusión, al menos una generosa colaboración. Después primó la teoría de que el que llega debe matar al que lo ayudó a llegar. Capítulos de esa saga fueron las desavenencias de Macri con Santiago Caputo primero y luego con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Aparecieron en escena dos botines a conquistar donde los deseos de los duelistas Milei y Macri chocan: Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires. Un panorama complejo que por el camino que va se transformará en dos derrotas para ambos duelistas si no pegan un volantazo a tiempo.

El jueves, luego de recibir innumerables ataques por parte del gobierno libertario, Mauricio Macri por primera vez jugó en contra abiertamente. Ayudó con dos de sus senadores a dar quórum a la sesión del Senado que el mileismo quería evitar. Y contribuyó a voltear las controvertidas candidaturas a la Corte de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Hay un detalle importante que no se puede pasar por alto. Los apoyos parlamentarios de Macri han sido en temas cruciales para la gobernabilidad, como el reciente apoyo al préstamo del FMI. En cambio, el rechazo a Lijo, sobre todo, es algo que da igual que suceda o no. Hay otros cortesanos posibles, muchos. Y seguramente mejores. No es creíble la sobreactuación de que esos son los dos miembros que Milei necesita como el aire para gobernar, aún atendiendo a la hipótesis de que las cortes son políticas (algo que es real). Sobre todo por los numerosos y significativos rechazos que cosechó un juez federal muy cuestionado en sus antecedentes profesionales y en su moralidad. No se le cuestionaban aspectos de forma sino sustanciales. En ese proceso hubo un error de origen que no se quiso reparar. No son claras las razones.

Algo que diferencia a Milei y Macri de un modo terminante es su manera de enfrentar las decisiones propias que resultan cuestionadas. Fueron famosos los innumerables temas en los que Macri dio marcha atrás. Esa actitud incluso fue socavando su credibilidad porque muchos ciudadanos tuvieron la doble impresión de improvisación en la ejecución y de falta de coraje, cuando retrocedía en temas que estaban en su ADN y se sabía que realmente los quería. Milei hace lo contrario, no da marcha atrás y enfrenta con firmeza las reacciones adversas, a veces masivas, en cuanto a sus decisiones. Su política es acelerar aunque venga un curva o haya por delante una muralla de piedra. ¿No habrá llegado el momento de recalcular y actuar en cada caso con más picardía y prudencia en favor de salir adelante con temas que le resulten importantes? La composición de la Corte es sin dudas uno y el revés del jueves era más que evitable. Esa derrota no suma.

Ver: Quincho: el candidato, la política en modo Simpson y los que sortean guita

En este sentido hay casos para analizar. Frente al inútil y equivocado discurso de Davos asimilando la homosexualidad a la pedofilia la respuesta fue una foto con Roberto Piazza en Olivos y el borrado del tema de la agenda pública. ¿Cómo entender la inentendible postulación de Lijo y la rigidez para no salir rápido de un error tan evidente? Milei sólo obtuvo una compacta derrota política que pudo evitar hasta último momento. De haber ganado hubiera sido una victoria pírrica, esas que no sirven porque debilitan más que fortalecen. Todo indicaría que ha llegado para la gestión presidencial un punto donde el curso de la economía, puesta en jaque por la guerra desatada por Donald Trump, requiere de no tener más problemas artificiales. Hasta el momento adecuado para matar al otro duelista, ¿no será tiempo de alimentar con inteligencia política las coincidencias y dejar las disidencias, que naturalmente las hay, para cuando los riesgos sean menores? Las crisis nacionales agravan las provinciales y las globales las nacionales. En el actual escenario andar buscándose para pelear por arcaicas ofensas o por futuras ambiciones suena a suicida, más que a guapeza. El deseo de matar al padre es comprensible (Kirchner a Duhalde) pero es clave saber elegir la oportunidad.

El Senado es un escenario esencial en la Argentina. Lo controla el peronismo en sus distintas versiones, siempre funcionales al movimiento, desde 1983. Esa es la razón por la cual es difícil que se pueda desprender, si se analiza con seriedad, del gran fracaso argentino. El peronismo siempre tuvo esa última llave para hacer o no dejar hacer que si se estudia en profundidad es la última tranquera. Eso Milei lo debería tener marcado a fuego y saber que ahí nunca le sobrará un voto, por más que alguna vez gane una votación. De ahí que su duelo con Macri deba ser repensado luego del jueves pasado. La gobernabilidad del país lo requiere, que es la gobernabilidad del propio Milei. Ya habrá tiempo para batirse a duelo. Por ahora le queda limpiarse la sangre de la camisa porque su rival calabrés le hizo un tajo, pero sin olvidar que la provocación para llevarlo al campo del honor fue suya.