Crónicas del subsuelo: Una de animales

Crónicas del subsuelo: Una de animales

Por:Marcelo Padilla

En la extensísima muralla de barro estarían los dones que irían a buscar aquellos designados a sacramentar el grimorio exangüe, abandonado a la desgracia. Se trata de una inmensa mole de herrumbre amontonado desde que se inventó la escarpia en el año 230 (a.c).

En una chacharita fueron juntándose metales y boludeces. Con el tiempo aquella siata se hizo chatarra y creció en altura hasta perderse entre las primeras nubes.

El oxido de los hierros imantaba un aire pringoso y brillante, del cobrizo tono de las cucarachas que se confunden entre los trastos férreos arrumbados.

Constituyó un tótem sin interpretantes y fue el primer dios alabado y venerado por la inexistencia del mono y el dragón.

Sí, un montón de clavos y alambres, aceros y carros viejos que en la pira crecían por el encastre de cada pieza sin que un humano hubiera posado su mano.

Cuando se habla de las pirámides, sucede lo mismo. Pero, este caso, esta cosa informe es anterior a las pirámides. Y si bien los egipcios fueron guapos para cargar pilones de terracota, aquí, se fueron amontonando los trastos, como si dios hubiera dicho basta.

Triciclos del futuro y aros de groso anchor vaya a saber para qué se utilizarían más adelante.

Visto desde el presente uno se cagaría de risa, pero ojo, que del presente, de su soberbia, salen los peores pensamientos, los más ajustados a la razón y a la moral del momento.

Ojo con el presente. Lo digo de nuevo para que no se entienda literalmente hay que tener cuidado con un solo ojo, attenti, se necesitan los dos ojos como huevos para poder brotarse ante tamaña obra de un dios vago y toxicómano.

No es que uno se la pase hablando mal de dios. Pero salvando la soberbia producto del pensar siempre en el presente, para el presente, y desde el presente, no hay pasado que alcance y aguante ¡Aguante la edad media!

Periodo Romano en Europa cuando ésta no era Europa. En estas tierras, por entonces, ni idea de los romanos ni de Europa. Faltarían siglos de paciencia para el gran encuentro.

Pero a poquitos pasos estaríamos en la edad dorada, la edad media. La edad negra de la humanidad para los ojos y pensares ilustrados. Para los macartistas de la edad media tenemos bala, habría dicho un historiador de nombre impronunciable.

Según dicen los que saben, los onomatopéyicos del monte -secta tediosa por las siestas y bravía en supervivencias- perseguidos por siglos en vastos territorios insulares, zigzagueando sombras en tenebrosas emboscadas, habrían logrado sortear el obstáculo de su raza.

Como lo hicieran los magiares en los labios del Danubio los onomatopéyicos habrían inventado el clavo un día muy particular.

El clima acompañaba la jornada con la estabilidad de un trópico soporífero detenido en el tiempo.

Un día ideal. Puede se diga: "un hermoso día peronista" para inventar el clavo.

Pues con la punta del clavo se habrían lanzado tras un brote psicótico a la escritura en piedra y madera.

Primeros en tallar geoglifos en las colinas y, en las faldas de los desiertos, primeros en trucar la visión con frases cavadas como zanjas.

Nunca tenidos en cuenta por la rancia antropología, los chabones, eran una raza sacra pero escasa.

Primeros psicóticos de la humanidad asidos al brote mediante iluminaciones de avance societal que bien hoy podrían considerarse pre-profetas de la tierra, tan solo porque no existieron nunca tales resultados, aquí, nadie investigó nada.

Y no hay archivo para sostener tales proposiciones científicas. Entonces, sin el ámbito de la ciencia, ese lugar no queda vacío como arriesgaron existencialistas y agonistas, a ese lugar lo ocupa la magia. Que siempre perseguida encuentra el hueco si de túneles se trata.

Para su cultura lo único que existe es lo que no existe. Su cultura nace de la negación de lo existentemente dado y de allí, crea, inventa.

Lo que es viene de lo que no es, existir sería para ellos la propia y fantasmagórica presencia de lo ausente inanimado. De una cultura inexistente y pre humana. Protocósmica. Espectralmente abísmica.

Detrás de ellos no habría nada. Primera cultura sin historia ni tradición. Debieron fundarse e inventar el todo; y la nada, que ya la tenían susurrándoles la espalda, los empujaba hacia adelante oblicuamente hablando. La línea recta en el lenguaje de ellos no existía.

De cada brote psicótico colectivo, parían un progreso en la comarca.

Como las comadrejas que no se dejan los onomatopéyicos se guardaron bajo túneles construidos por otros animalejos del ambiente, usurpándolos.

Le habían puesto ahínco sus originales constructores, de tal grado, que varios de los túneles llegaban hasta la misma China. Se salía por un pozo al centro de un bar de tragos, música ambiente, no sé si de Pekín o de Shanghái.

Allí podrían embriagarse por días sin que sus parientes cercanos y/o amistades pudieran encontrarlos. Hibernaban. De los túneles, en primavera salían brotados y locos (a los gritos) como si escaparan de un manicomio prendido fuego.

Más de mil quinientos onomatopéyicos al mando de su líder Armando Pompa Fúnebre -resistido por el 20%, pero fanáticamente defendido por el 80 % restante- deambularon praderas de mapas en cobrizos alazanes que por entonces eran plaga por la zona.

Anduvieron siglos a la deriva. Por eso tal vez la película "los nómades de la deriva" haya inspirándose en esta historia.

Al 20 % Armando Pompa Fúnebre tenía controlado mediante torturas sistemáticas en los túneles a la altura de Madagascar. Simplemente porque les encantaba a los onomatopéyicos Madagascar.

Habrían ido de vacaciones una vez y quedaron enamorados. De lo cual podría entenderse el por qué de Madagascar en esta historia de torturas y vejaciones.

(Parece que les fue bastante mal en las vacaciones en Madagascar porque no respetaron ciertas reglas que en Madagascar son ley. De todas maneras según las escrituras que no solo no registran sino que inventan los tipos en Madagascar la pasaron bomba a pesar de su expulsión)

Los anti Armando Pompa Fúnebre, ese 20% maldito, quedó detenido por una larga temporada en un pozo hondo, para que mediten su decisión de apoyo o no a su líder. De no convertir la decisión en positiva pasarían definitivamente a la decapitación y de ahí derechito al Museo del Traidor Embalsamado.

Eran los primeros bichos hechos por un dios a la chacota, para la joda, la parranda, la risotada extravagante y burlona, sobre todo tensa y sospechosa, inquietante.

Los bichos de extrañas y elásticas proporciones se erigían desplegando su embrionario estilo bolita hasta medir metro y medio ¡o más de alto! lo cual les permitía sentarse en las sillas del bar, alrededor de una mesa, muy chinamente decorada con varias botellas de escabio.

Los chinos son buenos vendedores y nunca les habrían preguntado por su aspecto, ya que se dice -cuenta la leyenda- una vez supieron los onomatopéyicos, confundidos de túnel, desembocar en un bar de Arkansas City, como Farrés en aeropuerto perdieron el vuelo y tuvieron que pedir escabio para matar el tiempo.

Como se imaginarán, fueron echados a balazos por unos gringos de sombrero y botas texanas ¡muy borrachos de whisky los yanquis! Pero de armas tomar en situaciones inesperadamente norteamericanas como ésta.

Nada de boludeces con aparecer de la nada habrían dicho los yanquis entre miradas del Far West, toqueteándose las bandoleras, sacándole brillo al arma.

Cuestión que espectros de animales por el bar se movían a su antojo. Uno tenía claramente identificable cabeza de conejo y era de color rosado, como si se tratase de una película para niñas de cinco años.

Apelmazado, daban ganas de tocarlo. Resultó arisco, por eso los yanquis ningunos boludos, lo echaron a balazos enredando el acto, la situación confusa, entre el gran conejo rosado y la niña norteamericana de cinco años.

Los demás bichos, de distintos aspectos en sus caras y cuerpos, por el fracaso en el bar de Arkansas City, echaron toda culpa al conejo rosado.

¡Cómo te le vas a acercar a una niña norteamericana! Expresaron reprochando.

El conejo rosado no entendió de qué venía el reclamo. Eran burros, pavos y coyotes quienes le inquirían en la cara su actitud rayana con la moral y las buenas costumbres norteamericanas por ese entonces.

"Conejo sucio", le gritó cara de pavo.

¡De qué me vienen a hablar con esas fisonomías, muchachos!, habría dicho, resignado y caliente, el conejo rosado objetando.

Y envalentonado por el descubrimiento, a los que lo increparon aquella vez en Arkansas City les escupió las caras, y fue a acovacharse en un pocito negro y fresco.

El cabeza de burro no pudo aguantar su burrada, le dio una patada en la jeta, pero antes, apoyó el culo en su cara así oliera sus gases del oficio, del oficio de ser burro.

Más dos patadas secas, una detrás de la otra, fue lockout técnico en el desierto de Arkansas City. Pero en la afueras de la ciudad, en los alrededores, cerca de las esculturas en las montañas de los Ángeles de Charly.

El cuento es que el hecho, el acto, la situación confusa del conejo rosado con la niña norteamericana salió en las tapas de los diarios más importantes de todos los EEUU.

Contado el hecho de diferentes maneras norteamericanas la población de cada estado, cada ciudad, terminó dividida entre el burro y el conejo rosado, bajo un espíritu extrañamente bélico... y very very hot en las pantallas de televisión cuando se los vio debatir en vivo y en directo.

¿¡Qué hacemos con los huesos, qué hacemos¡? Exclamó cara de jote.

Nunca hubiera imaginado a bichos de distintas caras reírse a carcajadas mediante una reacción motriz conjunta inyectada por la interpretación al descubrir el absurdo de las cosas de la vida cotidiana.

Pensaron lo mismo, sintieron lo mismo, hicieron lo mismo. Pero eran de distintas especies sus caras. Esto no se entiende demasiado, sin embargo defenderemos a capa y espada la hipótesis de la existencia larval de los onomatopéyicos del monte, porque cuando la ciencia se pone enclenque aparecen los quiebres por donde se filtra el delirio, la magia, el pesimismo cósmico que elaboraron sin saber.

Empezaron a burlarse de cara de jote. No se sabe si por el calor que trepaba a los 67° o por lo que estuvieron tomando en el bar de Arkansas City.

Recordemos estaban re borrachos (vamos todos, arriba las manos, aplausos, vamos todavía) y los bichos en ese estado, se sabe, pueden hacer decir cosas que ni un humano hecho y derecho se animaría.

Menos que menos si se trata de un humano norteamericano, ya dijimos, y ahora sí les pido un ejercicio de comparación, que en China son buenos y mejores vendedores.

Por muchas causas que no vienen al caso, dado que China no viene al caso. En Norteamérica necesitan cierto aquelarre del ser y el aparecer para considerase clientes. Se desconoce la relación cultura y norteamérica.

Al conejo rosado en China lo reciben con alfombras de pardos colores e iluminan su camino con velas aéreas cuando él llega a las seis de la madrugada con sus amigos de capa larga, de parranda,.

En China, el conejo rosado comete todo tipo de perversiones. A los chinos les gusta cómo lo hace el conejo rosado y punto. Además lo hace cada tanto cuando sale por los túneles al bar de China.

Tampoco es que el conejo rosado sea drácula. Tampoco vamos a exagerar y hacer leyenda de un conejo de mierda.

Supo formar el conejo rosado pareja en China, familia numerosa. Forjó un capital nada despreciable tasado en inmuebles en estado de descomposición y ruina, a los cuales restauraría, habilitaría, castillos y palacios para olimpiadas eróticas con prácticas sexuales en vivo.

Para que toda la China advirtiera esos faros de liberación y descanso.

Saben muy bien, y son muy conscientes los onomatopéyicos, de la situación del obrero chino en China. El obrero chino trajina, como en las películas. Aclarando que de China no sabemos un real carajo.

Básicamente salir por túneles subterráneos que conducen a un bar chino no te hace chino ni mucho menos entendedor del idioma y cultura de China.

¿Y de conocer? Mejor ni hablemos.

Todo se desarrollaría en un bar y punto, en un bar presunto donde se empezó a dudar.

Fue un dudar entre los bichos paranoicos, panicosos. Como perros que se los están culiando en la nieve deslizarían la sospecha, la pregunta demencial.

¿Y si esto es un teatro armado para nosotros?

El burro no lo podía entender NI a palos, se persiguió mal... pero muy mal. Ahí nomás le dijo estaba en lo cierto al cara de pavo.

¡Mirá qué burro soy que no me di cuenta! ¡Hasta Platero hubiera adivinado!

Los coyotes rumiaban huesos, escuchaban tensos los delirios del burro convertido en Platero y, por momentos y desvariando, en el burrito cachamay, ese del té de las Sierras de Córdoba.

Debió haberse tomado un saque ancho y largo, dijo uno de los coyotes mascullando su risa cínica.

Tiritando como tiritan los coyotes. Y más cuando en las películas tienen a los coyotes protagonistas de la fauna que registran, porque, obviamente, las películas de caballos ganan siempre las estadísticas de las taquillas.

Excepto las de áfrica, por supuesto. No queremos dejar al África fuera de la discusión. Entiéndase bien.

No tenemos nada contra los negros ¡excepto! cuando quieren convertirse en blancos.

Nunca nos metimos con los negros. Pero ¿viste cuando un negro se mete con vos?, no te queda otra que saltar, sea negro o rubio, para el caso es lo mismo, uno tiene que acogotar al negro pero también acogotar al rubio si es que fuera necesario.

Porque se sabe, todo negro, vale menos en el seguro, si es que lo registra alguna compañía.

En fin, cuestión de colores, sobre gustos no hay nada escrito ¡excepto! La crítica social al juicio del gusto de un francés que supo ser de culto y desvaneció en la moda ultima de Francia.

Traducido también con el vulgar título "A otra cosa mariposa". Del francés al castellano y del castellano al lunfardo. Y del lunfardo a la cárcel.