Crónicas del subsuelo: Hoy nos visita William Burroughs
No sé si fue la bella o la bestia; o, si la bella estaría arriba y sentada, retorciéndose, como si le picara el culo, sobre las piernas de la bestia informe, babeándola a la bestia con su lengua irisada de saliva. O, por el contrario, la bestia [...]
No podría afirmar ocurriese lo que digo.
¿Típico cuento de hadas del siglo 18?
Los parecidos con lo que sucedió (realidad = excusa) en El Castillo de Otranto, corresponden a las asociaciones libres que haga el lector de aquí en más, para toda su maldita vida. A la doncella bella la secuestran, sí, y la llevan a los tirones de los pelos por uno de los túneles del enhiesto castillo, para salvarla. Ella escaparía de su padre en malón de gleba por los pasadizos subterráneos. El rey la quiere casar con un jenízaro de otra casta para formar otro principado que le permita expandir su reino, y, ayudada por la servidumbre, luego del secuestro y para liberarla... [la doncella no quería casarse con el jenízaro adjudicado por estar enamorada de un tosco hombre rural y sin dientes, que pertenecía a una familia de escasísimos recursos, y, según los dichos de la plebe, provenía de un linaje de reos y malvivientes]... no habría pasadizos secretos ni tampoco llaves para la doncella pudiese escapar de una buena vez de ese, su horror; y así dejar a la bestia en su propio espanto, en el centro y núcleo de su horror, rumiando el dejar irse de la doncella, aceptando, se le haya escapado de sus garras, tiritando. En fin...
La bestia también se cansa pues, y se enferma.
A lo bestia en plena remembranza y en este momento digo más, en plena añoranza, quisiera recordarlo todo aunque se me escapen, seguramente tonos y muchísimos detalles, sabrosísimos pormenores de esta historia que no es de cuento.
¡Ay si pudiera aprehender mi memoria antes se apaguen las imágenes! Yo sabía se apagarían, me lo dijeron y lo vi en otros, apagárseles, en el medio del camino oscuro a Camagüey, las imágenes y sus luces negras.
¡Quién pudiera!
Rey de este vasto imperio, Sí... mis memorias al amanuense que me asiste dicto. Le prescribo mis bandos. No puedo moverme ni andar descalzo, ni levantar mis flácidas piernas para empujar a un eunuco en el aire haciendo una bicicleta con mis pies. He tumbado tres veces por las escaleras de mi palacio, ambicionando, capitalizándome de ánimo para sostenerme; y no he podido ni podré por más Rey del tiempo yo fuera, caminar sólo sin las guadañas que me soportan y ayudan, para no me caiga, y no me pisen en el suelo los niños traviesos, como a una alimaña agonizante.
Eran otros tiempos, Sí... mas no ejerzo de la forma en que goberné antiguamente a todas estas taifas, y a todos estos principados. Eran épocas de gloria, Sí... angustia y muchísima zozobra, guerras y batallas, escaramuzas con otros de los tantos, antes aliados y, ahora enemigos míos. Por las taifas y los principados se rebelaban ocultándose entre los montes... y no se rebelaban los jenízaros cristianos porque supieron formar legiones con los niños que obligaban ir a la milicia de la guardia del imperio otomano.
Se los sacaban de las manos de las madres se los sacaban. Nunca hubo paz en estos oídos ahora sordos. Si no era uno, era lo otro.
William Burroughs viene por las noches a visitarme y me acompaña en estos aciagos tropiezos. Padezco una depresión de la San Puta ¡siendo rey y todo! ¿Bestia?... y lo que en mi época llamaban melancolía ahora tiene cuanto menos 13 denominaciones egipcias, descubiertas otrora por los templarios, ora los célibes, ora los niños en los desiertos, por nombrar un número cargado de mística digo 13, pero también cargado de maldiciones digo de nuevo, 13, y que el ocultismo al despuntar sus lúgubres intereses ha estudiado e investigado en volúmenes secretos, en vaya a saber cuántos grimorios, tales filosofías y prácticas espiritistas, digo también 13, y falta envido y truco. Quiero retruco, quiero vale 4. Pero yo aquí diría de nuevo, 13.
William Burroughs me lo dice y yo no me lo creo nada, y pienso, acaso, si será mi depresión la que me nubla la mirada y el pensamiento y la memoria. Pero no, no no ¡no es eso! díjome William Burroughs una noche de grapa de la buena, frente a frente, como se le habla a un amigo mirándole a los ojos, -en este caso los ojos de William Burroughs se reflejarían en los míos. Y los míos en los ojos de él- No hacía falta que habláramos por cómo nos entendíamos con la vista.
Me pregunto si será el alcohol o el destilado.
Y William Burroughs dice y expresa lo siguiente, escribe en un papelito con una precisión admirable: dígale a sus criados que le digan a sus gentes que corran y que busquen alguna planta, que pueda calmar tanta resaca.
Colérico William Burroughs en su impotencia lo dijo, lo escribió en un papelito para no levantar sospechas y lo dijo. Casi tejanamente lo dijo. A un paso en este contar de llamarse apódicamente guille, el rey guille le dirían pa desgraciarlo sus amigos de su viejo barrio.
¿Por eso se fue al carajo William Burroughs?
Digo y paso de paso el chivo y hago cañazo: para ganarme la vida hago traducciones de un idioma a otro sin espabilarme, y para ganarme la muerte en las noches bailo, soy saltimbanqui como lo fuera el niño Bosco antes de hacerse cura y lo hicieran santo. William es guille en este momento y a partir de ahora. Les estoy mostrando mis habilidades.
Deberían responderme de una buena vez la pregunta, dónde se ha visto haya que inventar un remediar de lo roto; que si esto sigue así, de los que ya se inmunizaron no habría niún remedio más, tan solo alabarlos uno debería, y decirles, cada tanto, lo que necesitan ¡ay mis lacayos! y mirar el estupor de sus caras cuando escuchen de mi boca decirles a cada uno sos un truhán, sos un señor, sos un pirata del amor. No sé, no sé.
Qué bien te sale cuando por la calle nos topamos bajo el cielo gris y me contás el argumento, todo el argumento junto me contás bajo el cielo gris. Dónde están las chicas paradas en tres patas ¿Están o ya no están las chicas en la venta? Fuimos varias veces con el vicio encima a esos antros de pura tierra y remolino. Ameritó nuestra gracia en aquellos tiempos, y ahora, a la máquina de la memoria se le hecho tarde hasta para el olvido de su gracia. Que a deshoras te hacía comprar gato por liebre en más de una noche junta.
¡Dónde está el primer brocal del pozo submarino! y díganme dónde para, y dónde vive, la descomunal travesti que hacía esquina en aquel viejo pueblo de las mil diagonales.
Disculpáme William Burroughs te lo cuente y te lo diga, te lo largue así de esta manera. No puedo más! soportar reprimirme tanto tiempo! Nadie vino a visitarme. Entonces va de nuevo si no te lo he dicho antes:
¡Gracias William! ¡Gracias Burroughs! Qué lindo suena tu nombre y apellido ¿separados al nacer?
Estimado consejero y brujo del espanto, podría pensarse tu nombre y apellido una marca de una empresa de pintura y que la publicidad de la misma rezara ¿querés que te pinten la cara y la casa y la vida del color que quieras? Te presento la pintura que va mutando de colores, la pintura del pasado, el presente y el futuro, la estoica y heráldica pintura William Burroughs.
No sé si te parece, daddy. Se me ha ocurrido ahora, daddy. Dejáme la trabaje un poco. Dejáme que la piense en lecturas en voz alta, guille, por favor, en unos días te aseguro, la prosa, será más bella y poderosa, y tal vez ensalce mis argumentos con más claridad y mucha más valía para que te enteres y leas cómo he progresado en este oscuro tiempo.
¡Me encanta tu nombre y apellido!
... y te digo gracias amigo norteamericano por escucharme y haber sido tan atento conmigo y tan amable y tan tan tan anti norteamericano. A la vez dejara de ser yo tan imbécilmente de mis pagos, puedo decir ahora, un poquito norteamericano soy o estoy siendo amigo William... y cuando digo William digo Burroughs en perfectísima lengua norteamericana, y a raíz de esto me pregunto si será producto del potingue que tomamos juntos, amigo, mejunje de la mansa planta, camino íntimo que hoya y vislumbra, primeros ademanes de antiguos secretos enemigos.
Para acceder al misterio egipcio no habría otra manera querido William, en serio te lo digo. Lo he pensado muchísimo y te iría adelantando que sí, que metámosle para adelante, ¿qué remedios hay que tomar? Vos me decís y yo me los tomo con agua o coca cola...
Con la bajada postsubidón le han quedado inmovilizadas sus piernas, y también parece, sus brazos, todo lánguido se ve... mire vea al rey. El rey está loco y confiesa haber estado departiendo con el mismísimo William Burroughs, sin embargo, el escritor habría muerto veintidós veces en 1997, todas muertes registradas en su Norteamérica.
¿Habrá que hablar con su fantasma?
Algo más allá deberíamos interpretar en esta trama. No solo aquí el tema es la locura del rey. Y no por el ejemplo patético de su parla imaginaria con William Burroghs vamos a decir que todo se resume allí, en la aparente causa inmediata de su demencia. Veamos pues sus consecuencias estimadísimos colegas, quedémonos hasta altísimas horas de la madrugada si fuera necesario. Aquí tenemos a su cuerpo y la morgue está vacía por completo. Necesitaría resolver pronto este asunto porque apenas termine con esto, debería jubilarme de estos oficios.
Me voy a hundir en la arena por unos siglos ¿me hacen o no me hacen el aguante, queridos colegas?
Continuemos...
¿Por qué vivía en el patio entre las plantas?
Respiraba en el patio entre las plantas porque le gustaba vivir cazando pajaritos en la mañana y charlarles, a los que se salvaron de la masacre, y tal vez con eso quedar satisfecho, aun de su mundo interior nada sabríamos todavía ¿no les parece esperar un poco?
¿Sabemos?
Cuando uno ve y observa sus movimientos ingestos, y a la vez coordinar una idea con otra, al menos, su núcleo básico para desplegar operaciones mentales, ¡mínimas operaciones que conecten un ideograma con otro, tiene! ¿me siguen o no me siguen?
¡Quién iría a entender al rey si el rey ahora no solo está desnudo y no podemos descifrar lo que quiere ni lo que necesita!
¡Qué lo hace feliz en esta puta vida!
Ni el día de su infeliz cumpleaños, che.
¿Alguien me persigue y quiere matarme?
Deberé blindarme y espero no ocurra una tragedia porque ya el rey no recibe diezmo ni nada le ofrezcan a cambio. Es que el rey se ha echau al piso duro, mire vea, y está de alfombra.
El Rey alfombra burlonamente le gritan los chiquillos en su barrio, pa reírse; Qué hijos de puta pueden ser a veces los niños. Los hijos de los vasallos y los hijos de los esclavos; Qué hijos de puta pueden ser los hijos del personal de cocina y del personal que lava los trapos que ensucia este reinado, ¡qué mal paridos pueden llegar a ser!
No les creo nada... y ¡son malditos!... y me odian silenciosamente obedeciendo las órdenes que imparto. A mis caprichos, siempre dicen ¡sí! agachando la cabeza como todo perro maltraído.
Los pendejitos se burlan y le recuerdan:
te vamos a sacar un ojo como al príncipe feliz
... y al pájaro que posó en su cabeza [se lo demostraron] lo destriparían para luego ser tirado a los perros hambrientos que pueblan, la oscura ciudad, en la romántica y gótica e infantil historia de la colección Billiken.
Oscar Wilde ¡puto hijo de puta! te comiste la gayola dos profundis años. Sucio impúdico depravado degenerado malparido irlandés del ojete.
Así le decían, nos contó por carta Wilde, muy afligido, los pendejos de su cuadra; y miren qué malditos, qué malsanos fueron criados esos italianos. Lo trataban de Oscar Wilde para bajarle más el precio al pobre tipo, ¡encima de encima todo lo que le ha pasado y viénele sucediendo!
... maldición entonces a los niños de los vecinos del barrio, carajo.
Esta noche me emborracho dice el tango, y aquí, correrá sangre niña en las cunetas, y no importará llamen y griten a sus padres por auxilio o socorro. Si aparecen los desaparecidos pa ellos está este cuchillo afilao y largo, pal lance mire vea, ¿será que ustedes esta vez se joden por haber venido al mundo? A mí no me va a venir el diccionario a decir que no existe tal o cual palabra, ni tampoco: es muy largo lo que dice y lo que cuenta, lo que escribe es abundante y atraganta como el único libro de Juan Emar.
¡Mutatis mutandi princesos! Sé traducir del griego y del latín, y también del guaraní al castellano antiguo; y ojo! escucho los partidos de fútbol en paraguayo. Así practico el idioma con sus mañas. Estoy muriendo tras de ti dice la canción y sopla viento naipe, las esquirlas se acolchonan en los cuerpos agraciados, y bellísimos son tus disparos, y allí, solo allí, puedo ser naipe y farsa de mi propio destino. Ser además de maña, ¡una verdadera compañía!
[El rey está loco y está enfermo, y para su demencia no hay más remedio, amada mía. Dejémoslo duerma y descanse que mañana será otro día. Que se pudra si no despierta temprano o si no despierta nunca; dejémoslo ahí solito y solo al rey, vayámonos de aquí, doncella bella]
... escucho el tecleo de una zamba grave y profunda, gravísimas melodías la máquina de parzifal vomita, y mi cuerpo siente van por dentro y no tienen explicación ni la tendrán nunca; ¡supongamos nuestro rey esté muriendo!
Hagan algo, siervos y villanos. Hagan lo que sea para buscar a un diablo porque el rey está marchitándose. Todo esto dice mirando a la cámara el majo de William Burroughs, de frente y sin dientes, en idioma recio y norteamericano, para que le quede su jeta estampada en su recuerdo paraguayo.
¿Quieren hacer un documental sobre la vida de William y la mía juntos en el castillo?
¡Cómo negarme con lo que William me ha ayudado hasta el momento, escuchando mis chácharas. Deberían hacerle un monumento en cada ciudad occidental a William Burrougs, cuanto menos, el más bajo de sus tótems, de 2 kilómetros de alto, pa que se note desde lejos cuando uno se va o venga llegando!
Es un placer ver anunciarse en la distancia una escultura de esos monumentales tamaños. Yo lo pensé hacer con Carlitos Carreras en Mercedes pero, el intendente y el edecán, no atendieron nunca mis reclamos, mis llamados, siendo yo rey y todo, ¿no existo para ellos?