Cómo romantizar las vacaciones para poder disfrutar

Termina un año algo estruendoso y llega el momento del merecido descanso. Todo preparado para disfrutar de unos días, solo que siempre olvidamos el mismo detalle: vamos a convivir 24/7 con las personas a las que evitamos durante el año.

Cómo romantizar las vacaciones para poder disfrutar

Por:Laura Romboli

 ¡Qué animalitos extraños somos los seres humanos! De costumbres, puede ser, pero raros. Nos preparamos para vivir nuestro descanso estival con la misma gente de la que solemos huir durante el año: hijos pequeños, esposas, esposos, suegros, padres y hasta los novios o novias de los más grandes. Los llevamos como un recordatorio de que lo bueno dura poco. Son un temporizador que empieza a correr desde el momento en que cargamos el auto con todo el equipaje.

Vamos de paseo

El viaje comienza desde el mismísimo momento en que armamos las valijas. Las cargamos con ropa que jamás usaremos y que, al final del cuento, no entendemos qué pensamos cuando la elegimos.

Luego tocará, según la ruleta familiar, a cualquiera de las dos clases de "armadores de autos". Está el que acomoda las valijas y la heladerita como un Tetris que solo él puede desarmar, y el que arma un campamento gitano, tapando el parabrisas trasero y olvidando para siempre cómo es mirar el paisaje que dejamos.

Pero acá estamos, ultimando detalles con el alquiler del inmueble que elegimos o, según el caso, el arriendo. Nos ponemos "fit" y se nos ocurre llevar la yogurtera, esa que usamos con furia las primeras tres semanas y luego abandonamos con un desinterés estrepitoso.

Antes de salir, nos pondremos protector solar y repelente (o al revés, que el orden de los factores no altera el producto) y nos vamos, como una horda preparada para una estancia épica. Eso sí, chequeamos varias veces que llevamos el cargador del celular, tan esencial como el oxígeno de un pulmotor, y el de la tablet, para que los peques no se aburran ni al empezar, ni durante, ni al regresar.

Chile, compadre...

Si el destino elegido es el hermano país (más país que hermano) será de gran ayuda (espiritual) adoptar la idea de que las vacaciones comienzan al subirse al auto. Que el viaje ya es parte del descanso y que si no pasamos camiones ni nos encontramos con micros de un sopetón, no será eterno. Y podremos volver a casa a contar lo bien que la pasamos.

Eso sí, tengamos en cuenta que los caracoles no son una "bajadita divertida" para ver quién llega más rápido abajo. Esas curvas y contracurvas quedan geniales en las fotos, pero pasarlas es como meterse en un tomógrafo sin sedantes.

Y como dice la canción:"Cuando pa' Chile me voy cruzando la cordillera, late el corazón contento, una chilena me espera...".

Claro que también nos esperan un mar frío que solo tocaremos con los pies (y por cumplir), y unas buenas zapatillas a mitad de precio. También debemos tener en claro, como sensei con dojo nuevo, que las 12 horas de espera para recorrer las instalaciones de la aduana y conocer la filosofía del "chileno aduanero" tiene que ser una especie de meditación guiada a la que deberemos sucumbir. La relajación profunda se puede completar mientras somos parte de la larga fila de autos al pie de la cordillera y escuchar a los fundadores de "se viene el estallido" y cantar encerrados en el auto: "Ellos tienen el poder y lo van a perder...". Oh, maravilloso.

Un viaje más tranquilo

Si hemos decidido algo más relajado, San Luis viene bien. Pero no todo son rosas en la provincia cuyana. Los únicos colores vivos están en los postes de las autopistas y en los carteles que nos entretienen hasta llegar. Luego de confundir el hospital con un resort, seguiremos nuestro camino hasta respirar el verde de los pueblos. Y en las tardes, tocará escapar a las salvajes tormentas como lo único que pareciera que pasa por ahí.

Si nos quedamos por acá, el turismo local nos sorprenderá con lugares hermosos que ni sabíamos que existían.Mendoza tiene mucho más que bodegas y precios en dólares. Solo hay que buscar, que hay.

Non calentarum largo vivirum

Lo cierto es que las vacaciones inauguran una hermosa época del año para disfrutar. Un finde, una semana, quince días o hasta un mes; donde sea y con quien elijas, pero que logres descansar y hacer un alto en el camino.

Dejemos atrás el ruido, la rutina, las peleas y el teléfono celular. Silenciemos nuestros fantasmas, encendamos las charlas postergadas, leamos un libro, escuchemos música, abramos un vino... ¡y leamos! (siempre las columnas de esta servidora).

Para los que se quedan trabajando en la furia del cemento que brilla con el sol, don't worry, be happy. No sientan que todo el mundo está de vacaciones menos ustedes. Bueno, un poquito puede ser...

¡Felices vacaciones y buen 2025!