La especialidad del populismo peronista que después de veinte años de hegemonía casi completa no se hace cargo de los pésimos resultados de gestión y sólo vive buscando culpables de su propia ineficacia.
Astérix contra el populismo: Massa y Milei, a los leones
"Ese sistema de creencias impermeable a las evidencias que es el peronismo"
Juan Carlos Torre, sociólogo
"Me voy a meter en la política. Me voy a meter y voy a ir a militar con vos. Como hemos pedido que se vayan todos y no se fue ninguno, que se queden todos porque nos vamos a meter todos y los vamos a sacar a patadas en el culo para volver a reconstruir la Argentina, una Argentina próspera, una Argentina liberal, pujante, una Argentina que vuelva a abrazar los valores de Alberdi y así en 35 años volver a ser la primera potencia mundial. Me voy a meter en política, voy a dar batalla en el barro."
Javier Milei, tras la pregunta pública en 2020 de José Luis Espert de si se iba meter con él en política
La saga de Astérix, el personaje inolvidable de René Goscinny y Albert Uderzo, está llena de momentos iluminadores. En la primera entrega, "Astérix, el galo", se juegan varios de los intríngulis que serán explotados en el resto de los tramos de la serie. Con enorme capacidad narrativa, que se mantendrá mientras la dupla genial comande la tira, en pocas viñetas y páginas nos enteramos de que en 50 a. C. los romanos, luego de cruentas batallas, han tomado la Galia en la actual Francia. Sus habitantes se han rendido. Salvo en una pequeña aldea donde vive un grupo que no ha podido ser sojuzgado. El César está inquieto porque le llegan noticias a Roma de los rebeldes. El Centurión Caius Bonus manda patrullas que indefectiblemente son repelidas por los habitantes del pueblito que no acepta el sometimiento. Tienen un secreto para su resistencia. Los romanos deciden develarlo a través de un espía. Disfrazan de galo a Calígula Minus y con unos enormes bigotes postizos lo introducen en las filas enemigas. Descubre que el druida elabora una poción mágica. Los suyos la beben y les da una fuerza sobrehumana. Finalmente el infiltrado consigue que se la den a tomar, pero es descubierto y debe huir. Vuelve al campamento romano y le cuenta al Centurión su descubrimiento. También queda en claro que la poción tiene una duración acotada, pues después de golpear a un grupo de romanos pierde la fuerza. Deciden entonces secuestrar al druida Panoramix para arrancarle la fórmula del brebaje. Lo capturan, pero se encuentran con una cerrada negativa del brujo de la tribu a compartir su fórmula. Mientras tanto sucede algo que va a contrastar con el resto de la saga: Astérix sale en solitario a rescatar al hacedor de la bebida que les da fuerza. Desde la segunda entrega el pequeño galo tendrá todas sus aventuras en asocio con Obélix, un glotón grandote que ha adquirido la fuerza vitaliciamente porque de niño ha caído en una marmita con la pócima. Lo cierto es que en ese primer capítulo Astérix enfrentará a los romanos en su territorio en soledad, sólo con la ayuda del mago al que ha ido a rescatar. Será tan lucido su desempeño que el propio Julio César los liberará a ambos como premio por su creatividad. Entre otras vicisitudes, en una salida humorística, les darán a los romanos a beber una poción que les hace crecer infinitamente el pelo en vez de darles fuerza. Queda de aquella primera aventura la sensación de que los galos son fuertes porque están unidos, porque actúan colaborativamente. De hecho, el penúltimo cuadrito refleja a Obélix recibiendo el regreso de Astérix en la aldea. Será la última vez que no actuarán como una dupla inseparable al estilo de don Quijote y Sancho Panza. La imagen final es la de toda la tribu festejando en un banquete alrededor de una mesa redonda donde devoran jabalíes, su plato predilecto.
Muchas interpretaciones estamos leyendo en estos días sobre las razones por las que el domingo sucedió lo contrario de lo que la mayoría esperaba. Como siempre es multicausal y en cada candidato se podrían marcar aciertos y errores. Una paradójica buena estrategia es que Massa remató el futuro del país con platita de todas las maneras posibles. Aún a riesgo de que la economía le explote en las manos si llega a la presidencia, como parece muy probable. Milei incurrió en una serie de excesos innecesarios que ahora debe estar evaluando porque lo congelaron en su desempeño de las PASO. Finalmente, Patricia Bullrich seguramente estará repasando el por qué no logró llegar a los millones de víctimas del actual gobierno que prefirieron votar al verdugo que a quien proponía liberarlos.
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Pero siguiendo la lección de los galos habría que estudiar algo de la arqueología de estos procesos. La Argentina más allá de los sesudos análisis que se hagan y por más que se apele a los continuos transfuguismos para confundir se divide en dos grupos: un pan peronismo que incluye desde miembros venidos del liberalismo de Alsogaray, como Massa, al lado de Gerardo Martínez de la UOCRA y un no peronismo, que incluye desde gorilas confesos hasta meros republicanos liberales. Ese esquema de trazo grueso es lo que da cabida a una contraposición de populismo versus republicanismo democrático.
En ese esquema la experiencia indica que el que se divide pierde. Le pasó al peronismo en 2015, cuando Massa se proponía meter presa a Cristina y barrer a los ñoquis de La Cámpora. Midió mal y se quedó para siempre con el sobrenombre de "ventajita". Por eso trabajosamente comenzó a tejer hace tiempo la separación de los no peronistas. Se consiguió con un experimento que empezó con la postulación a la presidencia de la fórmula José Luis Espert y Luis Rosales, quienes en 2020 incorporaron a Javier Milei a sus huestes. Luego el ahora libertario hizo su propia carrera partidaria tirando por la borda a sus mentores. El Caballo de Troya ya había ingresado y cuando fue necesario Massa le llenó las listas de candidatos suyos. El histórico sindicalista gastronómico peronista Luis Barrionuevo completó la operación. Un blindaje al que la inestabilidad emocional de Milei le cayó como una funda perfecta a un puñal afilado. En algún momento se produjo una inquietud porque el joven Frankenstein creció demasiado. Eso sí, cuando todavía no estaban en juego los porotos. En la primera ocasión donde se jugó por los puntos, este último fin de semana, Milei quedó congelado casi en el porcentaje que su mezcolanza atroz le había proporcionado. Por allí circulaban comercio de órganos, escuela económica austríaca, venta libre de armas, voucher educativo, renuncia a la paternidad, insultos al Papa, dolarización, casta y un largo etcétera más virado hacia el fenómeno psiquiátrico que a la oferta política. No hay que olvidar que entre la candidatura de Alberto Fernández en 2019 y la votación de ayer en favor de Massa el peronismo perdió algo más de 3,5 millones de votos, rescatando, eso sí cerca de 3 millones desde las primarias de agosto. Eso muestra el servicio hecho por Javier Milei al campo peronista en detrimento del no peronista, al tiempo de que la máquina insuperable del PJ se puso en marcha para la conservación del gobierno.
Este solo razonamiento debería ser motivo para que no sucediera lo que va a suceder seguramente, como en las tragedias griegas: la disgregación de la dirigencia del no peronismo representado por Juntos por el Cambio. Ese desacierto implicará empezar de nuevo. Como la eterna escalada de la piedra a la montaña como en el mito de Sísifo.
Hay algunos puntos a tener en cuenta. El domingo en la noche por primera vez Javier Milei reivindicó lo "republicano" en su discurso y habló de "juntos" y de "cambio". Parece tarde. Ningún republicano considera a la educación optativa o cree que se arreglan los problemas complejos de la sociedad con una motosierra. Si Massa gana dentro de un mes, lo cual es lo más probable, la operación se habrá consumado. Si pierde y gana Milei, el libertario tiene en sus entrañas suficiente populismo infiltrado como para ser peronismo-dependiente para poder gobernar. Se ha hablado de "entrismo" al revés. En vez de haber sido infiltrado el peronismo, como siempre denunciaba su fundador, esta vez ha infiltrado al enemigo. Quizás sea una muestra de su paulatina y creciente decadencia. Nadie puede negarles creatividad a Massa y sus mentores.
En los próximos tiempos será interesante ver la conducta de los dirigentes radicales y del Pro, sobre todo, porque son los que tienen predicamento y cargos importantes dentro de JxC, más que la Coalición Cívica o Encuentro Republicano Federal. De la unidad que se mantenga dependerá la extensión del período de Massa al frente del pan peronismo. Esto sumado, por supuesto, a su capacidad para deshacerse del inquieto e incómodo kirchnerismo que aún lo contiene y asedia, con Cristina a la cabeza. Todo estará supeditado a si los republicanos siguen el ejemplo de Astérix, que para enfrentar al imperio romano concibió trabajar dentro de su pueblo todos unidos y alimentados por una poción que les daba fuerza. ¿Cuál es en términos simbólicos ese brebaje hoy en JxC? Las diez gobernaciones que tendrá desde diciembre, con la suma posiblemente de alguna otra que esté dispuesta a compartir esa potencia, como Neuquén o Córdoba, más los 500 municipios que posee, más la fortaleza legislativa acumulada. Ese será el trampolín de lanzamiento para una nueva posibilidad de llegar al gobierno algún día con suficiente poder para gobernar. Algo que estuvo más cerca que nunca esta vez. Es probable que muchos que deberían integrarse al campo republicano se tienten con el "gobierno de unidad nacional" propuesto por Massa. En los años de Astérix el resto de las tribus galas fueron cooptadas o sojuzgadas por el imperio romano. Es humano. Esa es la especialidad del populismo peronista que después de veinte años de hegemonía casi completa no se hace cargo de los pésimos resultados de gestión y sólo vive buscando culpables de su propia ineficacia.
Massa es el garante de la gran lacra populista, que es el poder de las corporaciones sobre el bien común. Bullrich era la opción potencial para enfrentar ese poder dominante. Curiosamente, Milei sólo condena a la "casta" y calla sobre las demás corporaciones que son determinantes en la decadencia argentina. Parece que una vez más el populismo gambeteó la opción republicana. Las corporaciones respiran aliviadas, sólo quedaron populistas en carrera: Massa y Milei. Astérix deberá resistir en su aldea hasta que se construya una nueva opción republicana. Y la próxima vez estar más atento para que no le partan el electorado, porque ni la poción mágica lo va a salvar.