López Obrador, el izquierdista que promete acabar con la corrupción en México
El “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador, electo presidente de México, es un viejo conocido de la política de ese país.
Por caso, ha convencido a los mexicanos para convertirse en presidente con su promesa de impulsar una profunda transformación del país que acabe con sus males: la corrupción y la desigualdad.
Lo intentó sin suerte en las presidenciales de 2006 y en las de 2012. Ahora, ante la situación de violencia y sensación de impunidad que se viven en el país han sido el caldo de cultivo para su victoria.
Es algo que López Obrador (Macuspana, Tabasco, 1953) ha venido buscando los últimos 12 años.
Ha sido comparado con Hugo Chávez por sus oponentes, pero López Obrador ha asegurado una y otra vez que no se inspira en ningún gobierno extranjero, ni en el de Venezuela ni tampoco en el de Donald Trump en Estados Unidos.
Nieto del militante comunista español José Obrador Revueltas, la carrera política de AMLO —como se lo conoce en México— comenzó en 1977 y está marcada por una declarada lucha y defensa de los pobres y las causas populares.
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López Obrador dio sus primeros pasos en política con el hoy denostado PRI y, de hecho, muchos ven en sus aires mesiánicos y su discurso social un intento de recuperar el modelo asistencial que tuvo ese partido hasta que abrazó el neoliberalismo en los 80.
En 1988 López Obrador se sumó al proyecto izquierdista del Frente Democrático Nacional, que un año más tarde dio paso al Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el que se convirtió en alcalde de Ciudad de México (2000-2005). Nadie despierta en México tantas esperanzas y temores como él, quien con su discurso populista ha sabido conectar con una población harta de escándalos de corrupción, de cifras de violencia sin precedentes y de unos altos niveles de desigualdad, con cerca de la mitad de los ciudadanos viviendo en condiciones de pobreza.
Pero tan contundentes son sus posturas en contra de los males que azotan a México como difusas sus propuestas para solucionarlos, que suelen basarse en grandes eslóganes y críticas hacia el establishment mexicano, al que llama "la mafia del poder".